sábado, 9 de junio de 2012

San Columba de Iona, abad

 
San Columba de Iona, abad
fecha: 9 de junio
n.: 521 - †: 597 - país: Reino Unido (UK)
otras formas del nombre: Columkill, Colum Cille, Coim, Colmcille, Colum, Columbkill, Combs, Colimbano el Viejo
canonización: pre-congregación
En la isla de Iona, en Escocia, san Columba o Colum Cille, presbítero y abad, que, natural de Hibernia, e instruido en los preceptos monásticos, en su patria y finalmente en Iona fundó monasterios célebres por la observancia y por el cultivo de las letras, y ya anciano, esperando el supremo día, al pie del altar reposó en el Señor.
patronazgo: patrono de los poetas irlandeses; protector contra los incendios y rayos, y contra las plagas de ratas y ratones.

El más famoso de los santos escoceses, Colomba, era en realidad un irlandés de las regiones boreales de Uf Néill y, probablemente, nació en el año 521, en Gartan de County Donegal. Por parte de padre y por parte de madre era de linaje real, porque el progenitor era Fedhlimiddh o Phelim, bisnieto de Niall el de los «Nueve Rehenes», gran señor de Irlanda, mientras que su madre, Eithne, a más de estar emparentada con los príncipes de la Dalriada escocesa, era descendiente directa de un rey de Leinster. En el bautismo, que le suministró su padrino, el sacerdote Cruithnechan, el niño recibió el nombre de Colm, Colum o Colomba. Más adelante, se le llamó por lo general Columkill, una denominación que, de acuerdo con Beda, deriva de los términos irlandeses "celia et Columba", nombre éste que seguramente le vino de las muchas celdas (cells) o fundaciones religiosas que estableció. Tan pronto como se le consideró con la edad suficiente para valerse por sí mismo, se le apartó de los cuidados del sacerdote a quien se le había puesto como guardián en Temple Douglas y se lo llevaron a la gran escuela que tenía san Finiano en Moville. Ahí debió pasar muchos años, puesto que, al partir, ya era diácono. De Moville pasó a estudiar a Leinster, bajo la dirección de un anciano bardo, a quien llamaban maestro Gemman. Los bardos conservaban las crónicas de la historia y la literatura de Irlanda, y no es extraño que el propio Colomba fuese un poeta bastante aceptable. De Leinster se fue a otra famosa escuela monástica, la de Clonard, gobernada por otro Finiano, a quien se conoce con el título de «tutor de los santos del Erin». Colomba figuró en el grupo de los más sabios y aprovechados discípulos de Finiano, reconocidos más tarde como los «doce apóstoles del Erin». Probablemente mientras se hallaba en Clonard fue ordenado sacerdote, o si acaso un poco más tarde, cuando vivía en Glasnevin con san Comgall, san Kieran y san Canice, bajo la guía de su antiguo compañero de estudios, san Mobhi. En el año 543, la súbita propagación de una epidemia de peste obligó a Mobhi a deshacer su floreciente escuela, y Colomba, que por entonces tenía veinticinco años y un entrenamiento muy completo, regresó a la región del Ulster, donde había nacido.
En aquella época, su aspecto físico era impresionante: de gran estatura, dotado de una musculatura formidable y de un carácter dulce y apacible, poseía «una voz tan fuerte y sonora, que se podía oír a más de un kilómetro de distancia». Aquel hombre formidable pasó los quince años siguientes en un incesante recorrido de todo el territorio de Irlanda, donde predicó el Evangelio y fundó innumerables monasterios, entre los cuales fueron los más notables el de Derry, el de Durrow y el de Kells. Como hombre aficionado al estudio, Colomba amaba los libros y no escatimaba esfuerzos para obtenerlos. Entre los muchos manuscritos preciosos que su antiguo maestro, san Finiano, había traído de Roma, figuraba la primera copia del salterio de san Jerónimo que llegó a Irlanda. San Colomba pidió prestado aquel manuscrito, del que sacó sigilosamente una copia para conservarla. Pero no tardó san Finiano en enterarse y se apersonó para exigir la entrega del escrito que le pertenecía. Como el discípulo se negase rotundamente a devolver su copia, el caso se llevó ante el rey Diarmaid, señor de Irlanda. La sentencia fue desfavorable para Colomba. «A cada vaca su ternero -concluyó el monarca-; en consecuencia, a cada libro su libro vastago. Por lo tanto, Columkill, el manuscrito que tú hiciste de un libro de Finiano, le pertenece a Finiano». San Colomba quedó muy resentido por aquella sentencia; pero muy pronto recibió un agravio mucho mayor por parte del rey. Un tal Curnan de Connaught, después de haber participado en una reyerta en la que hirió mortalmente a un contrincante, buscó refugio junto a san Colomba, quien en seguida le brindó su amparo; pero de ahí a poco, fue materialmente arrebatado de los brazos de su protector y apuñalado por los hombres de Diarmaid, que no respetaron el derecho de asilo en el santuario. A raíz de este sucedido, estalló la guerra entre los partidarios de Colomba y los subditos leales de Diarmaid; en la mayoría de las crónicas antiguas de Irlanda se afirma que esa contienda fue instigada por san Colomba y se asienta que, tras la batalla de Cuil Dremne, en la que perecieron más de 3.000 hombres, se hizo al santo responsable moral por su muerte. El sínodo de Telltown, en Meath, aprobó una moción de censura contra Colomba que habría culminado en la excomunión, a no ser porque san Brendano intervino en favor del acusado. Por otra parte, debe señalarse que Colomba no tenía tranquila la conciencia y, por consejo de san Molaise, decidió expiar las ofensas que hubiese cometido, con un exilio voluntario y con la promesa de obtener la salvación de tantas almas como las que hubiesen perecido en la batalla de Cuil Dremne.
Ese es el relato tradicional sobre los acontecimientos que culminaron con la partida de San Colomba de las tierras de Irlanda y, es probable que así fuese. Al mismo tiempo, es necesario admitir que el celo misionero y el amor a Cristo fueron los únicos motivos que, según sus biógrafos (especialmente san Adamnan, principal autoridad sobre su historia), le movieron en todos sus actos posteriores. En el año de 563, Colomba se embarcó con doce compañeros, todos ellos emparentados entre sí, en una frágil canoa de cuero que condujo al grupo, en la víspera de Pentecostés, a la isla de I o de Iona. Por aquel entonces, Colomba tenía cuarenta y dos años. Su primera obra fue la construcción de un monasterio, donde habría de pasar el resto de su vida y que fue famoso durante siglos entre los cristianos de Occidente. El terreno le fue cedido por su pariente Conall, rey de la Dalriada escocesa, quien le había invitado a refugiarse en Escocia. La isla de Iona, situada entre la región de los pictos hacia el norte y la habitada por los escoceses hacia el sur, proporcionaba el sitio ideal para establecer el centro de las misiones que beneficiaran a los dos pueblos. Al principio, Colomba dedicó todos sus esfuerzos a la instrucción de los cristianos de la Dalriada, que apenas habían recibido las primeras nociones sobre su religión, y la mayoría de los cuales era de ascendencia irlandesa; pero al cabo de unos dos años, concentró su atención en la evangelización de los pictos escoceses. Cierto día, acompañado por san Comgall y san Canice, se dirigió al castillo del temible rey Brude, de Inverness. El monarca pagano había dado órdenes estrictas para que los misioneros no fueran admitidos; pero en cuanto Colomba levantó la diestra e hizo el signo de la cruz, cayeron las trancas, rechinaron los cerrojos, se abrieron solos los grandes portones y los cristianos entraron sin que nadie se atreviese a detenerlos. Impresionado por aquella sensacional demostración de poderes sobrenaturales, el rey Brude se mostró dispuesto a escuchar lo que tuviesen que decir los misioneros y, a partir de aquel momento, profesó una alta estima a san Colomba. Asimismo, en su calidad de señor de aquellas tierras, confirmó al santo en la posesión de la isla de Iona. Por las crónicas de san Adamnan, sabemos que en dos o tres ocasiones Colomba cruzó las montañas que dividen la región oriental de la occidental de Escocia y que su celo misionero lo llevó a sitios tan distantes como Ardnamurchan, Skye, Kintyre, Loch Ness y Lochaber y tal vez, hasta Morven. También se le acredita al santo el establecimento de la iglesia en Aberdeenshire y la evangelización de toda la tierra de los pictos, aunque esto último ha sido motivo de controversias. Cuando los descendientes de los reyes de Dalriada llegaron a ser los gobernantes absolutos de Escocia, trataron, como era natural, de exagerar la gloria de san Colomba y, posiblemente, tuvieron la tendencia de adjudicar al santo algunos laureles que pertenecían a otros misioneros de Iona y diversos centros.

San Colomba no dejó nunca de estar en contacto con Irlanda. En 575, asistió al sínodo de Drumceat, en Meath en compañía de Aidan, el sucesor de Conall, y ahí defendió con éxito el status y los privilegios de sus fieles de Dalriada, impidió que se llevase a cabo la propuesta de abolir la orden de los bardos y aseguró que las mujeres quedaran eximidas de prestar cualquier servicio militar. Diez años más tarde, estuvo de nuevo en Irlanda y, en 587, volvió a considerársele como prácticamente culpable de otra batalla, la de Cuil Feda, cerca de Clonard. Cuando no se hallaba comprometido en expediciones misioneras o diplomáticas, su cuartel general seguía establecido en Iona, a donde acudían visitantes de todas las condiciones sociales, algunos en busca de ayuda espiritual o corporal, atraídos otros por su reputación de santidad, sus milagros y sus profecías. Llevaba una vida de extrema austeridad, pero no por eso trataba de imponer sus penitencias a los demás. Montalembert hace notar en su biografía que, «de entre todas las virtudes, Colomba carecía especialmente de gentileza». Evidentemente era un hombre rudo y brusco, pero con el correr de los años, se endulzó su carácter. En la descripción que hace san Adamnan sobre los últimos años de su vida, lo pinta como un anciano sereno, amante de la paz, que recibía con gentileza la visita de los hombres y de las bestias. Cuatro años antes de su muerte, sufrió una enfermedad que lo puso al borde del sepulcro, pero conservó la vida gracias a las plegarias de su comunidad. A medida que se agotaban sus energías, pasaba la mayor parte del tiempo en la transcripción de libros. El día anterior al de su muerte, copiaba el salterio y había escrito la frase que decía: «A aquéllos que aman al Señor, nunca les faltará ninguna cosa buena...» Cuando hubo copiado esas palabras, declaró: «Aquí debo detenerme; que Baithin escriba el resto...» Baithin era un primo suyo al que había nombrado su sucesor.
Aquella noche en que los monjes fueron a la iglesia para cantar los Maitines, encontraron a su bienamado abad en el suelo, ante el altar, ya agonizante. En el momento en que su fiel asistente Diarmaid le tomó de los brazos para incorporarlo, Colomba levantó su mano como si intentase bendecir a sus monjes e inmediatamente después expiró. Colomba había muerto, pero su influencia sobrevivió y aun se extendió hasta que llegó a dominar las iglesias de Escocia, Irlanda y Nortumbria. Durante más de tres cuartos del siglo los cristianos celtas de aquellas tierras conservaron las tradiciones impuestas por Colomba en ciertos aspectos del orden y el ritual, opuestas incluso a las de Roma; las reglas que Colomba redactó para sus monjes fueron observadas en muchos de los monasterios de Europa occidental, hasta que las ordenanzas más benignas de san Benito suplantaron a las otras.
Adamnan, el biógrafo de San Colomba, no lo conoció personalmente, puesto que nació por lo menos treinta años después de su muerte, pero como era de su misma sangre y fue sucesor suyo en el cargo de abad de Iona, debió conocer a fondo, sin duda, las tradiciones que una personalidad tan fuerte como la de san Colomba tiene que haber dejado tras de sí. De todas maneras, merece ser roproducida aquí la descripción que Adamnan hace de San Colomba: «Tenía el rostro de un ángel; era de excelente disposición, cuidadoso en el hablar, virtuoso en el proceder, efectivo en el consejo. Jamás dejó pasar una hora sin dedicar una parte de ella a la plegaria, la lectura, la escritura o cualquier otra ocupación provechosa. Soportaba las penurias del ayuno y la vigilia sin descanso, de día y de noche; el peso de una sola de sus tareas parecería insoportable para cualquier hombre. Y, en medio de tantos trabajos, siempre aparecía amable con todos, sereno y santo, como si gozara en todo momento de la gracia del Espíritu Santo en lo más profundo de su corazón». Por otra parte, la postrera bendición de san Colomba a la isla de Iona, resultó ser un vaticinio que se cumplió: «En este lugar, por pequeño y pobre que parezca, se rendirá todavía mucho mayor homenaje al Señor, no sólo por parte de los reyes y los pueblos de los escoceses, sino también por parte de los regidores de naciones bárbaras y remotas y por sus pueblos. Aun los santos de otras iglesias lo mirarán con un respeto y reverencia poco comunes».
La fuente de información más importante, aunque no sea la más cercana al personaje en cuanto a su fecha, es sin duda, la biografía de Adamnan. Su edición de 1920, revisada por J. T. Fowler ofrece un buen texto, aunque el texto y las notas de Reeves también son de valor, así como la transcripción hecha por Wentworth Huyshe (1939). Ninguna de las dos biografías en latín, de origen irlandés y que se encuentran en el Codex Salmanticensis, está completa.
La segunda imagen muestra un relicario escocés antiguo, posiblemente del siglo VIII, donde durante siglos estuvioeron las reliquias de san Columba; en la actualidad es pieza del museo de Escocia y Edimburgo


San Columba
Columba at Bridei's fort.jpg
San columba delante de la puerta del rey Brude
Patrono de Irlanda
Nacimiento 7 de diciembre de 521
Condado de Donegal, Bandera de Irlanda Irlanda
Fallecimiento 9 de junio de 597
Iona, Bandera de Escocia Escocia
Venerado en Iglesia Católica Romana, Iglesia Católica Ortodoxa
Festividad 9 de junio
Patronazgo Inundaciones, encuadernadores, poetas, Irlanda, Escocia
San Columba o Colomba (7 de diciembre de 5219 de junio de 597), llamado también en ocasiones Columba de Iona o, en irlandés antiguo, Saint Colm Cille, Columbkill o Columcille (que significa 'Paloma de la iglesia'), fue una destacada figura entre los monjes misioneros gaélicos que reintrodujeron el cristianismo en Escocia a comienzos de la Edad Media.

Infancia y juventud en Irlanda

Era hijo de Fedlimid y Eithne, del clan Uí Néill, y nació en Gartan, cerca de Lough Gartan, Donegal. Por línea paterna era descendiente de Niall de los nueve rehenes, un rey irlandés del siglo V. Profesó como monje y fue ordenado sacerdote. Según la tradición, hacia 560 se vio envuelto en una disputa con San Finnian acerca de un salterio. Columba copió el manuscrito en el scriptorium siguiendo órdenes de San Finnian, quien pretendía quedarse con la copia. La disputa fue la causa de la batalla de Cúl Dreimhne, que tuvo lugar en 561, y en la que hubo numerosas bajas (la copia del salterio mencionada en esta historia se identifica tradicionalmente con el Cathach de San Columba). Como penitencia por esas muertes, Columba decidió marchar como misionero a Escocia para convertir a tantas personas como habían muerto en la batalla. Se exilió de Irlanda, a donde solo regresaría en una ocasión, varios años después.

Escocia

En 563 viajó a Escocia con doce compañeros. De acuerdo con la leyenda, desembarcó en la punta sur de la península de Kintyre, cerca de Southend. Sin embargo, como todavía tenía a la vista su tierra natal, se dirigió hacia el norte, a la costa oeste de Escocia. En 563 le fue concedida tierra en la isla de Iona, que se convirtió en el centro de su misión evangelizadora entre los pictos. Además de sus tareas dirigiendo el único foco de cultura letrada de la región, adquirió una gran reputación como hombre santo gracias a su actividad diplomática entre las tribus; se cuentan también varias historias de milagros realizados por él en su afán por convertir a los pictos.
Visitó al rey pagano Bridei I, rey de Fortriu, en su base de Inverness, y consiguió ganarse su respeto. Desde entonces jugó un importante papel en la política del país. Fue muy enérgico en su predicación del evangelio y, además de fundar varias iglesias en las Hébridas, trabajó para convertir su monasterio de Iona (la Abadía de Iona) en una escuela para misioneros. Fue un renombrado hombre de letras, al que se le atribuye la composición de varios himnos y la copia de su propia mano de más de 300 libros. Una de las pocas veces, si no la única, que dejó Escocia tras su llegada fue hacia el final de su vida, cuando regresó a Irlanda para fundar el monasterio de Durrow. Murió en Iona y está enterrado en la abadía que él mismo fundó.

Legado

Columba es considerado un personaje fundamental en la revitalización del monaquismo. Sus logros ilustran la importancia de la iglesia celta en la recuperación del cristianismo en Europa occidental tras la caída del Imperio Romano.1

Vita Columbae

La principal fuente de información sobre la vida de Columba es la Vita Columbae, escrita por Adomnan, noveno abad de Iona, que falleció en 704. Tanto la Vita Columbae como Beda el Venerable refieren la visita de Columba a Bridei. Mientras que Adomnan sólo explica que Columba visitó a Bridei, Beda relata una tradición más tardía, quizá de origen picto, según la cual el santo llegó a convertir al rey de los pictos. Otra fuente temprana es un poema en alabanza de Columba, probablemente compuesto también en el siglo VII, que tiene 25 estrofas de cuatro versos de siete sílabas cada uno.
El ejemplo más antiguo registrado del nombre Arturo en un documento británico se encuentra en la Vita Columbae escrita por Adomnan, donde aparece como Arturius. Se refiere a un príncipe escocés, hijo de Áedán mac Gabráin, rey de Dál Riata desde 574, bastante lejos del lugar en que suele situarse al legendario Arturo, en el sudoeste de Gran Bretaña.
La Vita Columbae suele aducirse asimismo como la primera referencia conocida al Monstruo del Lago Ness. Según Adomnan, Columba encontró a un grupo de pictos que estaban enterrando a un hombre que había matado el monstruo, y salvó a un nadador haciendo el signo de la Cruz y con la imprecación «No irás más lejos», que aterrorizó a la bestia, para asombro de los pictos reunidos, que glorificaron al Dios de Columba. Independientemente de la veracidad que quiera concederse a este incidente, el texto de Adomnan afirma específicamente que el monstruo habitaba en el río Ness (que desemboca en el lago), más que en el lago propiamente dicho.
Gracias a la reputación de su fundador, y su importancia como centro de enseñanza, Iona se convirtió en un lugar de peregrinaje. Una red de cruces célticas marca la ruta que conduce a su sepulcro en Iona.
Columba ha sido históricamente reverenciado como santo guerrero, y a menudo era invocado para pedir la victoria en la batalla. En 849, sus reliquias se dividieron entre los reinos de Alba e Irlanda. Los ejércitos escoceses llevaban ante sí algunas de ellas, en un relicario confeccionado en Iona a mediados del siglo VIII, llamado el Brecbennoch. Según la leyenda, el Brecbennoch fue llevado a Bannockburn por un ejército escocés mucho menor en número que sus enemigos, y la intercesión del santo ayudó a la victoria. Suele identificarse este objeto con el Relicario Monymusk. «O Columba spes Scotorum...» («O Columba, esperanza de los escoceses»), comienza una oración del siglo XIII en el Antifonario de Inchcolm, conocido como la «Iona del este».
La festividad de San Columba se celebra el 9 de junio. Junto con San Patricio (17 de marzo) y Santa Brígida (1 de febrero), es uno de los tres santos patrones de Irlanda. Antes de la batalla de Athelstaneford, era el único patrón de Escocia. Igualmente es venerado como santo por la Iglesia Ortodoxa.2

Notas

  1. "[h]is achievements illustrated the importance of the Celtic church in bringing a revival of Christianity to Western Europe after the fall of the Roman Empire" Dowley, Tim, et al., ed (1977). Eerdman's Handbook to the History of Christianity. Grand Rapids, Michigan: Wm. B. Eerdmans Publishing Co.. ISBN 0-8028-3450-7.
  2. Orthodox wikipage for Saint Columba, http://orthodoxwiki.org/Columba_of_Iona, accessed 25th December 2006

Bibliografía adicional

  • Adomnan of Iona, Life of St Columba (tr. & ed. Richard Sharpe) (Penguin, 1995) ISBN 0-14-044462-9 [1]
  • Dauvid Broun & Thomas Owen Clancy (eds.) Spes Scotorum: Hope of Scots. Saint Columba, Iona and Scotland (T & T Clark, 1999) ISBN 0-567-08682-8
  • Cambridge Biographical Dictionary. Cambridge, England: Cambridge University Press, 1990.

Enlaces externos



La isla de los santos y de los sabios
Dentro de los muros de los monasterios, gran santidad floreció en toda Irlanda, surgieron escuelas y brilló la actividad artística

La isla de los santos y de los sabios
La isla de los santos y de los sabios
Ya a fines de la baja edad Media Irlanda era conocida como “La Isla de los santos y de los sabios”.

En verdad, son numerosos los nombres que la tradición celta de Irlanda considera como santos, hombres y mujeres que vivieron virtud heroica y elevada vida espiritual. Estos han sido siempre venerados y recordados en toda la Iglesia, pero particularmente viven en la memoria de la Iglesia celta de Irlanda. Las nominas de santos y mártires refieren que entre los siglos V y VII Irlanda dio más de 350 santos a la Iglesia. Tal ha sido el fervor de sus vidas, de sus escritos y de su tenor espiritual que hoy se habla y se estudia de manera singular la espiritualidad celta, indicando con este nombre a toda una corriente espiritual que entre los siglos de la baja edad media forjó hombres extraordinarios para la Iglesia, que por su sabiduría y santidad, iluminaron el mundo antiguo y sentaron las bases del cristianismo medieval. En efecto, Isla de santos y sabios.

El florecer de los nombres y la figura de santos en Irlanda se remontan a los tiempos mismos de San Patricio y a los inicios del monaquismo celta. En efecto, cuando el santo patrono tenía la costumbre de viajar por los distintos condados enseñando y predicando, tenía la costumbre de consagrar a algún hombre santo como obispo y dejar cada oveja conquistada para Cristo bajo su cargo. Estos hombres solían reunir a otros con el y establecer un monasterio. Dentro de los muros de estos monasterios, gran santidad floreció en toda Irlanda, surgieron escuelas y brilló la actividad artística particularmente entre los copistas. Se produjeron brillantes obras de arte como el Book of Kells o el Book of Armagh. Pero, principalmente, la obra y los monasterios iniciados por San Patricio produjeron Santos (que es lo que tienen que producir los sacerdotes católicos, de todos los tiempos y lugares).

El testimonio de estos hombres se percibe todavía en Irlanda. En verdad, como dijo el Papa Juan Pablo II en su visita a la Isla: “Los Santos de Irlanda, antiguos y nuevos muestran con qué profundidad el pueblo irlandés se ha comprometido con Cristo”.

Recordamos brevemente los principales entre ellos (dejamos de lado a San Patricio a quien ya dedicamos una crónica) y al final agregamos unas letanías de santos irlandeses rezada frecuentemente en los monasterios de la Isla.


San Columba – (521-597)

S. Columba, (Columbano o Columkill), es el mayor y más popular de los santos irlandeses después de san Patricio, nacido en Gallan, en el condado de Donegal, quizá de familia de príncipes; entró siendo muy niño aún en el monasterio de Clonard, se ordenó de sacerdote y al parecer después vivió quince años más en su isla natal, predicando y fundando numerosos monasterios, entre ellos los de Derry y Durrow.

Hacia el 563, ya famoso por su piedad y su saber, marchó a evangelizar a los pictos paganos de Escocia, dice su primer biógrafo, "era un peregrino de Cristo". En unión de doce discípulos recorrió las tierras escocesas y fundó el gran monasterio de Iona, en la isla del mismo nombre, el centro más importante de la historia cristiana de aquellas regiones.

Desde lona -que servirá también como panteón de los reyes escoceses- su influencia se extendió por toda la Caledonia: ponía paz entre los enemigos, enseñaba a arar las tierras, llevaba consigo la civilización y la fe, y durante treinta y tantos años fue el gran apóstol de los pictos.

Se habla de él como alguien «cuyo rostro irradiaba dicha interior», alegre, bondadoso y caritativo, y el pueblo le atribuía dotes de profeta y taumaturgo, contándose que le bastó hacer el signo de la cruz para ahuyentar del lago Ness a un monstruo acuático, cuyos posibles descendientes todavía atraen el turismo hacia aquella zona.

San Columba murió en Iona rodeado de sus monjes, tras haber merecido por sus conquistas espirituales el sobrenombre de «soldado de la Isla».


San Kilian (o Kiliano)

Fue un monje irlandés que recibió la dignidad de obispo de Wurzburgo (Alemania). Nació Kilian hacia el 640 y desde muy joven ingresó como monje en el monasterio de Hy. Siendo aquel, tiempo de misiones en Europa, porque sólo estaban cristianizados los grandes núcleos urbanos, pasó el santo a Francia a ejercer su ministerio de la predicación. Su labor fue sumamente fructífera, por lo que el Papa le autorizó a extender su campo de acción por donde quisiera. Se internó, pues, en Alemania recorriendo las poblaciones de las riberas del Rhin, llegando a Herbipoli (Wurzburgo), en el condado de Franconia, de la que fue consagrado obispo. Extendió su acción pastoral también a Turingia, donde convirtió al rey Gorbert, al que persuadió para que repudiase a Geilana, viuda de su hermano, con la que se había casado. Geilana no se lo perdonó, y esperó la ocasión propicia para vengarse. Lo hizo el año 689, mandando matarle en secreto a él y a otros tres clérigos. Se conmemora la fiesta de este santo el 8 de junio según unos santorales, y el 13 de noviembre según otros.


San Malaquías

Nació en Armagh, Irlanda, en 1094 en la familia O´Morgair, según San Bernardo, de la nobleza. Fue bautizado con el nombre de Maelmhaedhoc (latinizado como Malaquías). Fue educado por Imhar O´Hagan y después por el Abad de Armagh. Fue ordenado sacerdote por St. Cellach (Celsus) en 1119. Después de su ordenación continuó sus estudios de liturgia y teología en Lismore, San Malchus. En 1123 fue elegido abad de Bangor y un año mas tarde fue consagrado obispo de Connor. En 1132, fue elevado a la primacía de Armagh, la sede de San Patricio. San Bernardo nos dice que San Malaquías poseía un gran celo por la religión. Al morir San Celsus, San Malaquías fue nombrado Arzobispo de Armagh en 1132, aunque por su gran humildad le costó aceptarlo. Las intrigas no le permitieron asumir su cargo por dos años. En tres años restauró la disciplina eclesiástica en Armagh. En 1139 viajó a Roma y en el camino visitó a San Bernardo en Clairvaux (Claraval). En Roma fue nombrado legado de Irlanda. Regresando vía Clairvaux obtuvo cinco monjes para fundar en Irlanda y fue así que surgió la gran abadía de Mellifont en 1142. En un segundo viaje a Roma, San Malaquías enfermó llegando a Clairvaux y murió en los brazos de San Bernardo el 2 de noviembre. Se le atribuyen muchos milagros pero por lo que más se le recuerda es por su don de profecía. Fue canonizado por el Papa Clemente III, el 6 Julio de 1199. Su fiesta se celebra el 3 de noviembre.


San Columbano – (525-615)

El celta es viajero por naturaleza: como marino o como misionero. Esto es algo que no se debe olvidar cuando se intenta seguir la "peregrinación por Dios" de San Columbano, el más grande de los monjes irlandeses. Nacido hacia el 525 ó 530 y formado en Bangor por el riguroso San Gomball, cruzó el Canal de la Mancha con un grupo de monjes en torno al año 590. Su objetivo era la evangelización de las regiones vecinas al Mosa y al Rin. Después de haber recorrido durante catorce años el noroeste de la Galia, se afincó en Luxeuil de Borgoña. Si se ha de hacer caso a la Regla que redactó, y aún más a su célebre Penitencial: «treinta golpes de disciplina a quien se olvide de responder amén en el coro», la vida de los seguidores de San Columbano era sumamente austera. Mas esto no apagaba en lo más mínimo la afluencia de discípulos, puesto que pronto contó Luxeuil con más de trescientos monjes. Columbano entró entonces en conflicto con los obispos y príncipes borgoñeses (610). Quiso regresar a Irlanda, pero su navío naufragó a la salida de Nantes, y comprendió que el Señor le quería en el continente. Decidió entonces dirigirse a Roma, aun cuando no llegaría más allá de la Liguria. Dejando en Suiza a su discípulo San Galo, el anciano abad se retiró a Bobbio, en donde fundó un nuevo monasterio. Murió en el en el año 615.


Santa Brígida – Muerta el 1 de febrero de 524 ó 526

Patrona de Irlanda juntamente con los santos Patricio y Columba. Es la santa más conocida de toda Irlanda, fundadora del monasterio de Kildare. A pesar de su gran fama, de la abundancia de material hagiográfico y folklórico y de numerosos datos sobre la devoción popular, conectados con su culto, se saben muy pocos hechos históricos acerca de ella. La vida de Brígida, escrita por Cogitosus en el s. VII (620- 680), es el ejemplo más temprano existente de la hagiografía Hiberno-Latina. Hace un interesante relato de la Iglesia de Kildare y tiene valor como fuente para una historia social, pero el autor sabía evidentemente muy poco de la vida terrena de la santa. Ésta aparece como fundadora del monasterio de Kildare; era un monasterio posiblemente para monjes y monjas y también una sede episcopal. Se dice que el obispo Conláeth fue escogido por Brígida, y parece que la abadesa del monasterio, la sucesora de Brígida, ejerció una autoridad quasi-jurisdiccional a través del obispo agregado a la Iglesia. Existen también himnos y poemas en lengua irlandesa de los s. VII y VIII atestiguando el culto a Santa Brígida Partiendo de esto y de fuentes seculares (vestigios genealógicos, etc.), parece probado que Brígida pertenecía a una tribu menor, los Fothairt, a quienes se encuentra en varias partes de Irlanda y una de cuyas ramas se estableció en el mismo Kildare. Las historias de Brígida subrayan su caridad y hospitalidad y también señalan su conexión con las labores de las granjas y con el ganado. El irlandés Donatus, obispo de Fiésole aproximadamente desde el 826 al 874, escribió una Vida en verso de Brígida.


Santa Ita

Santa Ita, llamada la "Brígida de Munster"; nació en el actual condado de Waterford, cerca de 475; murió el 15 de enero de 570. Ella se hizo religiosa, instalándose en Cluain Credhail, un lugar que desde entonces se ha conocido como Killeedy -- es decir, "iglesia de Santa Ita "-- en el condado de Limerick. Sus austeridades son contadas por San Cuimin de Down, y se registran numerosos milagros de ella. Fue también dotada con el don de profecía y fue tenida en gran veneración por un gran número de santos contemporáneos, tanto hombres como mujeres. Cuando sintió que se le acercaba su fin, envió a alguien a buscar a su comunidad de monjas, y invocó la bendición del cielo para el clero y los laicos del distrito alrededor de Killeedy. No fue solamente una santa, sino que madre espiritual de muchos otros santos, incluyendo San Brendan el Viajero, San Pulquerio (Mochoemog), y San Cummian Fada. A petición de obispo Butler de Limerick, el papa Pío IX concedió un oficio y misa a la Fiesta de Santa Ita, que se observa el 15 de enero.


San Brendan el Viajero

Nació alrededor del 483. Recibió el cuidado de Santa Ita y la educación del obispo Ercas de Dungarvan en el condado de Waterford, y de su contemporáneo San Finian de Clonard en el Condado de Meta. La tradición irlandesa dice que “Brendan el Navegante” descubrió América nueve siglos antes que Colón. Once manuscritos de la Biblioteca Imperial de Paris, además de otras investigaciones, apoyan esta afirmación. Brendan deseaba descubrir nuevas tierras en donde predicar la palabra de Dios. Discutió su plan con San Enda, en Inishmore, y con pescadores de las costas de Galway y Mayo. Muchos de ellos habían escuchado de una tierra extraña allende el mar y tenían conocimiento del mar que podía ser fructífero para cualquiera que tuviese inclinaciones a la navegación a gran distancia. Volvió a Kerry. Allí construyó una barca de cuero y madera según las especificaciones recibidas. Con unos pocos compañeros zarpó de Dingle Bay. Con la ayuda de una vela y remos y usando solamente las estrellas para su navegación, cruzó el océano Atlántico y llegó a Virginia o Connecticut. Se internó y llegó hasta el Mississipi o uno de sus tributarios, el Ohio. Después de siete años retornó a Irlanda y estableció su principal fundación cercana al río Shannon en Clonfert, cerca de Ballinasloe, condado de Galway. El monasterio creció y se extendió su fama. En un tiempo albergó a tres mil monjes: escoceses, ingleses, galeses, británicos y continentales. También fundó monasterios en el condado de Kerry, en Ardfert, cerca de Tralee y al pie del monte Brandon. Hacia el final de su vida escribió acerca de la Vida y los Tiempos de Santa Brígida. A la edad de aproximadamente noventa y cuatro años murió. Era el año 577. Sus monjes lo enterraron en los límites de su monasterio de Clonfert.


San Kevin

Fue el Abad de Glendalough, en el condado de Wicklow. Nacido en 498. Su nombre significa “engendrado bellamente”. Evitó las posesiones del mundo que tenía como miembro de una familia rica y poderosa. Un piadoso británico, de nombre Petrocus, vino a estudiar y a hacerse religioso. Este hombre se interesó en Kevin, quien tenía 7 años. Le enseñó por 5 años y luego aconsejó a sus padres de dejarlo bajo el cuidado de tres ermitaños, Enna, Lochan y Dogáin. Ellos aceptaron. Kevin estudió Sagrada Escritura en Kilnamanagh, condado de Dublín, hasta que llegó a la edad adulta. Luego se consagró como monje. Se construyó un pequeño eremitorio en Glendalough (el Valle de los Dos Lagos), para rezar y meditar. La fama de su santidad creció y fue inundado de pedidos de aceptar la visita de religiosos. Gradualmente, Glendalough se convirtió en uno de los lugares de oración y aprendizaje más importantes de Irlanda, con un monasterio, siete iglesias y una catedral. Kevin murió en 618, habiendo llegado a la edad de 120 años.


San Ciaran

Existen muchos santos irlandeses con este nombre, pero el más célebre es San Kiriano de Clonmacnois. Su historia es desconocida, pero floreció durante la época más destacada del siglo V, y es venerado en Inglaterra, Bretaña, Gales y Escocia, el 5 de marzo. San Ciaran fundando Clonmacnois fundo el centro monástico mas importante de toda Irlanda. Desde allí salieron numerosísimos monjes a fundar monasterios por todo el mundo conocido.


San Lorenzo de Irlanda (Lawrence O’Toole), Arzobispo

San Lorenzo nació en Irlanda hacia el año 1128, de la familia O’Toole que era dueña de uno de los más importantes castillos de esa época. Cuando el niño nació, su padre dispuso pedirle a un conde enemigo que quisiera ser padrino del recién nacido. El otro aceptó y desde entonces estos dos condes (ahora compadres) se hicieron amigos y no lucharon más el uno contra el otro. Cuando lo llevaban a bautizar, apareció en el camino un poeta religioso y preguntó qué nombre le iban a poner al niño. Le dijeron un nombre en inglés, pero él les aconsejó: "Pónganle por nombre Lorenzo, porque este nombre significa: ‘coronado de laureles por ser vencedor’, y es que el niño va a ser un gran vencedor en la vida". A los papás les agradó la idea y le pusieron por nombre Lorenzo y en verdad que fue un gran vencedor en las luchas por la santidad. Y sucedió que al jovencito le agradó inmensamente la vida del monasterio y le pidió a su padre que lo dejara quedarse a vivir allí, porque en vez de la vida de guerras y batallas, a él le agradaba la vida de lectura, oración y meditación. El buen hombre aceptó y Lorenzo llegó a ser un excelente monje en ese monasterio. Su comportamiento en la vida religiosa fue verdaderamente ejemplar. Dedicadísimo a los trabajos del campo y brillante en los estudios. Fervoroso en la oración y exacto en la obediencia. Fue ordenado sacerdote y al morir el superior del monasterio los monjes eligieron por unanimidad a Lorenzo como nuevo superior.

Por aquellos tiempos hubo una tremenda escasez de alimentos en Irlanda por causa de las malas cosechas y las gentes hambrientas recorrían pueblos y veredas robando y saqueando cuanto encontraban. El abad Lorenzo salió al encuentro de los revoltosos, con una cruz en alto y pidiendo que en vez de dedicarse a robar se dedicaran a pedir a Dios que les ayudara. Las gentes le hicieron caso y se calmaron y él, sacando todas las provisiones de su inmenso monasterio las repartió entre el pueblo hambriento. La caridad del santo hizo prodigios en aquella situación tan angustiada.

En el año 1161 falleció el arzobispo de Dublín (capital de Irlanda) y clero y pueblo estuvieron de acuerdo en que el más digno para ese cargo era el abad Lorenzo. Tuvo que aceptar y, como en todos los oficios que le encomendaban, en este cargo se dedicó con todas sus fuerzas a cumplir sus obligaciones del modo más exacto posible. Lo primero que hizo fue tratar de que los templos fueran lo más bellos y bien presentados posibles. Luego se esforzó porque cada sacerdote se esmerara en cumplir lo mejor que le fuera posible sus deberes sacerdotales. Y en seguida se dedicó a repartir limosnas con gran generosidad.

Cada día recibía 30, 40 o 60 menesterosos en su casa episcopal y él mismo les servía la comida. Todas las ganancias que obtenía como arzobispo las dedicaba a ayudar a los más necesitados.

En el año 1170 los ejércitos de Inglaterra invadieron a Irlanda llenando el país de muertes, de crueldad y de desolación. Los invasores saquearon los templos católicos, los conventos y llenaron de horrores todo el país. El arzobispo Lorenzo hizo todo lo que pudo para tratar de detener tanta maldad y salvar la vida y los bienes de los perseguidos. Se presentó al propio jefe de los invasores a pedirle que devolviera los bienes a la Iglesia y que detuviera el pillaje y el saqueo. El otro por única respuesta le dio una carcajada de desprecio. Pero pocos días después murió repentinamente. El sucesor tuvo temor y les hizo mucho más caso a las palabras y recomendaciones del santo.

El arzobispo trató de organizar la resistencia pero viendo que los enemigos eran muy superiores, desistió de la idea y se dedicó con sus monjes a reconstruir los templos y los pueblos y se fue a Inglaterra a suplicarle al rey invasor que no permitiera los malos tratos de sus ejércitos contra los irlandeses.

Estando en Londres de rodillas rezando en la tumba de Santo Tomás Becket un fanático le asestó terribilísima pedrada en la cabeza. Gravemente herido mandó traer un poco de agua. La bendijo e hizo que se la echaran en la herida de la cabeza, y apenas el agua llegó a la herida, cesó la hemorragia y obtuvo la curación.

El Papa Alejandro III nombró a Lorenzo como su delegado especial para toda Irlanda, y él, deseoso de conseguir la paz para su país se fue otra vez en busca del rey de Inglaterra a suplicarle que no tratara mal a sus paisanos. El rey no lo quiso atender y se fue para Normandía. Y hasta allá lo siguió el santo, para tratar de convencerlo, pero a causa del terribilísimo frío y del agotamiento producido por tantos trabajos, murió allí en Normandía en 1180 al llegar a un convento. Cuando el abad le aconsejó que hiciera un testamento, respondió: "Dios sabe que no tengo bienes ni dinero porque todo lo he repartido entre el pueblo. ¡Ay, pueblo mío, víctima de tantas violencias! ¿Quién logrará traer la paz?". Seguramente desde el cielo debe haber rezado mucho por su pueblo, porque Irlanda ha conservado la religión y la paz por muchos siglos. Sus restos se conservan en la catedral católica de Dublín.


San Oliver Plunkett

San Oliver Plunkett nació en una familia aristocrática en Loughcrew en el Condado de Meath el 1 de Noviembre 1625. Esto fue durante las Leyes Penales, cuando la Iglesia Católica y sus ministros habían sido suprimidos. No se permitía la práctica abierta de la fe y la celebración de la misa y los sacramentos estaban prohibidos. Oliver fue a Roma en 1647 a estudiar para ser sacerdote y fue ordenado en 1654. Después de tres años en San Gerolamo della Carita fue designado profesor de teología del colegio de Propaganda Fidei. En 1669 fue designado Arzobispo de Armagh, la sede de San Patricio. Trabajó incansablemente en el cuidado pastoral de su rebaño. Al principio se le permitió trabajar abiertamente pero luego, cuando cambió la situación política, se vio obligado a esconderse. Aún entonces, continuó a servir a su pueblo con gran peligro. En 1679 el Arzobispo Plunkett fue arrestado con el cargo de traición. Testigos falsos testimoniaron en contra suya, pero un jurado compuesto enteramente de protestantes en Irlanda lo absolvió. Fue transferido a Londres y juzgado allí por traición. En un simulacro de justicia escandaloso fue condenado y sentenciado a muerte. Fue colgado en Tyburn en Inglaterra el 1º de Julio de 1681. Su cabeza fue rescatada del fuego por algunos amigos y luego transportada a la iglesia de San Pedro en Drogheda, donde está conservada para la veneración en un santuario especial.


Letanía de los santos de Irlanda

Señor ten piedad de nosotros.
- Ten piedad de nosotros
Cristo ten piedad de nosotros
Dios Padre Celestial
Dios Hijo Redentor del Mundo
Trinidad Santa Un solo Dios

Santa María.
- Ruega por nosotros
Santa Madre de Dios
Santa Virgen de las Vírgenes
San José
San Kilian
San Rumold
San Livinus
San Oliver Plunkett
Todos los santos mártires

San Celestine
San Patricio
San Malachy
San Macnise
San Finian
San Mel
San Macartan
San Eugenio
San Colman
San Feliz
San Eunan
San Lawrence O´Toole
San Conleth
San Laserian
San Aidan
San Keieran
San Albert
San Ailbe
San Colman
San Ciaran
San Columbanus
San Gall
San Fursey
San Fintan
San Comgall
San Fiacre
Todos los santos Monjes y ermitaños

San Finbarr
San Flannan
San Munchin
San Fachtna
San Otteran
San Carthage
San Jarlath
San Nathy
San Asicus
San Nicolás
San Colman
San Muredach
San Declan
San Virgilius
San Senan
San Frigidian
San Cuthbert
San Rupert
San Celsus
San Cataldus
San Donatus
Beato Thaddeus
Todos los santos confesores de la fe

San Columba
San Kevin
San Brendan
San Canice
Santa Brígida
Santa Ita
Santa Attracta
Santa Dympna
Santa Lelia
Todos las santos y santas vírgenes.
- Rogad por nosotros
Todos los santos y santas de Irlanda.
Todos los santos y santas de Dios.

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo.
- Perdónanos Señor
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.
- Escúchanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.
- Ten piedad de nosotros

Todos los santos de Irlanda, orad por nosotros.
- Para que seamos dignos de las Promesas de Cristo


Oremos

Concédenos Señor, que tu gracia aumente en nosotros, que celebramos de todos los santos y santas de Irlanda de tal manera que quienes podemos gozar de su raza en la tierra podamos también poseer con ellos en los cielos la herencia de los bendecidos. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

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