sábado, 5 de enero de 2013

Carlos de San Andrés (Juan Andrés Houben), Santo

Pasionista, 5 de enero
Carlos de San Andrés (Juan Andrés Houben), Santo
Carlos de San Andrés (Juan Andrés Houben), Santo

Presbítero Pasionista

Martirologio Romano: En Dublín, en Irlanda, San Carlos de San Andrés (Juan Andrés Houben), presbítero de la Congregación de la Pasión, admirable ministro del sacramento de la penitencia.

Fecha de canonización: 3 de junio de 2007 por el Papa Benedicto XVI.

El samaritano de Irlanda

Los auténticos santos son imitadores de Cristo y el beato Carlos Houben fue uno de estos. Así nos dice Pierluigi di Eugenio: “Pasó bendiciendo, sanando y perdonando. Siempre dispuesto y amable. Pobre entre los pobres, hizo de su vida un don para los que sufren. Todo de Dios, todo del prójimo. Los necesitados del alma y del cuerpo no lo dejaban reposar ni un momento. Profundamente dedicado a la familia y a la patria trabajó por muchísimos años lejos de la una y de la otra, encontrando en los que sufren a los propios hermanos y en la tierra de Irlanda su propia patria”.

Juan Andrés nace en Munstergeleene en Holanda el 11 de diciembre de 1829, cuarto de diez hijos en una familia adinerada.

Crece en inteligencia, edad y gracia. El hermano José dirá de él: “Conocía solo dos caminos, el de la Iglesia y el de la escuela”. Mientras se hace camino en el ánimo del joven el deseo de ser sacerdote. Conoce los Pasionistas, con poco tiempo en Holanda llevados por el P. Domingo Barberi y a los 24 años, el 5 de noviembre de 1845, entra en el noviciado en Ere, Bélgica y viste el hábito con el nombre de Carlos.

Durante el noviciado es irreprensible. Éste es el testimonio de uno de sus compañeros: “Me sentía muy edificado delante de su grande santidad. Era ejemplar, lleno de fe y de piedad, puntual, observante de las reglas, simple, amable y de carácter dulce. Su piedad y su natural alegría le ganaban el afecto de todos”. El 21 de diciembre de 1850 es ordenado sacerdote. En 1852 es enviado a Inglaterra donde estaban los pasionistas desde hacía 10 años. Carlos no regresará más a Holanda ni volverá a ver a los suyos. Su madre había muerto 8 años atrás y el padre cerca de dos.

Pasará más de cuarenta años de su vida en las islas británicas. Se establece primero en Aston may, en Inglaterra; donde se prodiga a favor de los inmigrantes irlandeses que llevan a cabo el duro trabajo de las minas. Esta experiencia será útil en su próxima permanencia en Irlanda. Se dona completamente a ellos, se interesa de sus problemas, de su salud. Conforta, ayuda, cura, mientras continúa trabajando a favor de la congregación y de la Iglesia.

En 1857 lo transfieren a Irlanda, en Dublín / Mount Argus, donde los Pasionistas llegaron hacía poco tiempo. Se debe construir el convento y la iglesia. El P. Carlos se revela providencial. El pueblo Irlandés que lo ha visto a su lado con tanta solicitud, se muestra generoso. Se construye el convento y una bella iglesia dedicada a san Pablo de la Cruz. El P. Carlos, sin saberlo, prepara su propio santuario.

Carlos no será nunca un gran predicador, sobretodo por la dificultad de la lengua, pero pasa horas y horas en el confesionario, asiste los moribundos, bendice los enfermos con la reliquia de san Pablo de la Cruz. Acompañando la bendición con estremecedoras oraciones compuestas por él mismo. Tiene la fama de taumaturgo. Cada día cerca de trescientas personas, provenientes de todas partes de Irlanda, de Inglaterra, de Escocia y hasta de América, acuden a él, atraídos de la fama de su santidad. Encontraban un corazón compasivo, disponible y tierno. Médicos y enfermeros de Dublín, frente a casos desesperados, aconsejaban llamar al P. Carlos y Carlos acudía a las casas y a los hospitales, llevando casi siempre el don de una curación inesperada y siempre un trago de serenidad. Con amor preparaba los moribundos al gran paso, arrodillado en oración, cercano de sus lechos. Para hacerlo descansar un poco, lo superiores varias veces lo cambian de convento, pero después deben regresarlo a Dublín.

En la comunidad era ejemplar, lleno de fe y de piedad, simple y afable, de una amabilidad angelical. No obstante las ocupaciones pasa largo tiempo en adoración delante del tabernáculo. Seguido lo encuentran en éxtasis, especialmente durante la misa. A veces el monaguillo se ve obligado a sacudirlo para que prosiga la celebración.

En los últimos años de su vida sufre mucho por una gangrena en una pierna y otros males. Soporta la enfermedad con paciencia continuando a desarrollar su apostolado. Cada día continua a subir y bajar una escalera de 59 gradas, y cientos de veces, para recibir las personas que vienen a él.

Muere serenamente el 5 de enero de 1893. por cinco días, antes de la sepultura, recibe honras fúnebres debido a un rey, con gente proveniente de toda Irlanda.

Juan Pablo II lo declara beato el 16 de octubre de 1988, haciendo oficial la santidad del padre Carlos, que ya en vida todos llamaban el santo de Mount Argus. Benedicto XVI lo declaró santo el 3 de Junio de 2007.



San Carlos de San Andrés Houben, religioso presbítero
fecha: 5 de enero
n.: 1821 - †: 1893 - país: Irlanda
canonización: B: Juan Pablo II 16 oct 1988 - C:Benedicto XVI 3 jun 2007
En Dublín, en Irlanda, san Carlos de San Andrés (Juan Andrés) Houben, presbítero de la Congregación de la Pasión de Jesucristo, admirable ministro del sacramento de la Penitencia.
Nació el 11 de diciembre de 1821 en Munstergeleen, diócesis de Ruremond (Holanda). Fue bautizado el mismo día de su nacimiento con el nombre de Juan Andrés. Devoto y reservado por naturaleza, desde niño manifestó el deseo de ser sacerdote. Recibió la primera Comunión el 26 de abril de 1835, y la Confirmación el 28 de junio de ese mismo año. Empezó los estudios clásicos en Sittard, y los prosiguió en Broeksittard; los interrumpió en 1840 para hacer el servicio militar.
Precisamente en el cuartel de Bergen-op-Zoom, en 1841, a través de un compañero de armas, hermano de un religioso pasionista, oyó hablar por primera vez de la Congregación de la Pasión. Después del servicio militar, completó sus estudios. Sintiéndose atraído por esa espiritualidad, solicitó ser admitido en los pasionistas. Su petición fue aceptada por el beato Domingo Barberi. Entró en el noviciado de Ere, cerca de Tournai, el 5 de noviembre de 1845. El 10 de diciembre del año siguiente, terminado el año canónico del noviciado, emitió los votos; tomó el nombre de Carlos de San Andrés. Tras completar los estudios filosóficos y teológicos, el 21 de diciembre de 1850 recibió la ordenación sacerdotal.
Inmediatamente después lo enviaron a Inglaterra, donde los pasionistas habían fundado tres conventos. Allí ejerció durante un tiempo el cargo de vicemaestro de novicios, en Broadway, y el ministerio sacerdotal en la parroquia de San Wilfrido y en el barrio, hasta que en 1856 lo trasladaron al nuevo convento de Mount Argus, cerca de Dublín. Vivió casi todo el resto de su vida en ese retiro.
Fue sacerdote de singular piedad; se distinguió particularmente en el ejercicio de la obediencia, en la práctica de la pobreza, de la humildad y de la sencillez, y aún más en la devoción a la pasión del Señor. Llevaba siempre en la mano un pequeño crucifijo, para no apartarse de la contemplación de la Pasión, y celebraba con mucho fervor la santa misa, que a menudo prolongaba más de lo común. Se dedicó particularmente a la dirección espiritual de las almas a través de la confesión.
La fama de sus virtudes atrajo muy pronto al convento a un gran número de fieles, que pedían su bendición. En una ocasión, mientras visitaba una parroquia de campo, transportaron a los enfermos fuera de sus casas y los alinearon a lo largo de la calle, para que los bendijera. Existen testimonios atendibles de curaciones sorprendentes, que le valieron la fama de taumaturgo.
Precisamente a causa de dicha fama, difundida en todo el Reino Unido y extendida también en Estados Unidos y Australia, para darle un poco de tranquilidad fue trasladado en 1866 a Inglaterra, donde vivió en los conventos de Broadway, Sutton y Londres.
En 1874 volvió a Dublín, donde permaneció hasta su muerte. Hacia 1880, su salud comenzó a empeorar, también a causa de la vida austera y de la penitencia que hacía, pero jamás se le oyó lamentarse. El 12 de abril de 1881, la carroza en la que viajaba sufrió un accidente, y el padre se fracturó el pie derecho y la cadera. No logró curarse jamás completamente, contrayendo la gangrena. A partir del 9 de diciembre del año siguiente se vio obligado a guardar cama, y, después de grandes sufrimientos, vividos en silencio y ofrecidos al Crucificado, murió al amanecer del 5 de enero de 1893.

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