martes, 22 de enero de 2013

Domingo de Sora, Santo


Abad, 22 de enero
 
Domingo de Sora, Santo
Domingo de Sora, Santo

Abad

Martirologio Romano: En Sora, ciudad del Lacio (hoy Italia), santo Domingo, abad, que fundo algunos monasterios en diversas partes de Italia y, con su anhelo de reforma, condujo a otros a una vida regular (1031).
En los archivos de Foligno de Etruria, ciudad natal de Santo Domingo, se afirma que existe la costumbre de invocar su protección contra los rayos, pero no se indica cuál es el origen de esta práctica.

Tal vez se trata de algún incidente ocurrido en los primeros años de la vida de Santo Domingo, ya que los documentos sólo hablan de él, a partir del momento en que tomó el hábito.

Domingo consagró toda su actividad a la fundación de iglesias y monasterios benedictinos en varias partes de Italia; en Scandrilia, Soya, Sangro y otras ciudades.

Según parece, en cada nuevo monasterio nombraba a un abad, de suerte que quedaba libre para recomenzar su tarea en otro sitio. En los intervalos entre las diferentes fundaciones, Santo Domingo se consagraba a la oración, hasta que Dios le daba a conocer el sitio donde quería que fundase el próximo monasterio.

En medio de esta vida tan ocupada, el santo encontraba todavía tiempo para trabajar con las almas, y más de una vez el cielo ratificó con sorprendentes milagros sus esfuerzos por la conversión de los pecadores. Un monje llamado Juan, discípulo y constante compañero suyo, nos ha dejado una narración de dichos milagros, de algunos de los cuales fue probablemente testigo ocular.

Santo Domingo murió en 1031, a los ochenta años de edad, en Sora.

22 de enero
SANTO DOMINGO de SORA,
(*)

Abad
(1031)
   En los archivos de Foligno de Etruria, ciudad natal de Santo Domingo, se afirma que existe la costumbre de invocar su protección contra los rayos, pero no se indica cuál es el origen de esta práctica. Tal vez se trata de algún incidente ocurrido en los primeros años de la vida de Santo Domingo, ya que los documentos sólo hablan de él, a partir del momento en que tomó el hábito. Domingo consagró toda su actividad a la fundación de iglesias y monasterios benedictinos en varias partes de Italia; en Scandrilia, Soya, Sangro y otras ciudades. Según parece, en cada nuevo monasterio nombraba a un abad, de suerte que quedaba libre para recomenzar su tarea en otro sitio. En los intervalos entre las diferentes fundaciones, Santo Domingo se consagraba a la oración, hasta que Dios le daba a conocer el sitio donde quería que fundase el próximo monasterio. En medio de esta vida tan ocupada, el santo encontraba todavía tiempo para trabajar con las almas, y más de una vez el cielo ratificó con sorprendentes milagros sus esfuerzos por la conversión de los pecadores. Un monje llamado Juan, discípulo y constante compañero suyo, nos ha dejado una narración de dichos milagros, de algunos de los cuales fue probablemente testigo ocular. Santo Domingo murió en 1031, a los ochenta años de edad, en Sora de Campania.
   Ver Acta Sanctorum, enero, vols. II y III; Analecta Bollandiana, vol. I (1882), pp. 279-322; y A. Zimmermann, Kalendarium benedictinum, vol. I (1933), pp. 114-117.   
  • * Vidas de los Santos, de Butler. Vol. I.


Santo Domingo de Sora, abad y fundador
fecha: 22 de enero
n.: c. 951 - †: 1031 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: Santi e Beati
En Sora, ciudad del Lacio, santo Domingo, abad, que fundó monasterios en diversas regiones de Italia y condujo a otros cenobios a la disciplina regular con su espíritu renovador.
patronazgo: protector contra las fiebres y mordeduras de serpiente y perro.
tradiciones, refranes, devociones: En la localidad de Cocullo, en la región de Abruzzo, en Italia, se celebra su fiesta los primeros días de mayo, y la estatua es llevada en procesión recubierta de serpientes, que en los días precedentes los llamados "serpari" (serpenteros) tienen que cazar con habilidad. Terminado el rito, antes se las mataba o se las vendía a los turistas, pero en la actualidad, con otra cultura ambientalista, se las deja libres, por lo que los "serpari" tienen que capturar las inocuas, con cuidado de no atrapar las venenosas (A. Borrelli).

El monje Juan, que fue su compañero en todos los viajes, escribió una «Vita» que, por ser tan directa, es muy verosímil; Domingo nació en Foligno en el 951, y fue confiado desde niño por sus padres a los monjes de san Silvestre de Foligno, para que estudiase. Llegado a la juventud, abandonó todo y se retiró al monasterios de Santa María de Pietrademone, donde fue ordenado sacerdote e hizo su profesión de monje. Pero había en él, sin embargo, un deseo de vida eremítica, por lo cual comenzó a alternar ésta con la vida del cenobio; se retiró a un monte cerca de Scandriglia, en la provincia de Rieti, y en seguida fue acompañado por discípulos que provenían de los alrededores, para los cuales fundó el monasterio de San Salvador, convirtiéndose en abad.
Pero como su fama de santidad aumentaba entre el pueblo, para esconderse se trasladó a Aquila, donde fundó el monasterio de San Pedro del Lago; y del mismo modo fundó en el Sangro el de San Pedro de Avellana. En su itinerario llegó a la Campania, a Trisulti, donde permaneció ignorado por tres años, hasta que la población lo conoció a través de unos cazadores que contaron de él, lo rodearon de devoción, y fue todo un ir y venir de enfermos. Algunas crónicas medievales y tradiciones populares reportan que su principal milagro era contra las mordeduras de serpientes. En Trisulti fundó el monasterio de san Bartolomé, que alcanzó mucha notoriedad, y fue ricamente dotado por los habitantes del entorno, como los pueblos de Collepardo, Guarcino, Vico, a los que Domingo visitó, exhortándolos a una vida de intensa caridad fraterna, penitencia y buenas obras.
Se encontró con el papa Juan XVIII, al cual le pidió protección pontificia para sus fundaciones. Gracias a la donación de una tierra de conde Pietro Rainerio, señor de Sora, pudo construir un monasterio, que quedará, por su importancia, unido a su nombre, donde se estableció definitivamente. Se enfermó mientras comenzaba un nuevo viaje por la región Tusculana, por lo que a su regreso murió en Sora el 22 de enero de 1031, y fue sepultado en la iglesia del monasterio, donde aun se conserva.
Domingo de Sora, además de un gran fundador, resultó también un gran reformador de la vida de la Iglesia medieval, encaminando todo hacia la multiplicación de la vida monástica; e incluso precursor de las grandes órdenes, que a pocos siglos comenzarán a florecer en la Iglesia, a partir de su homónimo, santo Domingo de Guzmán.
Traducido para ETF, con algunos cambios, de un artículo de Antonio Borrelli. Ver Acta Sanctorum, enero II, pág 442ss
 

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