jueves, 17 de enero de 2013

¿El Purgatorio en la Biblia?

                            

Análisis de textos bíblicos en sus contextos
 
 
Fuego irá delante de Dios, y abrasará 
a sus enemigos alrededor (Sal 97, 3)
Fuerte es como la muerte el amor... sus brasas, 
brasas de fuego, fuerte llama. Las muchas aguas
no podrán apagar el amor (Cnt 8, 6-7)
 
(El fuego ardiente del amor es una llama divina. Dios Habla Hoy)
"Las doctrinas romanas tocantes al purgatorio, la absolución, el culto, y la adoración, tanto de imágenes como de reliquias, y también la invocación de los santos, no sólo son supersticiones, vanas invenciones sin ningún fundamento en las Escrituras, sino antes bien, son repugnantes a la Palabra de Dios". (Art 24 de la Constitución de la Iglesia Metodista de México. Es el artículo 14 en Disciplina de la Iglesia Metodista de México, 1991, p. 53).
En el folleto evangélico Mensajes del amor de Dios, dice, "la Palabra de Dios nos asegura que no hay ningún purgatorio" (No.749).
 
Cuando leemos los argumentos en contra del purgatorio, vemos que los autores no entienden la doctrina.
 
Primero tenemos que aclarar ciertos malentendidos sobre la enseñanza católica.
 
1) La obra de nuestra redención por la Cruz está terminada. Está absoluta y totalmente cumplida.
 
2) La aplicación de esta obra redentora de Cristo por el Espíritu Santo no está terminada, en nuestras vidas Dios manifiesta la obra de redención por la Cruz. Esta aplicación de los méritos que Jesús ganó por nosotros es igualmente esencial, no porque haga falta la obra de redención en la Cruz.
 
3) El purgatorio no da otro oportunidad a las personas después de morir. No es una segunda oportunidad. Los que van al purgatorio murieron en un estado de gracia, Son salvos. Los que mueran en estado de pecado mortal, un pecado de muerte (1 Jn 5, 16), son enemigos de Dios: no pueden hacer nada después de morir.
 
¿Qué es el Purgatorio según la Biblia?
 
Estamos acostumbrados a pensar que el purgatorio es un lugar de fuego. Pero esto es un símbolo. A través de la historia varios teólogos han dicho que el fuego simboliza el amor de Dios y el dolor que sufre alguien cuando se convierte completamente al Señor: ¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿O quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador... (Mal 3, 2)
Este fuego del amor de Dios nos purifica de toda impureza cuando le permitimos acercarse a nosotros. Esta purificación es difícil. Es decir que cuando dejamos nuestro egoísmo nos cuesta y nos duele; cada uno de nosotros estamos acostumbrados a controlar algo de nuestra vida. Pero Dios quiere toda nuestra voluntad, quiere que seamos perfectos.
 
Ahora, esta conversión es una lucha que nos cuesta, porque es dejar a Jesús ocupar el primer lugar. Y siempre hay un lugar en nuestro corazón que no queremos dar a Dios. Y mientras falte algo en nuestra conversión el amor de Dios no nos puede llenar completamente. El proceso de entregar todo al Señor es exigente. Ésta es la purificación de nuestro ser. Lo debemos hacer aquí en la Tierra como dice el Señor: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame (Mt 16, 24). El que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí (Mt 10, 38). De cierto. de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere lleva mucho fruto (Jn 12, 24). Hablando de su relación con Jesús, Juan el Bautista dijo: Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe (Jn 3, 30). Ver Mt 5, 48 y 1 P 1, 15-16).
 
Acercarse completamente a Dios con toda su infinita gloria y majestad no es fácil. Isaías, uno de los hombres más justos, cuando experimentó la Santidad y grandeza de Dios exclamó: ¡Ay de mi! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios... han visto is ojos al Rey, Jehová... y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado. Isaías fue purificado y limpiado por el fuego llevado del altar celestial.
Dios es santo y nadie que muera con algo no santo en su corazón está listo para dejar su egoísmo y ver a Dios. Este sufrimiento por el fuego de amor, esta purificación del "yo" es dura: He aquí viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará (Mal 4, 1).
 
Si morimos con egoísmo, aunque somos perdonados e iremos al cielo, no estamos listos todavía para aceptar completamente la voluntad y el amor de Dios. La purificación que se requiere para "negarse a sí mismo" y entregarnos completamente a Dios, nos cuesta; es un Purgatorio. Puede ser en un instante, cuando aparecemos frente al fuego del amor de Dios o puede tomar tiempo si resistimos.
Recuerda al joven rico del que la Biblia dice cumplió todo. Aun así cuando Jesús le pidió (un poco) más si quieres llegar a la perfección... (Mt 19, 21) el joven no lo podía dar. Todavía no podía entregar todo al Señor. Le faltó algo: purificarse de la atracción a las cosas que tenía para ser santo. La purificación está simbolizada por "el fuego" del Purgatorio: nuestro Dios es fuego consumidor (Heb 29). ¡Quiere consumirnos! Y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente. Un río de fuego procedía de él (Dn 7, 9-11). Vendrá nuestro Dios, y no callará; Fuego consumirá delante de él (Sal 50, 3). Y el Dios que respondiere por medio de fuego, ése sea Dios (1 R 18, 24). Elías fue llevado al cielo por medio del fuego dice Eclo 48, 1-10.
Solamente los puros sin mancha pueden entrar en el cielo según el libro del Apocalipsis (21, 27). Pablo dice que Dios: habita en luz inaccesible (1 Ti 6, 16). Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio (Hab 1, 13). En la carta a los hebreos leemos: Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor (Heb 12, 14). Tenemos que llegar a ser perfectos como Dios es perfecto (Mt 5, 48). No es fácil. La puerta es estrecha (Mt 7, 13). El rey David dijo que sólo los puros de corazón pueden subir al monte del Señor (Sal 24, 3-4). Este monte prefigura el cielo (Heb 12, 18-20 y Ap 14, 1). No estoy diciendo que Dios es inaccesible. No. Jesús mismo se encarnó para estar con nosotros, pero lo que Él quiere es una entrega, un compromiso total. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios... son sin mancha delante del trono de Dios (Ap 14, 5). Son intachables (Dios Habla Hoy).
 
Dios es fuego
 
El autor de la Carta a los Hebreos hace este vínculo con el monte Horeb con todo su fuego el cielo: Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar y que ardia en fuego....Os habéis acercado al monte Sión, a la ciudad del Dios, Jerusalén la celestial (Heb 12, 18-22).
Pablo dice: la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará....si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego (1 Co 3, 13-15.). Todos los que han edificado en Cristo van a salvarse. Son purificados para tener una obra perfecta. Pero algunos tendrán que ser más purificados. Algunos expertos bíblicos dicen que 1 Co 3 trata de la purificación en la resurrección en el fin del mundo y no necesariamente del Purgatorio; puede ser. Pero la Iglesia siempre ha dicho que cuando una persona muere, también pasa por un juicio que anticipa el juicio y resurrección final. Al fin y al cabo necesitamos pasar por una purificación (por eso no puede ser ni cielo ni infierno): Porque todos serán salvados con fuego, y todo sacrificio será salado con sal (Mr 9, 49). Es un sacrificio. El grano de trigo tiene que morir dijo Jesús. He aquí que Jehová vendrá con fuego (Is 66, 15).
 
A continuación citamos del libro Home Sweet Rome (Roma Dulce Hogar)(1) de un matrimonio presbiteriano (ambos teólogos) que se convirtieron a la Iglesia católica. Hablan del Purgatorio en que llegaron a creer:
 
"La Biblia muestra cuantas veces Dios se reveló a su pueblo por medio de fuego para renovar su Pacto con ellos: como horno humeando, y una antorcha de fuego (Gn 15, 1); en la zarza que ardía en fuego con Moisés (Ex 3, 2); en una columna de fuego para los Israelitas (Ex 13, 21-22); en el fuego celestial que consumió los sacrificios de David (1 Cr 21, 26), Salomón (2 Cr 7, 1) yElías (1 R 18, 38)(2) ; y las "lenguas de fuego" en Pentecostés. Cuando Hebreos 12, 29 describe a Dios como "fuego consumidor" no está necesariamente hablando de su rabia. Existe un fuego del infierno, pero existe un fuego infinitamente más fuerte en el Cielo: es Dios mismo. Entonces "fuego" se refiere al amor infinito de Dios más que a su rabia. Su naturaleza es como un horno de amor. Por eso las Escrituras se refieren a los ángeles que están más cerca a Dios como Serafines, que literalmente quiere decir LOS QUE ARDEN en Hebreo. Y por eso Pablo describe en 1 Co 3, 13 que todos los santos tienen que pasar por el juicio de fuego cuando la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declara, pues por el fuego será revelada. Obviamente no está hablando del fuego del infierno porque son los santos que son juzgados. Él está hablando de un fuego que les prepara para vida eterna con Dios en el Cielo; entonces el propósito de Dios es manifestar: revelar si las obras son puras ("oro y plata") o impuras ("madero, heno, hojarasca"). El versículo 15 demuestra que algunos santos, quienes irán al Cielo, pasarán por fuego y sufrirán: si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque es así como por fuego. El fuego es para purificar "purgar" a los santos. Es un fuego purgatorial; uno que purifica y prepara a los santos para ser envueltos en el fuego consumidor del amor de Dios para toda la eternidad".
En Levítico 19, 2 Dios manda a los hijos de Israel de ser Santos porque Él es santo. No hay opción. Luego les dice lo que implica ser santo (sin pecado): no hurtar, no engañar, no mentir, no jurar falsamente, no profanar su nombre, no oprimir al prójimo, no robar, no retener el salario del jornalero, no maldecir, no hacer injusticia, no chismear, no atentar contra la vida de otro, no odiar, no vengarse, no guardar rencor sino "amar al prójimo como a ti mismo" (vv. 11-18). ¿Fácil?
¿Quién puede cumplir todo esto para ser Santo? Si no llegamos a ser Santos completamente en esta vida, Dios nos seguirá ayudando con el fuego de purificación en la otra para "ser Santos COMO Dios es Santo".
En el día de Pentecostés los Apóstoles, quienes tenían mucho miedo (aunque habían estado con Jesús tres años), fueron purificados de este miedo con lenguas repartidas, como de fuego. Tenemos la esperanza de que el orar, leer la Biblia, el amar, nos hace limpios, puros y apartados del mundo. Pero si morimos con algo que es obstáculo para recibir plenamente el amor de Dios, Él nos da otra oportunidad.
 
El sufrimiento
 
Jesucristo nos pidió ayunar. En el Sermón del monte toma por supuesto que el cristiano haría esto, no dice "si ayunan", sino cuando ayunéis (Mt 6, 16-17). ¿Por qué hacer este sacrificio de ayunar si la obra en la Cruz está completa?
¿Por qué necesitamos padecer? No es que falte algo en la obra redentora de Cristo sino es para "cumplir" lo que otros deben hacer, porque el amor lo exige: El amor es sufrido... Todo lo sufre (1 Co 13, 4 y 7). Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia (Col 1, 24). Parte de nuestras obras para otros es orar: Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte pedirá, y Dios le dará vida (1 Jn 5, 16. Ver adelante: "indulgencias".)
 
Otra razón para sufrir es por nosotros mismos cuando el pecado: reine en nuestro cuerpo (Ro 6, 12). Este sufrir es morir a las cosas de la carne, y duele. Las obras malas que hacemos, o las buenas que hubiéramos tenido que hacer, pero por flojera, indiferencia, rencor, orgullo no las hicimos, llevan al sufrimiento:
 
Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la carne terminó con el pecado (1 P 4, 1).
Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados (Ro 8, 17). Seremos probados por el fuego: la obra de cada uno será manifiesta; porque el día la declarará. pues por el fuego será revelada. La obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará (1 Co 3, 13. Ver 2 Ti 2, 11-13).
Si yo destruyo tu automóvil y luego te pido perdón me vas a perdonar por ser cristiano. Pero no quiere decir que, aunque perdonado, no tendré que reparar el daño (en este caso reemplazar el coche). De hecho, si de verás estoy arrepentido, voy a querer hacerlo por ser esto lo justo. Y tal vez me vaya a costar mucho trabajo.
 
Dios nos perdona, pero tenemos que sufrir para hacer reparación en esta tierra: De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante (Mt 5, 26). Dios nos quiere, nos quiere demasiado para dejarnos inmaduros y tibios. El sufrimiento nos ayuda a crecer. A nadie le gusta reconocer esto. Es más difícil para los evangélicos que predican el evangelio de la prosperidad: el cristiano nunca sufre sino siempre prospera en salud y dinero.
 
¿Habla la biblia de otro lugar además del cielo y del infierno?
 
En el libro del Apocalipsis (20, 4-5 y 11) encontramos dos tipos de muertos. En el versículo 4 leemos: Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar(3); y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús (los mártires)... y vivieron y reinaron con Cristo por mil años. Esto es la primera resurrección, de los que fueron directamente al Cielo por derramar su sangre por Cristo. Después leemos: Pero los muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección (v. 5). Estos no tienen vida (Dios es vida), es decir no están en el Cielo con Él. Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros según sus obras.... y al Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago del fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego (vv. 11-15). Vemos dos tipos de personas que son juzgadas según sus obras. No pueden ser los de vv 4-5 porque ellos ya están en el Cielo. Su "obra" era dar su vida por Cristo. No hay necesidad de juzgarles. Estos dos tipos que estaban en Hades (vv. 11-15). Además de significar el Infierno, Hades también es la palabra griega para el SHEOL del AT, y el Sheol no es infierno sino otro lugar(4).
Ambos tipos de personas que salieron de Hades en Apocalipsis 20 son juzgados. Los del segundo lugar que tienen su nombre en el Libro de la vida. Van al Cielo porque sus obras fueron buenas. Los otros van al lago del fuego, que es el Infierno.
Unos piensan que si Dios nos perdona quiere decir que no puede haber satisfacción (penitencia) después de morir. Pero el perdonar no excluye necesariamente que haya satisfacción después. A veces la justicia, y el deseo de que la persona que cometió el error madure, la justifican. La Biblia misma nos muestra ejemplos: Aunque Dios había perdonado a Adán, le dio un castigo de padecer y morir (Gn 3, 17-19). Dios perdonó a los israelitas, pero tuvieron que recibir el castigo de no ver la Tierra Prometida (Nm 14, 20-2 y 20, 12). Moisés fue castigado por su pecado aunque fue perdonado por Dios: No pudo entrar en la Tierra Prometida.
 
Jesús habló de un pecado que no es perdonado ni en este mundo ni en el venidero (Mt 12, 32 Dios Habla Hoy). Sugiere que hay otro lugar y que la expiación puede suceder después de la muerte. Hemos visto que Mateo dice: de cierto te digo que no saldrás de allí hasta que pagues el último cuadrante (5, 26). Esta "prisión" no puede ser el infierno porque nadie sale del infierno, tiene que ser otro lugar.
 
Jesús nos da una parábola del hombre rico y el pobre (Lc 16, 22-26). El rico no está en el infierno, porque él pide misericordia para sus hermanos (vv. 27-28), y no hay amor así en el infierno. Tampoco podría hablar con Abraham si estuviera en el infierno porque no hay comunicación entre las almas del infierno y las del cielo. Si así fuera, las almas en el infierno tendrían un poquito de consolación al poder relacionarse con los Santos y con Dios. En el Infierno no hay este consuelo.
El Purgatorio es el lugar al que fue Jesús a predicar a los espíritus encarcelados como el rey David, Isaac, y el profeta Jeremías (1 P 3, 19).
Dios nos ama demasiado para dejarnos inmaduros. Un ejemplo de esta doctrina se puede entender con el año escolar: Hay alumnos que cumplen su tarea y pueden graduarse directamente en la universidad. Pero hay otros que no cumplen y, entonces, en el "calor" del verano deben sufrir, preparando las materias para cumplir los requisitos de la universidad antes de graduarse. Así es el purgatorio, un tiempo para cumplir lo que faltó en la vida.
 
He aquí te he purificado, y no como a plata; te he escogido en horno de aflicción (Is 48, 10. Ver Job 15, 34). Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, ... sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo... (1 P 4, 12-13). ¿Por qué sufrir, si el sufrimiento de Jesús fue completo en la Cruz? Sí lo fue. Es exactamente porque padeció Jesús en la Cruz que tenemos que sufrir. Somos imitadores de Cristo. Revivimos la vida de Jesús en la Tierra. Esto incluye sus sufrimientos: me gozo en lo que padezco por vosotros, cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo que es la iglesia (Col 1, 24). No es porque Cristo no sufrió bastante, sino porque su vida está en nosotros. Y si no padecemos por amor en esta tierra, tendremos que padecer en la próxima: Quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado (1 P 4, 1). Los evangélicos piensan que la doctrina del purgatorio disminuye la gracia salvadora de Cristo. Pero no es cierto. El enfoque no está tanto en el poder salvador de Dios, sino en nuestra respuesta a Él como seres libres.
Hebreos 9 y 10, que citan los hermanos, no tienen nada que ver con refutar la doctrina del purgatorio. Estos textos tratan de que en el AT, el sacerdote judío entraba en el santísimo una vez al año. Estos sacerdotes tenían que volver a ofrecer cada año para renovar el sacrificio. Jesús entró en el Santuario (el cielo) de una vez para siempre para ofrecerse perpetuamente a sí mismo al Padre. Nada más. De hecho, estos textos prueban que la Misa Católica participa en este sacrificio celestial donde Jesús no muere pero sí se sacrifica(5).
Leyendo a los Padres de la Iglesia Primitiva ( por ejemplo, Tertuliano) se ve que los cristianos han creído en esta doctrina desde el principio. Es algo que recibieron de los Apóstoles.
La creencia del Purgatorio está relacionada con lo que vimos en el capítulo 18, que el Cristiano no solamente está declarado limpio externamente en forma legal. ¿Cómo podrían entrar en el Cielo los protestantes si adentro queda lo impuro? Aunque la ropa limpia cubre el cuerpo sucio, no lava el cuerpo.
Es mejor creer en la Biblia. Con la ayuda del Señor tenemos que "purgar" todo lo que no es de Dios y negarnos a nosotros mismos, aquí en la tierra muriendo a nuestro egoísmo o después de morir, en el Purgatorio.
 
Indulgencias: ofrecer oraciones para las ánimas benditas(6).
 
Vimos que Dios pide algo de nosotros aunque nos ha perdonado. Pablo indica que los cristianos tienen que enfrentar algún tipo de juicio aunque son justificados(7). Después de nuestra justificación Dios puede enojarse por los pecados que cometemos. Estaba enojado con los santos aunque ya se habían reconciliado con Dios(8). Y no fue sólo antes de que Cristo muriera en la Cruz, porque murió desde la fundación del mundo (Ap 13, 8).
Aunque somos perdonados por Dios, quedan cosas qué reparar. Cuando Natán el profeta enfrenta a David por cometer adulterio leemos: Entonces dijo David a Natán: Pequé contra Jehová. Y Natán dijo a David: También Jehová ha remitido tu pecado; no morirás. Mas por cuanto con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos de Jehová, el hijo que te ha nacido ciertamente morirá (2 S 12, 13-14). Dios indica que había perdonado a David, pero tendría que sufrir la perdida de su hijo entre otras calamidades (2 S 12, 18). Otro ejemplo de pagar la multa aún después de morir es la muerte misma: Aún las personas que han sido perdonadas mueren por causa del pecado original.
En la segunda carta de Pablo a Timoteo encontramos el siguiente deseo del Apóstol en cuanto a un hombre llamado Onesíforo: Tenga el Señor misericordia de la casa de Onesíforo, porque muchas veces me confortó, y no se avergonzó de mis cadenas, sino que cuando estuvo en Roma, me buscó solícitamente y me halló. Concédale el Señor que halle misericordia cerca del Señor en aquel día. Y cuánto nos ayudó en Efeso, tú lo sabes mejor (2 Ti 1, 16-18). Luego Pablo termina la carta diciendo: Saluda a Prisca y a Aquila, y a la casa de Onesíforo (2 Ti 4, 19).
Pablo habla de Onesíforo en tiempo pasado como si hubiera muerto. Los comentarios bíblicos lo ven a sí. Además Pablo distingue entre él y su casa y saluda solamente a su casa en 4, 19 mientras saluda a personas particulares (Prisca y Aquila). Esto significa que Pablo cree en la eficacia de las oraciones por los difuntos y que Onesíforo se encuentra en el Purgatorio.
Los indulgencias son oraciones y sacrificios que hacemos para nosotros o para otros, para que los méritos de Cristo se apliquen a las almas y disminuyan su sufrimiento (tiempo de purificación en el Purgatorio). Los miembros del Cuerpo de Cristo, se preocupen los unos por los otros (1 Co 12, 26). (Desde v. 12 Pablo habla del cuerpo místico de Cristo que es la Iglesia). La misa es la oración más importante donde se aplican los méritos que Cristo ganó en la Cruz para otras personas.
Entre los ejemplos bíblicos de personas que por sus oraciones disminuyen el castigo de otros se encuentra el caso de Salomón que se desvió del Señor y Dios prometió quitarle su reino. Pero mira lo que dijo Dios: Y dijo Jehová a Salomón: Por cuanto ha habido esto en ti, y no has guardado mi pacto y mis estatutos que yo te mandé, romperé de ti el reino, y lo entregaré a tu siervo. Sin embargo, no lo haré en tus días, por amor a David tu padre... no romperé todo el reino, sino que daré una tribu a tu hijo, por amor a David mi siervo (1 R 11, 11-13). Dios disminuyó su castigo temporal en dos maneras: pospone quitarle el reino hasta después cuando castiga a sus hijos, y deja una tribu, la de Benjamín, bajo el control de Judá. Es claro el por qué Dios lo hace: No es por Salomón sino por su padre David.
Otros ejemplos incluyen Gn 18, 16-33, cuando Dios prometió a Abraham que no destruiría la ciudad de Sodoma si encontraba cierto número de justos. En Romanos 11 Pablo habla del lugar especial que ocupan los judíos por razón de los Patriarcas (Ro 11, 28-29). La teología judía habla de "los méritos de los antepasados".
La Iglesia nunca enseñó la venta de indulgencias. Es cierto que en el tiempo de Martín Lutero había individuos que sí las vendían (como el dominico Johann Tetzal (1465-1519), pero en esto actuaban en contra de la Iglesia. El cardenal Cayetano (1469-1534) condenó a personas que actuaban "en el nombre de la Iglesia sin seguir sus enseñanzas".
Hemos visto en el capítulo 6 que los hermanos no tienen la Biblia completa. Faltan a la Revelación de Dios. En 2 Macabeos leemos que Judas Macabeos: hizo ofrecer ese sacrificio por los muertos, para que Dios les perdonara (2 Mac 12, 45-46).
En las catacumbas, los cristianos durante las persecuciones de los primeros tres siglos, escribieron oraciones para los difuntos.
Algunos epitafios de las catacumbas:
"80. De Agacio, subdiácono pecador, ten misericordia, Dios.
81. Flavia Prima Amevania, hija de Aurelio Semnio. El Señor refrigere tu espíritu".
En resumen: No tenemos que ir al Purgatorio. Cristo nos da la gracia necesaria para ir directamente al cielo si "sufrimos" aquí en esta tierra al no dejar que el pecado domine en nuestra vida. No añadimos nada a la obra de Cristo en la Cruz. Esta obra es manifestada en nosotros por el Espíritu Santo, que por su fuego nos purifica de todo mal, haciéndonos santos (santificándonos). En Levítico 19, 2 Dios manda a los hijos de Israel ser santos porque Él es Santo. No hay opción. Luego les dice qué implica ser santo (sin pecado): no hurtar, no engañar, no mentir...y amar al prójimo como a si mismo" (vv. 11-18). ¿Quién puede cumplir la Ley moral para llegar a ser perfectos como el Padre y yo somos perfectos sin la gracia de Dios y nuestra respuesta a ella que no fácilmente es una entrega total y completa?
Si los hermanos pueden aceptar que, además de la obra de Cristo se necesita fe para salvarnos, deben poder entender la posición católica sobre el Purgatorio.
 
¿Qué dice la Iglesia Primitiva?
 
El Purgatorio
Abercio (180 d.C.): Epitafio de Abercio.
Tertuliano (211): La Corona, 3:3 y Monogamia, 10:1-2 (esto después del año 213).
Lactancio (304-310): Instituciones divinas, 7:21:6.
Cirilo de Jerusalén (350): Lecturas Catequistas, 23; Mistagógica 5:9 


NOTAS
1. Scott & Kimberly Hahn. Ignatius Press. San Francisco Ca., 1993. pp 126-127.
2. Ver Eclo 48,1
3. Los Santos tienen autoridad celestial.
4. En el Credo decimos que "Cristo descendió al infierno (Hades)" pero en esta ocasión Hades está mal traducida. Cristo no fue al infierno donde está el diablo.
5. Cuando por e. j. el sacerdote invita a la comunidad reunida en la misa con las palabras, "levantemos el corazón", participamos en esta liturgia en el Cielo. Es interesante que el libro del Apocalipsis describa esta celebración celestial en el templo celestial mencionado en Ez 1, 26 y 40-48, Hebreos (8, 4-5 y 9, 23-24) y Hechos (7, 44). Lo que Juan vio en domingo, el día del Señor (Apoc 1, 10) es más parecido al culto católico que al de los protestantes. La misa es copia de lo celestial. Encontramos un altar (Ap 6, 9 y 8 ,3), las vestiduras que llevan los ancianos/presbíteros (6, 11 y 7, 13), el uso del incienso (8 ,3-5), oraciones repetidas como en la misa: Santo, Santo, Santo (4, 8) y por los siglos de los siglos, Amen (7, 12), etc. Moisés también fue mandado a copiar lo que vio para el culto judío.
6. Gracias al artículo Fatally flawed thinking por James Akin (This Rock, "Catholic Answers", July 1993, pp. 7-13:9) por las ideas de este apartado.
7. Ro 14, 10 y 12; 1 Co 11, 32; 2 Co 5, 9-10 y Ef 5, 6-7.
8. Dt 3, 26 y 4, 21; 1 R 11, 9 y 1 Cr 19, 2-3.

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