martes, 15 de enero de 2013

Francisco Fernández de Capillas, Santo


Presbítero Dominico y Mártir, 15 de enero
 
Francisco Fernández de Capillas, Santo
Francisco Fernández de Capillas, Santo

Presbítero y Mártir

Martirologio Romano: En la ciudad de Fu’an, en la provincia de Fujian, en China, san Francisco Fernández de Capillas, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, el cual anunció el nombre de Cristo primero en las Islas Filipinas y después en Fujian, donde, bajo la persecución de los tártaros, fue encarcelado por largo tiempo y finalmente degollado (1648).

Fecha de canonización: 1 de octubre de 2000 por el Papa Juan Pablo II.
Nace el 15 de agosto de 1607 en Baquerín de Campos, (Palencia-España). El menor de cinco hermanos estudió, desde niño,en Palencia donde conoció a los dominicos y descubrió un primer germen de vocación. Fue en el convento de San Pablo de Valladolid donde ingresa en la Orden y profesa al tiempo que hace los estudios institucionales.

Por estos años, el ardor misionero se proyecta hacia el Nuevo Mundo y hacia los países del Extremo Oriente. Todavía siendo diácono, en 1631, con otros treinta jóvenes dominicos, embarca rumbo a México, primera etapa del viaje. Casi un año tardarán en llegar a Manila con la recia experiencia de una travesía llena de padecimientos. En la capital filipina, Fray Francisco recibe la ordenación sacerdotal a los 25 años de edad.

En Manila ejerce su vocación sacerdotal y misionera durante nueve largos años, en ansiosa espera de ser enviado a China. Otra escala en Formosa hasta que los cristianos chinos les faciliten la entrada en Fujián el año 1642. La persecución más o menos declarada a los cristianos es el ambiente en el que desarrolla su acción evangelizadora.

Fiebres cuartanas y privaciones de todo orden debilitan extraordinariamente su salud. Pero nada le detiene en su misión. La integridad de su vida, la bondad de su corazón y la entrega a su vocación hacen que los cristianos hablen de él como del “santo Capillas”. Arrestado cuando regresaba a su refugio después de atender a los enfermos, es juzgado y condenado por defender su fe y su amor a Jesucristo. Dos meses de tormentos en la cárcel desembocan en su degollación el 5 de enero de 1648.

Beatificado por san Pío Xel año 1909 y canonizado por Juan Pablo II el 2000, juntamente con 120 mártires de China. La reliquia de su cabeza se conserva en el convento de los dominicos de San Pablo de Valladolid.

Perfil espiritual.

Una carta sencilla del santo a uno de sus hermanos revela, mejor que cualquier descripción, su fisonomía espiritual. Aparece su fe como elemento envolvente de toda su vida. De ella deriva la visión providencialista: “...es Dios nuestro Señor el que aquí me ha traído...” Esta convicción se ha ido consolidando con oración y reflexión,contemplándose a sí mismo ante el Dios que le ha elegido para colaborar en la extensión del reino. Todo ello le otorga una fortaleza inamovible para estar allí donde el Señor le ha enviado; de tal manera que “no bastan trazas humanas para sacarme de aquí hasta que se llegue la hora en que tiene determinado nuestro Señor Jesucristo sacarme.”

La firmeza de su fe se trasfunde a su entereza humana, a su manera de afrontar templadamente las hostilidades y provocaciones: “...viéndome todos padecer con igualdad de ánimo...”

La Voluntad de Dios es la norma de su vida. Esta actitud filial imitada de Jesús de Nazaretse manifiesta auténtica ante la adversidad , la persecución, la cárcel y la misma muerte. Su condición humana, no obstante, le hace sentirla flaqueza natural como un riesgo que él quiere superar en la ayuda de Dios: “Hace que rueguen por mí todos para que me dé Dios nuestro Señor valor, si acaso se ofrece el volver a padecer por él mayores tormentos de los padecidos y glorificarlo por la muerte, que para todo estoy dispuesto en la voluntad de nuestro Señor.”

El amor al prójimo, reverso del amora Dios, le salta a cualquier hora y momento: “... yo reparto con ellos (los encarcelados) de lo que me dan y les sirvo en lo que me mandan y me tengo por muy dichoso en eso.”

El martirio esdon de Dios que Francisco viene tejiendo día a día desde su primeriza vocación y que él mismo curte en la persecución, en las privaciones y en las enfermedades. Su preocupación por la salvación de las almas ha marcado sus pasos y señalado los caminos que él pisará a fondo por más que sean pedregosos y escarpados.

Testigo de Jesucristo y de su evangelio en palabras, acciones y vida entregada.

San Francisco Fernández de Capillas, presbítero y mártir
fecha: 15 de enero
n.: 1607 - †: 1648 - país: China
canonización: B: Pío X 2 may 1909 - C: Juan Pablo II 1 oct 2000
hagiografía: «Vidas de los santos», Alban Butler
En la ciudad de Fu'an, en la provincia de Fujián, en China, san Francisco Fernández de Capillas, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, el cual anunció el nombre de Cristo primero en las islas Filipinas y después en Fujián, donde durante la persecución bajo los tártaros fue encarcelado por largo tiempo y finalmente decapitado.

Los dominicos llegaron a China después de los jesuitas, en el siglo XVII, y a la Orden de Predicadores pertenece el honor de haber dado el primer sacerdote y obispo chino, Gregorio Lo (1616-1691), y el primer beato martirizado en China, Francisco Fernández de Capillas. Francisco había nacido de una humilde familia en la provincia de Valladolid, y a los diecisiete años había entrado en la orden de Santo Domingo. Se ofreció como voluntario para la misión de Filipinas, y recibió el sacerdocio en Manila en 1631. Durante diez años trabajó bajo el sol tropical de Cagayán, en Luzón, considerando este campo apostólico como una especie de preparación para la misión más ardua a la que se sentía llamado. Con miras a cumplirla, empezó a practicar grandes austeridades, como la de dormir sobre una cruz de madera, las cortas horas que reservaba para el descanso, y la de exponer voluntariamente su cuerpo al aguijón de los insectos que infestaban la región. Finalmente, en 1642, fue elegido para acompañar a uno de los primeros misioneros, el P. Francisco Díaz, O.P., que a la sazón pasaba por Forinosa para continuar el apostolado que había comenzado en la provincia china de Fu-kién. El P. Fernández de Capillas aprendió la lengua, y su obra misional parece haber tenido un éxito inmenso. En Fogán, Moyán, Tingteu y otras ciudades obtuvo numerosas conversiones.

Desgraciadamente, en aquella época se desataron los grandes disturbios revolucionarios que iban a sacudir todo el imperio chino. La dinastía Ming se extinguió, y los tártaros de Manchuria, cuyo auxilio se había solicitado para sofocar la rebelión, acabaron por convertirse en dueños del país. Fu-kién resistió bravamente a los tártaros, que lograron apoderarse de Fogán, pero ahí fueron sitiados por el virrey chino. Según parece, durante el sitio de la ciudad, el P. Francisco consiguió introducirse en ella para asistir a sus convertidos. Los mandarines de la antigua administración se habían mostrado tolerantes y muy abiertos con los cristianos, pero los nuevos amos de la región se oponían brutalmente a la religión extranjera. El santo fue arrestado y juzgado como espía del ejército que sitiaba la ciudad, cruelmente torturado y finalmente decapitado, el 15 de enero de 1648. Hay que hacer notar, a propósito de todos los misioneros que murieron en aquella época y de los que se podría dudar si dieron su vida por la fe o por motivos políticos, que, si bien los PP. Ferrando y Fonseca admiten en su «Historia de los Dominicos en Filipinas» que la acusación formal por la que fue condenado el P. Fernández de Capillas fue la de «rebeldía», pero la Santa Sede le beatificó en 1909 como verdadero mártir. Fue a su vez canonizado en el año 2000 junto con otros muchos mártires de la China en distintos siglos.

Por lo que toca a este santo dominico, no estará de más citar un párrafo de Sir Robert K. Douglas:
«¿Por qué os preocupáis tanto -preguntó una vez el emperador Kangshi a un misionero- de la vida futura que no conocéis?». Y, expresando la opinión de la sabiduría humana, le argüyó que sería más prudente pensar en la vida presente que en la futura. Es posible que al decir esto tuviese presente las últimas palabras de Fernández de Capillas, que había sufrido el martirio en 1648: «Yo nunca he tenido otra casa que el mundo -había dicho el mártir a su juez-, ni otro lecho que la tierra, ni otro alimento que el pan que cada día me ha dado la Providencia, ni otra razón de vivir que trabajar y sufrir por la gloria de Jesucristo y por la felicidad eterna de los que creen en su nombre».

Ver Touron, Histoire des hommes illustres O.P., vol. VI, pp. 732-733; y especialmente Juan Ferrando y Joaquín Fonseca, Historia de los PP. Dominicos en las Islas Filipinas, vol. II, pp. 569-587, Cf. R. K. Douglas, China, en la serie Story of the Nations, pp. 61-62. N.ETF: en el decreto de beatificación (AAS 1-1909-, pág, 171) aparece mencionado como Francisco de Capillas, como si «Fernando» fuera segundo nombre, y no el apellido «Fernández». En alguna bibliografía -como el original del artículo del Butler que transcribo- aparece como Francisco Fernando de Capillas; sin embargo, en la documentación y bibliografía más moderna aparece de la manera que parece ser correcta, es decir, Francisco Fernández de Capillas (ver, por ejemplo, acta del consistorio público para la canonización, AAS 92-2000-, pág 377).
fuente: «Vidas de los santos», Alban Butler
 

No hay comentarios: