miércoles, 9 de enero de 2013

Las Indulgencias


El Padre Hector M. Perez Villareal nos explica sobre la «indulgencia», que es muy conocido entre los fieles y uno de los elementos constitutivos del Jubileo. En ella se manifiesta la plenitud de la misericordia del Padre, que sale al encuentro de todos con su amor, manifestado en primer lugar con el perdón de las culpas. (IM10).

El Papa ha expresado claramente el carácter penitencial y de conversión de este año Jubilar: “El año santo es por su naturaleza un momento de llamada a la conversión”… “Como sucesor de Pedro, pido que en este año de misericordia la Iglesia, persuadida de la santidad que recibe del Señor, se postre ante Dios e implore perdón por los pecados pasados y presentes de sus hijos”.
“Que en este año jubilar nadie quiera excluirse del abrazo del Padre” (IM 11). Con esta intención entendemos nosotros la indulgencia.

Doctrina

El pecado, por su carácter de ofensa a la santidad y a la justicia de Dios, como también de desprecio a la amistad personal de Dios con el hombre, tiene una doble consecuencia. En primer lugar, si es grave, comporta la privación de la comunión con Dios y, por consiguiente, la exclusión de la participación en la vida eterna. Sin embargo, Dios, en su misericordia, concede al pecador arrepentido el perdón del pecado grave y la remisión de la consiguiente «pena eterna».
En segundo lugar, «todo pecado, incluso venial, entraña apego desordenado a las criaturas que es necesario purificar, sea aquí abajo, sea después de la muerte, en el estado que se llama Purgatorio. Esta purificación libera de lo que se llama la «pena temporal del pecado», con cuya expiación se cancela lo que impide la plena comunión con Dios y con los hermanos.
Los fieles, al ganar las indulgencias, advierten que no pueden expiar con solas sus fuerzas el mal que al pecar se han infligido a sí mismos y a toda la comunidad, y por ello son movidos a una humildad saludable». (IM 10)

El Catecismo de la Iglesia Católica nos lo explica de la siguiente manera:

“El perdón del pecado y la restauración de la comunión con Dios entrañan la remisión de las penas eternas del pecado. Pero las penas temporales del pecado permanecen. El cristiano debe esforzarse, soportando pacientemente los sufrimientos y las pruebas de toda clase y, llegado el día, enfrentándose serenamente con la muerte, por aceptar como una gracia estas penas temporales del pecado; debe aplicarse, tanto mediante las obras de misericordia y de caridad, como mediante la oración y las distintas prácticas de penitencia, a despojarse completamente del ‘hombre viejo’ y a revestirse del ‘hombre nuevo”‘ (1473).

“La indulgencias se obtienen por la Iglesia que, en virtud del poder de atar y desatar que le fue concedido por Cristo Jesús, interviene en favor de un cristiano y le abre el tesoro de los méritos de Cristo y de los santos para obtener del Padre de la misericordia la remisión de las penas temporales debidas por sus pecados. Por eso la Iglesia no quiere solamente acudir en ayuda de este cristiano, sino también impulsarlo a hacer obras de piedad, de penitencia y de caridad” (1478).

Indulgencias Parciales y Plenarias

Hay dos tipos de indulgencias: la plenaria y la parcial. Las indulgencias plenarias son aquellas que liberan totalmente de la pena temporal debida a los pecados, mientras que las parciales son las que liberan sólo en parte de dicha pena (CIC. 993).

Aplicada a nuestros difuntos:

Todas las indulgencias – parciales y plenarias- pueden ser lucradas (ganadas) por los fieles para sí mismos, o pueden también aplicarlas por los fieles difuntos (CIC. 994). No pueden en cambio aplicarse para otra persona viva (E.I. 3).

Requisitos

Para ganar indulgencias parciales: estar en estado de gracia; tener intención de ganarla; realizar la acción estipulada (véase más adelante); tener un corazón arrepentido y orar por las intenciones del Papa.

Para ganar indulgencias plenarias: Además de los requisitos de las parciales, confesarse, comulgar y orar por las intenciones del Papa (Padre nuestro, Ave María, Gloria); desear el total desapego del pecado, inclusive venial.

No hay comentarios: