domingo, 6 de enero de 2013

Rafaela María del Sagrado Corazón, Santa


Co-fundadora, 6 de enero
Rafaela María del Sagrado Corazón, Santa
Rafaela María del Sagrado Corazón, Santa

Co-Fundadora de las
Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús

Martirologio Romano: En Roma, santa Rafaela María del Sagrado Corazón Porras Ayllón, virgen, fundadora de la Congregación de las Esclavas del Sagrado Corazón, que estando considerada como enferma mental, pasó santamente los últimos años de su vida entre tribulaciones y penitencia (1925).

Fecha de canonización: 23 de enero de 1977 por el Papa Paulo VI.
Rafaela María del Rosario Francisca Rudencinda Porras y Ayllón nació en Pedro Abad, Córdoba, el 1 de marzo de 1850.

Era miembro de una familia de once hermanos y dos hermanas. Al morir los padres, las hermanas pasaron un tiempo en las clarisas de Córdoba.

A la edad de 15 años habia hecho voto de castidad perpetua, e intensificó su piedad y obras de caridad.

Con la ayuda de Mons. Ceferino González, la santa y su hermana Dolores fundan el Instituto de Adoradoras del Santísimo Sacramento e Hijas de María Inmaculada, pero al poco tiempo se traslada junto con otras 16 religiosas a Madrid, donde se les concede la aprobación diocesana en 1877, y 10 años más tarde, el Papa León XIII apruebla la Congregación con el nombre de Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús.

Pronto se multiplicaron las fundaciones de nuevas casas: obras de apostolado y adoración reparadora. En la base de todo estaba la altísima y continua oración, que la M. Rafaela vivía e infundia en sus hijas, y sus heroicas virtudes, sobre todo la profundísima humildad, tanto que alguien llamó a la Madre "la humildad hecha carne".

Sin embargo, surgen pronto las desconfianzas, las incomprensiones, el arrinconamiento, el largo y absoluto olvido; graves dificultades que surgieron en el gobierno, la movieron a renunciar a favor de su hermana Dolores. Durante 30 años permaneció en el aislamiento, realizando duros trabajos y sufriendo pacientemente terribles humillaciones.

El Año Santo 1925, el 6 de enero, falleció.

Fue beatificada el 18 de mayo de 1952 y el 23 de enero de 1977 el Papa Paulo VI la canonizó.

En muchos santorales se la recuerda el 6 de enero y en otros el 18 de mayo.


Santa Rafaela María del Sagrado Corazón, virgen y fundadora
fecha: 6 de enero
n.: 1850 - †: 1925 - país: Italia
canonización: B: Pío XII 18 may 1952 - C: Pablo VI 23 ene 1977
En Roma, santa Rafaela María del Sagrado Corazón Porras Ayllón, virgen, fundadora de la Congregación de Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús; considerada como enferma mental, pasó santamente los últimos años de su vida entre tribulaciones y penitencia.
Rafaela Porras nació en la pequeña población española de Pedro Abad, en las cercanías de Córdoba, en 1850. A los cuatro años perdió a su padre, el alcalde de la ciudad, muerto a resultas del cólera, por haberse ocupado de los enfermos durante una epidemia. Tenía Rafaela diecinueve años cuando murió su madre. Desde entonces, junto con su hermana Dolores, un poco mayor que ella, quedó al frente de la familia, bastante numerosa. En 1873, ambas manifestaron su deseo de entrar al convento. Su vida retirada había provocado ya las críticas de los parientes; pero un sacerdote, José Antonio Ortiz Urruela, que había estudiado en Inglaterra bajo la dirección del obispo Grant de Southwark e introducido en Córdoba a las religiosas de María Reparadora, arregló las cosas de manera que las dos hermanas fueran recibidas en dicho convento. Pronto surgieron dificultades, en parte porque las religiosas eran extranjeras, y en parte, debido a la conducta autoritaria del P. Ortiz Urruela. El obispo ordenó a las religiosas que abandonaran la ciudad, pero permitió que se quedaran dieciséis novicias, entre las que se contaban las dos jóvenes Porras, para continuar la obra lo mejor que pudieran. La hermana Rafaela María del Sagrado Corazón fue nombrada superiora.
A principios de 1877, cuando la hermana Rafaela y otras cinco se preparaban para hacer los votos, el obispo de la ciudad, Mons. Ceferino González, les hizo saber que había redactado nuevas constituciones para la comunidad. Esto ponía a las novicias en una situación muy difícil. Las nuevas reglas eran muy diferentes de las anteriores. Por otra parte, si se rehusaban a aceptarlas, tendrían que abandonar el convento. Optaron por una solución sorprendente: la fuga. Abandonaron la ciudad durante la noche, y se dirigieron a Andújar, donde el P. Ortiz Urruela les había encontrado hospedaje con las monjas del hospital. El hecho produjo gran agitación. Las autoridades civiles intervinieron y el obispo suspendió al P. Ortiz Urruela. Pero ya para entonces el osado sacerdote se hallaba en Madrid, tratando de encontrar una solución estable para sus protegidas, de modo que el obispo de Córdoba se encontraba reducido a la impotencia, ya que las fugitivas no formaban una comunidad canónicamente constituida. El P. Ortiz Urruela murió súbitamente; pero un jesuita, el P. Cotanilla, se encargó de ayudar a las religiosas, y las autoridades eclesiásticas les permitieron finalmente establecerse en Madrid. En el verano de 1877, las dos primeras, Rafaela y su hermana Dolores, hicieron la profesión.
Tal fue el sorprendente comienzo de la Congregación de las Siervas del Sagrado Carazón, que iban a dedicarse en el futuro a la educación de la juventud y a la obra de los retiros espirituales. La congregación se desarrolló y extendió rápidamente. Pronto quedaron fundadas las nuevas casas de Jerez, Zaragoza, Bilbao y Córdoba, esta última con la plena aprobación de Mons. Ceferino González. Actualmente las Siervas del Sagrado Corazón se hallan establecidas en una docena de países. Pero las dificultades no escasearon, ni siquiera después del edicto de aprobación de la Santa Sede, a raíz del cual la santa fue elegida superiora general. Desgraciadamente, su hermana Dolores que había tomado el nombre de María del Pilar, no estaba de acuerdo con ella en cuestiones de administración, y no le faltaba apoyo entre algunas religiosas. En 1893, la fundadora renunció al cargo de superiora general, y María del Pilar fue elegida para sucederle. Durante los últimos treinta y dos años de su vida, Rafaela no ocupó ningún cargo en la congregación, sino que vivió en la oscuridad, entregada a los trabajos domésticos, en la casa de Roma.
Sin duda alguna, en esos años se santificó enormemente. La total abnegación no debía ser fácil a una mujer de su carácter, que había fundado una congregación religiosa en circunstancias tan difíciles. En este libro hemos de referirnos frecuentemente a santos que fueron canonizados por aclamación popular, tan sólo por haber sufrido una muerte injusta, no un martirio propiamente dicho. Pues bien, la madre Rafaela es una santa que pasó la mitad de su vida en el martirio de un tratamiento injusto. En sus últimos años, su rostro reflejaba el valor y la mansedumbre. El cirujano que la operó poco antes de su muerte resumió su vida en una frase: "Madre, es usted una mujer valiente". Ella lo había expresado de otro modo, muchos años antes: «Veo claramente que Dios quiere que me someta a todo lo que me sucede, como si le viera a Él mismo ordenármelo". Santa Rafaela María murió el día de la Epifanía de 1925, fue beatificada en 1952 por Pío XII, y canonizada por Pablo VI en 1977.
Se encontrará un buen resumen de su vida en «In Search of the Will of God», de William Lawson. La homilía de SS. Pablo VI en la misa de canonización puedeleerse completa en el sitio del Vaticano.

MISA DE CANONIZACIÓN DE RAFAELA MARIA PORRAS Y AYLLÓN
HOMILÍA DEL SANTO PADRE PABLO VI
Domingo 23 de enero de 1977

Venerables Hermanos y amadísimos hijos,
Un gozo profundo embarga nuestro corazón y un canto de júbilo aflora a nuestros labios en estos momentos que estamos viviendo. Sentimos que en nuestra voz se condensa el himno de alabanza de toda la Iglesia, exultante por los destellos de nuevo esplendor sobrenatural, alentada por una renacida fecundidad de virtud, enriquecida con otro eximio ejemplar de santidad. Son estos los sentimientos que acompañan el acto litúrgico que celebramos: la exaltación al supremo honor de los altares de un modelo singular de humildad, la Beata Rafaela Porras y Ayllón, Madre Rafaela María del Sagrado Corazón.
Estamos ante una figura peculiar, cuyos ricos y múltiples matices personales no dejan de causar impresión, como habéis podido apreciar, a través del relato de la vida, leído hace unos momentos. Nace en el pueblo español de Pedro Abad, cerca de Córdoba, el 1 de marzo de 1850. Perdidos muy pronto sus padres se dedica con su germana Dolores a la oración y a la caridad.
Este género de vida, tan opuesto a las aparentes conveniencias de su alta posición social, suscita el contraste con los deseos de la familia; hasta tal punto que la presión familiar les hace sentir la necesidad de abrazar la vida religiosa.
El 24 de enero de 1886el Instituto recibe el Decretum Laudis y un año después es aprobado definitivamente con el nombre de Congregación de «Esclavas del Sagrado Corazón».
La Madre Rafaela María dirige el nuevo Instituto durante 16 años con gran dedicación y tacto. Demuestra también claramente su extraordinaria profundidad espiritual y su virtud heroica, cuando por motivos infundados ha de renunciar a la dirección de su obra. En esta humillación aceptada, morirá en Roma, prácticamente olvidada, el día 6 de enero de 1925.
La vida y la obra de la Santa, si las observamos por dentro, son una apología excelente de la vida religiosa, basada en la práctica de los consejos evangélicos, calcada en el esquema ascético-místico tradicional, del que España ha sido maestra con figuras tan señeras como Santa Teresa, San Juan de la Cruz, San Ignacio de Loyola, Santo Domingo, San Juan de Ávila y otras.
Esta forma de vida consagrada queda como típica en la Iglesia (aunque existen otras formas y van surgiendo otras más), en la que Cristo es el único maestro, el inspirador, el modelo, el motivo de las más generosas donaciones, de las más íntimas confidencias, del más valiente esfuerzo de transformación de la humana existencia. Se trata de la superación de la renuncia a tantas cosas humanas, para sublimarlas en una entrega eclesial, en un vivir únicamente para el Señor, asociándose con la plegaria y el apostolado a la obra de la redención y a la dilatación del reino de Dios (Cfr. Perfectae Caritatis, 5).
Este ha sido el objetivo, este ha sido el ideal egregiamente puesto en práctica por las Esclavas del Sagrado Corazón, Instituto para el que la fundadora quiso como carisma propio el culto público al Santísimo Sacramento expuesto, en actitud de reparación por las ofensas cometidas contra el amor de Cristo, el apostolado de formación de las jóvenes, con preferencia por la educación de las pobres, y el mantenimiento de centros de espiritualidad que faciliten a las personas que así lo deseen un encuentro con Dios.
¡Cómo resulta difícil, cómo puede ser dramático a veces el seguimiento generoso y sin reserva de estos ideales! La historia de la nueva Santa es bien elocuente a este respecto. Pero precisamente en esa dedicación total a una tarea superior en la que se esconde con frecuencia la cruz de Cristo, se encuentra la garantía de fecundidad ejemplar de una vida religiosa, camino siempre válido, siempre actual, siempre digno de ser abrazado, en la fidelidad a las exigencias que impone.
Por esto, a vosotras, Religiosas presentes y ausentes, vaya nuestro saludo paterno y nuestra voz complacida, que hace eco a la de Cristo: ¡Dichosas vosotras, porque habéis elegido la mejor parte! (Cfr. Luc. 10, 42) ¡Dichosas sobre todo vosotras, hijas de la nueva Santa, si permanecéis fieles al rico y preciso legado que ella os confió; si sabéis dar toda la fecundidad universal que Santa Rafaela María soñó y que la Iglesia espera de vuestro Instituto; si desde la fidelidad a vuestro carisma propio, sabéis mirar con corazón abierto y actualizado el mundo que os rodea!
A este propósito no podemos menos de recordar dos aspectos característicos del Instituto de las Esclavas del Sagrado Corazón, que la nueva Santa pone magníficamente de relieve y que son de palpitante actualidad: la adoración a la Eucaristía y el apostolado pedagógico.
La adoración al Santísimo Sacramento, renovada, no desvirtuada, con la reforma litúrgica, constituye una fisonomía típica de Santa Rafaela María del Sagrado Corazón. En ella centra su espiritualidad, en ella educa a sus hijas, de ahí espera la eficacia del apostolado; por mantener ese punto de su regla, no dudará en tomar decisiones urgentes, aunque muy dolorosas y arriesgadas. Y es que «para ella era inconcebible una obra apostólica desvinculada del deber sagrado de la adoración eucarística». En un momento como el actual en que la vida de fe sufre no pocos quebrantos en medio de la sociedad moderna, es un compromiso de perenne validez el que las Esclavas del Sagrado Corazón, en consonancia con sus esencias fundacionales, sepan dar pleno significado eclesial y modélico a la adoración eucarística.
El apostolado, sobre todo pedagógico, en favor de la formación completa de la joven, es otra característica de la vida y obra de la nueva Santa. Ella lo vio bien claro desde el principio, partiendo de la realidad que la circundaba y buscando con ello «no sólo el bien espiritual de la Iglesia, sino la salvación y regeneración social». Su fina intuición le indicaba cuánto puede esperarse de una formación adecuada de la juventud femenina.
¡Qué maravillosas respuestas pueden venir de una educación en la piedad, en la pureza, en la generosidad de espíritu, en la capacidad de comprensión ! El campo de benéfica aplicación de esas grandes potencialidades del alma femenina se amplía hoy y se hace más expectante, ante el progresivo acceso de la mujer a las funciones profesionales y públicas. Esto mismo nos hace entrever la importancia grandísima de este apostolado para la vida social, en la que hay que poner ideales nobles, esfuerzo generoso de verdadera dignificación colectiva, clarividencia de orientaciones, honestidad de propósitos, valentía en la corrección de criterios aceptados acríticamente, respeto y ayuda efectiva para la completa realización personal de todo ser humano, a comenzar por el menos favorecido; en una palabra, poniendo la animación viva de una genuina caridad, que supera cualquier motivación meramente humana, aun la más digna.
¡Loor y alabanza a vosotras, religiosas Esclavas del Sagrado Corazón por tantos ejemplos y realizaciones también en este campo social! ¡Alabanza y aliento en vuestra tarea, tan esperanzadora y meritoria, para que sea cada vez de mayor contenido eclesial y social! ¡Complacencia por esa multitud de jóvenes, que sentimos presentes y ausentes, y que en vuestro Instituto han hallado formación humana y cristiana, para inserirse luego vitalmente en el contexto de la sociedad. Son frutos y esperanzas, que comportan una obligación de compromiso práctico, de los que Santa Rafaela María se complace, inspirándolos y acompañándolos con su intercesión desde el cielo.
A esa patria feliz, definitiva, dirigimos ahora nuestra mirada, para fundir nuestro júbilo de Iglesia que camina con la dicha perenne de esos hermanos nuestros que, como Santa Rafaela María del Sagrado Corazón, llegaron ya a la meta de la Iglesia triunfante, con María la Madre de Jesús y Madre nuestra, con tantos otros hombres y mujeres que preceden y guían nuestros pasos. Ante la visión extasiante de esa Jerusalén celestial, prometida, abrimos nuestro espíritu en un himno colectivo de fe, de serena y alentada espera, de alegría que confía dilatarse, de inmensa esperanza eclesial.
Il Papa cosi prosegue in lingua italiana.
Non possiamo in questa entusiasmante assemblea non esprimere i voti che spontaneamente salgono dall’intimo del Nostro animo in questo momento solenne, che cioè la missione spirituale di Santa Raffaella Maria del Sacro Cuore continui a lasciare un solco luminoso e fecondo nella vita della Chiesa. In ciò, per prime, siete impegnate voi, Ancelle del Sacratissimo Cuore di Gesù che avete ricevuto in preziosa eredità il carisma della vostra venerata Fondatrice. Vivetene fedelmente lo spirito, e si traduca in opere di carità l’ardore del suo cuore assetato di Dio ed il suo amore spoglio di ogni affetto terreno per potersi consacrare totalmente all’adorazione del Signore e al servizio delle anime.
E in questo impegno desideriamo vedere associata la Spagna cattolica, la quale con questa Santa ha saputo offrire alla Chiesa un nuovo fiore di santità dal seno delle gloriose tradizioni morali e spirituali del suo popolo. Oh! possa questa Santa, che noi siamo felici di innalzare alla gloria degli Altari, esserle propizia interceditrice delle grazie, di cui oggi sembra avere maggiore bisogno: la fermezza nella vera fede, la fedeltà alla Chiesa, la santità del suo Clero, la fratellanza sincera fra tutti i ceti sociali della Nazione, così degnamente rappresentata in special modo dalla Delegazione governativa presente a questo rito. E possa la sua fulgida figura, coronata oggi dall’aureola della santità, effondere sulla Chiesa intera e sul mondo la verità, la carità, la pace di Cristo.



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