miércoles, 9 de enero de 2013

“Tus Pecados te son Perdonados”

Para una buena confesión decir todos los pecados y estar verdaderamente arrepentidos de las faltas hacia y hacia los hermanos:

Al terminar la confesión decir: Me Acuso de todos mis pecados Ignorados ,Olvidados y Mal Confesados.




Sabemos que “reconciliarse” quiere decir “hacer las paces con alguien”

Pero, ¿cómo uno puede buscar hacer las paces con quien no conoce, o no piensa haber ofendido?  Muchas veces se oye decir: “Yo no me confieso porque ni he robado ni he matado”. Esto demuestra que no ve sus pecados por falta de luz y porque no conoce a Dios, quien siendo Amor quiere llenarlo de bienes. Para conocer a Dios y conocerse a sí mismo es necesario escuchar la Palabra Divina, que ilumina, suscita fe, da fuerza, renueva la vida. Muchos se confiesan en ocasión de una celebración familiar o para poder casarse. Su confesión a veces es nula porque se hace sin conocimiento de Dios y de sí mismo. San Pablo declara haber sido elegido para proclamar el mensaje de reconciliación (2Cor 5, 19). Es muy importante tener presente lo que nos dice la carta a los Hebreos: “La Palabra de Dios es viva y eficaz, más penetrante que una espada de doble filo. Penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, sondeando los huesos y los tuétanos para probar los deseos y los pensamientos más íntimos. Toda criatura es transparente ante ella; todo queda desnudo y al descubierto a los ojos de Aquel al que debemos dar cuentas” (Heb 4, 12-13).
Estas afirmaciones inspiradas no dejan duda sobre la eficacia y la necesidad de la Palabra de Dios para que el hombre pueda volver al Señor y emprender una vida nueva. Si en todos los sacramentos es indispensable el anuncio de la Palabra de Dios, aún más lo es para la reconciliación, porque es allí donde el hombre necesita ser fuertemente motivado para reconocer la malicia de su pecado y el deseo de volver a Dios. Llegar a la reconciliación con Dios equivale a recorrer un camino de conversión. En la cumbre de este itinerario se halla la celebración del sacramento, que pone en evidencia el amor que Dios da al pecador por medio de su Iglesia.

Sólo Dios perdona los pecados .

Al paralítico, que los familiares le llevaron para curarlo, Jesús le dijo: “Amigo, tus pecados te quedan perdonados”. (Lc 5, 20). De inmediato los maestros de la Ley y los fariseos se pusieron a discutir: “¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?” (Lc 5, 20-21). Tenían razón en afirmar así. Su gran error fue el no reconocer en Jesús a su Dios. La misma razón y el mismo error tienen hoy quienes dicen que solamente Dios puede perdonar los pecados y por eso no se confiesan. En el sacramento de la reconciliación es Cristo quien perdona los pecados de los arrepentidos. De hecho, El delegó su poder para que todos pudiéramos escuchar su palabra de amor: -”tus pecados te son perdonados”- La noche de Pascua Jesús dio a los apóstoles su propio poder de perdonar los pecados: “Reciban el Espíritu Santo, a quienes ustedes perdonen, queden perdonados, ~ a quienes no libren de sus pecados queden atados” (Jn 20, 23). En la Iglesia y mediante la Iglesia, Cristo sigue salvando al hombre, incorporándolo una vez más a su misterio de muerte y de resurrección. Es por eso que los mismos sacerdotes, los obispos y el Papa se arrodillan ante quien ha recibido este poder de Cristo de perdonar los pecados.

Este poder de “atar o desatar” los pecados, la Iglesia lo ejerció desde los primeros tiempos.

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