miércoles, 9 de enero de 2013

¡Ven Espíritu Santo Paráclito!


Jesús no permitirá que tengamos que luchar solos en la vida. Nos envía otro “Paráclito”. Es una palabra que en griego significa “Defensor”, Consolador. Es como un abogado que se coloca junto a un indefenso y débil para ayudarlo. “Paráclito” en griego significa una persona a quien se llama en una situación de angustia. También significaba la persona que llegaba al tribunal para dar testimonio en favor de alguien y defenderlo. O el abogado a quien se le llamaba para tomar la defensa de alguien en peligro. Y había una persona a la cual también en el antiguo idioma se le daba el nombre de “paráclito”, era a un especialista al cual se le pedía que viniera a anunciar, entusiasmar e infundir coraje y alegría a los soldados de un batallón cuando en una guerra se hallaban muy deprimidos.
Al llegar a cierto pueblo el señor Obispo, pregunto al capellán: “¿Por qué no repican en este pueblo?”. Y el padrecito le respondió: “No repicamos por varias razones: la primera, porque no hay campanas, y……”No siga – le replicó el prelado. Con esa sola razón basta”. Algo parecido podríamos decir de ciertos cristianos: ¿Por qué no progresan en santidad? Por varias razones: la primera porque no tienen ninguna devoción al Espíritu Santo…..Con esa sola razón basta. Y es que cuantas personas que han rezado mil oraciones a ciertos santos, no han dirigido casi nunca una plegaria al Divino Espíritu. Es el Divino Espíritu quien nos concede siete dones especiales como el don de Sabiduría el cual nos hace apreciar los atributos de Nuestro Dios: Creador, Redentor, Santificador. Hace llamar desgracia al pecado, a la tibieza, a la infidelidad a Dios y no a otras cosas. Quita los motivos exclusivamente humanos en el obrar y lleva a la persona a tener por única meta el agradar a Dios en todo.
El día de Pentecostés es uno de los grandes días de la Iglesia Católica, debido a que el Espíritu Santo se derramo en ese día a la Iglesia de una forma muy especial. El Libro de los Hechos de los Apóstoles ha sido llamado el “Evangelio del Espíritu Santo”. El Espíritu Santo es eterno como el Hijo y el Padre y ya actuaba en el Antiguo Testamento. Los Hechos de los Apóstoles dicen que el Espíritu Santo hablaba en David (Hech 1); que hablo a través de Isaías (Hech 28) y que ha venido revelando su verdad y la voluntad de Dios a las gentes en toda época y en todo sitio. Pero el día de Pentecostés obro de manera totalmente extraordinaria.
Pentecostés significa “Cincuenta”. Se llamaba también “Fiestas de las Semanas”, porque se celebraba una semana de semanas después de la Pascua: o sea 50 días después, siete semanas más tarde que la Pascua. Esta fiesta tenía dos significados: a) significado histórico que recordaba la entrega de la Ley en el Monte Sinaí y b) significado Agrícola en donde se ofrecían a Dios las primicias de la cosecha, o sea, lo primero que habían cosechado. A los 50 días de salir los Israelitas de Egipto llegaron al Monte Sinaí y fue ahí en la cumbre del Monte que Dios entrego los Diez Mandamientos a Moisés, y quedo hecha la Antigua Alianza entre Dios y su pueblo: el Antiguo Testamento. A los 50 días de haber salido Jesús del sepulcro tuvo lugar la llegada del Espíritu Santo en forma de fuego a los discípulos para sellar la nueva alianza de dios con su pueblo: el Nuevo Testamento.
Desde el día de Pentecostés el Espíritu Santo se convirtió en una realidad dominante en la vida de la Iglesia primitiva. Se convirtió en el “GUIA” y la fuente de toda inspiración. El mueve a Felipe a charlar con el enviado de la reina de Candases y convertirlo. Prepara a Pedro para que vaya a instruir al capitán Cornelio y hacerlo cristiano, y le manda que vaya sin dudar. Ordena que a Pablo y Bernabé los aparten para una misión especial; dirige las decisiones del Concilio de los Apóstoles en Jerusalén (Hech 15). Le dice a Pablo que pase desde Asia a Europa (Hch 20) y le avisa que en Jerusalén le esperan persecuciones. La Iglesia primitiva no tomaba ninguna decisión ni emprendía ninguna tarea importante sin implorar y recibir la guía del Espíritu santo. Era una comunidad guiada por el Divino Espíritu.
La Santa Biblia insiste en que todos los dirigentes de la primera Iglesia eran Santos (Hch 6). Pablo y Bernabé estaban llenos del Espíritu Santo (Hch 7). Pablo dice a los obispos de Éfeso que fue el Espíritu Santo quien los hizo obispos. Es que en la Iglesia primitiva todos Vivian en el Divino Paráclito como en el aire que respiraban. En los primeros trece capítulos de los Hechos de los Apóstoles se habla más de 40 veces del espíritu Santo. Esto demuestra que la primera Iglesia estaba llena de EL y que precisamente en esa presencia del Espíritu del Padre y del Hijo, residía el enorme poder de la primitiva Iglesia. La Iglesia de hoy tendrá tanto más poder cuanto más Espíritu Santo reciba. Y tendrá tanto más Espíritu Santo cuanto más nos esforcemos por hacer la Voluntad de Papa Dios.
Este Día de Pentecostés es el cumpleaños de la Iglesia. Ella nació oficialmente en este gran día. Y el Espíritu Santo nos lleva a no juzgar a la Iglesia a la manera meramente humana, fijándose solamente en las miserias de ciertos eclesiásticos y de ciertos cristianos. Obrar de esa manera es quedarse solo en la superficie. La Iglesia es Cristo presente entre nosotros y el Espíritu Santo obrando junto a nuestra debilidad.

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