lunes, 27 de mayo de 2013

Gerardo Mecatti, Beato


Terciario Franciscano, 25 de mayo
 
Gerardo Mecatti, Beato
Gerardo Mecatti, Beato

Terciario Franciscano

Martirologio Romano: En Villamagna, cerca de Florencia, en Toscana (Italia), conmemoración del beato Gerardo Mecatti, quien, siguiendo las huellas de san Francisco, distribuyó sus bienes entre los pobres y se retiró a un lugar desierto, donde, por amor de Cristo, se dedicó a acoger a peregrinos y a ayudar a enfermos. ( c.1245)

Fecha de beatificación: Gregorio XVI aprobó su culto el 18 de marzo de 1833.
Gerardo Mecatti, nacido en Villamagna, a orillas del río Arno, hijo de campesinos, quedó huérfano a los doce años. Repartió todos sus bienes entre los pobres, y así quedó libre para viajar dos veces a Palestina para venerar los Santos Lugares de la Redención. Pasó por diversas aventuras que por fortuna terminaron con final feliz. Durante una peregrinación a Palestina, cayó prisionero de los turcos, sufriendo los más duros maltratos. Regresó a Villamagna, y se instaló junto a una iglesita no lejos de la vivienda. Esta iglesia existe todavía y lleva el título del Beato Gerardo. En su interior se conserva el arca con las reliquias del antiguo e infortunado cruzado.

Las peripecias del joven no habían terminado. Un año después se hizo a la mar nuevamente con un grupo de veinte caballeros, dirigiéndose a Siria, y aquella vez fueron los piratas quienes les hicieron difícil el viaje y precaria la vida.

Vuelto por segunda vez a Palestina, se consagró totalmente a la oración y al ejercicio de la caridad, especialmente para con los enfermos y los peregrinos. Allí permaneció siete años, hasta cuando se dio cuenta de que era objeto de manifestaciones de veneración, a las cuales él quiso huir por humildad.

De regreso en Italia, quiso conocer a San Francisco de cuyas manos recibió el hábito de terciario. Y como terciario regresó a su oratorio junto a Villamagna, esta vez para no moverse más. Mejor, para moverse todavía más a menudo, hasta la altura mayor de la colina florentina del Encuentro, en medio de espesos bosques, donde Gerardo construyó con sus propias manos otro oratorio dedicado a la Virgen.

Fue esa la primitiva construcción de la iglesia que todavía hoy existe, encerrada dentro de un sencillo y sugestivo convento. Pero el convento franciscano del Encuentro no fue construido por el Beato Gerardo. Lo fundó otro Santo, Leonardo de Puerto Mauricio, casi cinco siglos después, continuando y completando la obra de su colega en santidad.

Obró algunos milagros: una vez hizo encontrar ciruelas maduras en el árbol para satisfacer los deseos de un enfermo; otra vez debiendo transportar material para la construcción del propio eremitorio, y rehusando prestarle los bueyes un campesino, encontró súbitamente dos pares de becerros, que, dóciles, lo transportaron a donde él indicó. Cada semana visitaba en piadosa peregrinación tres santuarios, en sufragio de las almas del purgatorio, para obtener la remisión de los pecados y por la conversión de los infieles. Murió el 25 de mayo.


Beato Gerardo Mecatti, eremita
fecha: 25 de mayo
n.: c. 1175 - †: c. 1245 - país: Italia
canonización: Conf. Culto: Gregorio XVI 18 mar 1833
hagiografía: «Franciscanos para cada día» Fr. G. Ferrini O.F.M.
En Villamagna, cerca de Florencia, en Toscana, conmemoración del beato Gerardo Mecatti, quien, siguiendo las huellas de san Francisco, distribuyó sus bienes entre los pobres y se retiró a un lugar desierto, donde, por amor de Cristo, se dedicó a acoger a peregrinos y a ayudar a enfermos.

Gerardo Mecatti, nacido en Villamagna, a orillas del río Arno, hijo de campesinos, quedó huérfano a los doce años. Repartió todos sus bienes entre los pobres, y así quedó libre para viajar dos veces a Palestina para venerar los Santos Lugares de la Redención. Pasó por diversas aventuras que por fortuna terminaron con final feliz. Durante una peregrinación a Palestina, cayó prisionero de los turcos, sufriendo los más duros maltratos. Regresó a Villamagna, y se instaló junto a una iglesita no lejos de la vivienda. Esta iglesia existe todavía y lleva el título del Beato Gerardo. En su interior se conserva el arca con las reliquias del antiguo e infortunado cruzado.

Las peripecias del joven no habían terminado. Un año después se hizo a la mar nuevamente con un grupo de veinte caballeros, dirigiéndose a Siria, y aquella vez fueron los piratas quienes les hicieron difícil el viaje y precaria la vida.

Vuelto por segunda vez a Palestina, se consagró totalmente a la oración y al ejercicio de la caridad, especialmente para con los enfermos y los peregrinos. Allí permaneció siete años, hasta cuando se dio cuenta de que era objeto de manifestaciones de veneración, a las cuales él quiso huir por humildad.

De regreso en Italia, quiso conocer a san Francisco, de cuyas manos recibió el hábito de terciario. Y como terciario regresó a su oratorio junto a Villamagna, esta vez para no moverse más. Mejor, para moverse todavía más a menudo, hasta la altura mayor de la colina florentina del Encuentro, en medio de espesos bosques, donde Gerardo construyó con sus propias manos otro oratorio dedicado a la Virgen.

Fue esa la primitiva construcción de la iglesia que todavía hoy existe, encerrada dentro de un sencillo y sugestivo convento. Pero el convento franciscano del Encuentro no fue construido por el beato Gerardo. Lo fundó otro santo, Leonardo de Puerto Mauricio, casi cinco siglos después, continuando y completando la obra de su colega en santidad.

Obró algunos milagros: una vez hizo encontrar ciruelas maduras en el árbol para satisfacer los deseos de un enfermo; otra vez, debiendo transportar material para la construcción del propio eremitorio, y rehusando prestarle los bueyes un campesino, encontró súbitamente dos pares de becerros, que, dóciles, lo transportaron todo a donde él indicó. Cada semana visitaba en piadosa peregrinación tres santuarios, en sufragio de las almas del purgatorio, para obtener la remisión de los pecados y por la conversión de los infieles. Murió el 25 de mayo de 1270 a la edad de 96 años. Gregorio XVI el 18 de marzo de 1833 aprobó su culto.

N.ETF: hay discusiones en torno al año de muerte, y por tanto a la edad; el hagiógrafo de donde tomamos el texto sigue la tradición de que murió en 1270, mientras que el Martirologio Romano sigue más bien la opinión de 1245; cerca de estas dos fechas se ubican otras posibilidades que también se han apuntado (1242, 1254, etc). Una tradición lo hace también Caballero de la Orden de Malta, de lo que se hace eco el sello postal que reproducimos.


Beato Gerio, eremita
fecha: 25 de mayo
†: c. 1270 - país: Italia
otras formas del nombre: Girio
canonización: Conf. Culto: Benedicto XIV 1 ago 1742
hagiografía: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003
Cerca de Montesanto, en el Piceno, tránsito del beato Gerio, que, habiendo sido antes conde de Lunel, llevó vida de ermitaño y murió en el transcurso de una santa peregrinación.

Gerio o Gerardo nace en Lunel el año 1275 en el seno de una noble familia. Educado piadosamente, era aún un adolescente cuando con su hermano Effrennaud decide llevar vida eremítica. Ambos, tomando el hábIto de tercianos franciscanos, se fueron a vivir a unas cuevas y se dedicaron a la vida de contemplación y penitencia. Pero, pasado un tiempo, resolvieron peregrinar a Tierra Santa, visitando previamente Asís y Roma.

Veneraron la tumba de San Francisco, de cuya Orden Tercera eran miembros, y las de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo en Roma. Concluida la estancia en la Ciudad Eterna, toman el camino de Ancona, donde pensaban embarcar para Tierra Santa, pero cuando estaban en Monte Santo, cerca de Fano, Gerio enferma y se ven obligados a detenerse, alojándose en una cabaña. El mal de Gerio se agrava, y su hermano decide ir a Monte Santo a buscar ayuda. Cuenta su historia y pide a la gente ayuda para su hermano. Vuelve con algunos vecinos a la cabaña y halla a Gerio muerto. Era el 25 de mayo de 1299.

La renuncia del joven peregrino a su noble cuna, su vida eremítica y la santa peregrinación que había emprendido, hicieron propagarse entre el pueblo la fama de santidad, que fue confirmada por milagros obrados en su tumba. Este culto «ab inmemoriali» fue confirmado por la Santa Sede el 1 de agosto de 1742.
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003
 

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