jueves, 2 de mayo de 2013

José Obrero, Santo

Fiesta, Mayo 1
 
José Obrero, Santo
José Obrero, Santo

Obrero
Mayo 1

Se cristianizó una fiesta que había sido hasta el momento la ocasión anual del trabajador para manifestar sus reivindicaciones, su descontento y hasta sus anhelos. Fácilmente en las grandes ciudades se observaba un paro general y con no menos frecuencia se podían observar las consecuencias sociales que llevan consigo la envidia, el odio y las bajas pasiones repetidamente soliviantadas por los agitadores de turno. En nuestro occidente se aprovechaba también ese momento para lanzar reiteradas calumnias contra la Iglesia que era presentada como fuerza aliada con el capitalismo y consecuentemente como el enemigo de los trabajadores.

Fue después de la época de la industrialización cuando toma cuerpo la fiesta del trabajo. Las grandes masas obreras han salido perjudicadas con el cambio y aparecen extensas masas de proletarios. También hay otros elementos que ayudan a echar leña al fuego del odio: la propaganda socialista-comunista de la lucha de clases.

Era entonces una fiesta basada en el odio de clases con el ingrediente del odio a la religión. Calumnia dicha por los que, en su injusticia, quizá tengan vergüenza de que en otro tiempo fuera la Iglesia la que se ocupó de prestar asistencia a sus antepasados en la cama del hospital en que murieron; o quizá lanzaron esas afirmaciones aquellos que un tanto frágiles de memoria olvidaron que los cuidados de la enseñanza primera los recibieron de unas monjas que no les cobraban a sus padres ni la comida que recibían por caridad; o posiblemente repetían lo que oían a otros sin enterarse de que son la Iglesia aquellas y aquellos que, sin esperar ningún tipo de aplauso humano, queman sus vidas ayudando en todos los campos que pueden a los que aún son más desafortunados en el ancho mundo, como Calcuta, territorios africanos pandemiados de sida, o tierras americanas plenas de abandono y de miseria; allí estuvieron y están, dando del amor que disfrutan, ayudando con lo que tienen y con lo que otros les dan, consolando lo que pueden y siendo testigos del que enseñó que el amor al hombre era la única regla a observar. Y son bien conscientes de que han sido siempre y son hoy los débiles los que están en el punto próximo de mira de la Iglesia. Quizá sean inconscientes, pero el resultado obvio es que su mala propaganda daña a quien hace el bien, aunque con defectos, y, desde luego, deseando mejorar.

El día 1 de Mayo del año 1955, el Papa Pío XII, instituyó la fiesta de San José Obrero. Una fiesta bien distinta que ha de celebrarse desde el punto de partida del amor a Dios y de ahí pasar a la vigilancia por la responsabilidad de todos y de cada uno al amplísimo y complejo mundo de la relación con el prójimo basada en el amor: desde el trabajador al empresario y del trabajo al capital, pasando por poner de relieve y bien manifiesta la dignidad del trabajo -don de Dios- y del trabajador -imagen de Dios-, los derechos a una vivienda digna, a formar familia, al salario justo para alimentarla y a la asistencia social para atenderla, al ocio y a practicar la religión que su conciencia le dicte; además, se recuerda la responsabilidad de los sindicatos para logro de mejoras sociales de los distintos grupos, habida cuenta de las exigencias del bien de toda la colectividad y se aviva también la responsabilidad política del gobernante. Todo esto incluye ¡y mucho más! la doctrina social de la Iglesia porque se toca al hombre al que ella debe anunciar el Evangelio y llevarle la Salvación; así mantuvo siempre su voz la Iglesia y quien tenga voluntad y ojos limpios lo puede leer sin tapujos ni retoques en Rerum novarum, Mater et magistra, Populorum progressio, Laborem exercens, Solicitudo rei socialis, entre otros documentos. Dar doctrina, enseñar donde está la justicia y señalar los límites de la moral; recordar la prioridad del hombre sobre el trabajo, el derecho a un puesto en el tajo común, animar a la revisión de comportamientos abusivos y atentatorios contra la dignidad humana... es su cometido para bien de toda la humanidad; y son principios aplicables al campo y a la industria, al comercio y a la universidad, a la labor manual y a la alta investigación científica, es decir, a todo el variadísimo campo donde se desarrolle la actividad humana.

Nada más natural que fuera el titular de la nueva fiesta cristiana José, esposo de María y padre en funciones de Jesús, el trabajador que no lo tuvo nada fácil a pesar de la nobilísima misión recibida de Dios para la Salvación definitiva y completa de todo hombre; es uno más del pueblo, el trabajador nato que entendió de carencias, supo de estrecheces en su familia y las llevó con dignidad, sufrió emigración forzada, conoció el cansancio del cuerpo por su esfuerzo, sacó adelante su responsabilidad familiar; es decir, vivió como vive cualquier trabajador y probablemente tuvo dificultades laborales mayores que muchos de ellos; se le conoce en su tiempo como José «el artesano» y a Jesús se le da el nombre descriptivo de «el hijo del artesano». Y, por si fuera poco, los designios de Dios cubrían todo su compromiso.

Fiesta sugiere honra a Dios, descanso y regocijo. Pues, ánimo. Honremos a Dios santificando el trabajo diario con el que nos ganamos el pan, descansemos hoy de la labor y disfrutemos la alegría que conlleva compartir lo nuestro con los demás.

Creación y trabajo: Dios creador y el hombre colaborando con él por amor. Meditación sobre el trabajo
 
 
San José con JesúsSAN JOSÉ
ESPOSO DE MARÍA y PADRE VIRGINAL DE JESUS

FIESTA: 19 de marzo
Modelo de padre y esposo, patrón de la Iglesia universal, de los trabajadores, de infinidad de comunidades religiosas y de la buena muerte.
San José. el esposo de María
Virgen María"hermanos de Jesús"
A San José Dios le encomendó la inmensa responsabilidad y privilegio de ser esposo de la Virgen María y custodio de la Sagrada Familia. Es por eso el santo que más cerca esta de Jesús y de la Stma. Virgen María.
Nuestro Señor fue llamado "hijo de José" (Juan 1:45; 6:42; Lucas 4:22) el carpintero (Mateo 12:55).
No era padre natural de Jesús (quién fue engendrado en el vientre virginal de la Stma. Virgen María por obra del Espíritu Santo y es Hijo de Dios), pero José lo adoptó y Jesús se sometió a el como un buen hijo ante su padre. ¡Cuánto influenció José en el desarrollo humano del niño Jesús! ¡Qué perfecta unión existió en su ejemplar matrimonio con María!
San José es llamado el "Santo del silencio" No conocemos palabras expresadas por él, tan solo conocemos sus obras, sus actos de fe, amor y de protección como padre responsable del bienestar de su amadísima esposa y de su excepcional Hijo. José fue "santo" desde antes de los desposorios. Un "escogido" de Dios. Desde el principio recibió la gracia de discernir los mandatos del Señor.
Las principales fuentes de información sobre la vida de San José son los primeros capítulos del evangelio de Mateo y de Lucas. Son al mismo tiempo las únicas fuentes seguras por ser parte de la Revelación. 
San Mateo (1:16) llama a San José el hijo de Jacob; según San Lucas (3:23), su padre era Heli.  Probablemente nació en Belén, la ciudad de David del que era descendiente. Pero al comienzo de la historia de los Evangelios (poco antes de la Anunciación), San José vivía en Nazaret.
Según San Mateo 13:55 y Marcos 6:3, San José era un "tekton". La palabra significa en particular que era carpintero. San Justino lo confirma (Dial. cum Tryph., lxxxviii, en P. G., VI, 688), y la tradición ha aceptado esta interpretación.
Si el matrimonio de San José con La Stma. Virgen ocurrió antes o después de la Encarnación aun es discutido por los exegetas. La mayoría de los comentadores, siguiendo a Santo Tomás, opinan que en la Anunciación, la Virgen María estaba solo prometida a José.  Santo Tomás observa que esta interpretación encaja mejor con los datos bíblicos.
Los hombres por lo general se casaban muy jóvenes y San José tendría quizás de 18 a 20 años de edad cuando se desposó con María. Era un joven justo, casto, honesto, humilde carpintero...ejemplo para todos nosotros.
La literatura apócrifa, (especialmente el "Evangelio de Santiago", el "Pseudo Mateo" y el "Evangelio de la Natividad de la Virgen María", "La Historia de San José el Carpintero", y la "Vida de la Virgen y la Muerte de San José) provee muchos detalles pero estos libros no están dentro del canon de las Sagradas Escrituras y no son confiables.
Amor virginal
Algunos libros apócrifos cuentan que San José era un viudo de noventa años de edad cuando se casó con la Stma. Virgen María quien tendría entre 12 a 14 años. Estas historias no tienen validez y San Jerónimo las llama "sueños". Sin embargo han dado pie a muchas representaciones artísticas. La razón de pretender un San José tan mayor quizás responde a la dificultad de una relación virginal entre dos jóvenes esposos. Esta dificultad responde a la naturaleza caída, pero se vence con la gracia de Dios. Ambos recibieron extraordinarias gracias a las que siempre supieron corresponder. En la relación esposal de San José y la Virgen María tenemos un ejemplo para todo matrimonio.  Nos enseña que el fundamento de la unión conyugal está en la comunión de corazones en el amor divino. Para los esposos, la unión de cuerpos debe ser una expresión de ese amor y por ende un don de Dios.  San José y María Santísima, sin embargo, permanecieron vírgenes por razón de su privilegiada misión en relación a Jesús.  La virginidad, como donación total a Dios, nunca es una carencia; abre las puertas para comunicar el amor divino en la forma mas pura y sublime. Dios habitaba siempre en aquellos corazones puros y ellos compartían entre sí los frutos del amor que recibían de Dios.
El matrimonio fue auténtico, pero al mismo tiempo, según San Agustín y otros, los esposos tenían la intención de permanecer en el estado virginal. (cf.St. Aug., "De cons. Evang.", II, i in P.L. XXXIV, 1071-72; "Cont. Julian.", V, xii, 45 in P.L.. XLIV, 810; St. Thomas, III:28; III:29:2).
Pronto la fe de San José fue probada con el misterioso embarazo de María. No conociendo el misterio de la Encarnación y no queriendo exponerla al repudio y su posible condena a lapidación, pensaba retirarse cuando el ángel del Señor se le apareció en sueño:
"Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Despertado José del sueño, hizo como el Angel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer." (Mat. 1:19-20, 24).

Unos meses mas tarde, llegó el momento para S. José y  María de partir hacia Belén para apadrinarse según el decreto de Cesar Augustus. Esto vino en muy difícil momento ya que ella estaba en cinta. (cf. Lucas 2:1-7).

En Belén tuvo que sufrir con La Virgen la carencia de albergue hasta tener que tomar refugio en un establo. Allí nació el hijo de la Virgen. El atendía a los dos como si fuese el verdadero padre. Cual sería su estado de admiración a la llegada de los pastores, los ángeles y mas tarde los magos de Oriente. Referente a la Presentación de Jesús en el Templo, San Lucas nos dice: "Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él".(Lucas 2:33).
Después de la visita de los magos de Oriente, Herodes el tirano, lleno de envidia y obsesionado con su poder, quiso matar al niño. San José escuchó el mensaje de Dios transmitido por un ángel: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle.» Mateo 2:13.  San José obedeció y tomo responsabilidad por la familia que Dios le había confiado.

San José tuvo que vivir unos años con la Virgen y el Niño en el exilio de Egipto.   Esto representaba dificultades muy grandes: la Sagrada familia, siendo extranjera, no hablaba el idioma, no tenían el apoyo de familiares o amigos, serían víctimas de prejuicios, dificultades para encontrar empleo y la consecuente pobreza. San José aceptó todo eso por amor sin exigir nada. 

Una vez mas por medio del ángel del Señor, supo de la muerte de Herodes: "«Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y ponte en camino de la tierra de Israel; pues ya han muerto los que buscaban la vida del niño.»  El se levantó, tomó consigo al niño y a su madre, y entró en tierra de Israel.  Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí; y avisado en sueños, se retiró a la región de Galilea". Mateo 2:22.
Fue así que la Sagrada Familia regresó a Nazaret. Desde entonces el único evento que conocemos relacionado con San José es la "pérdida" de Jesús al regreso de la anual peregrinación a Jerusalén (cf. Lucas 2, 42-51).  San José y la Virgen lo buscaban por tres angustiosos días hasta encontrarlo en el Templo.  Dios quiso que este santo varón nos diera ejemplo de humildad en la vida escondida de su sagrada familia y su taller de carpintería.
Lo mas probable es que San José haya muerto antes del comienzo de la vida pública de Jesús ya que no estaba presente en las bodas de Canaá ni se habla mas de él. De estar vivo, San José hubiese estado sin duda al pie de la Cruz con María. La entrega que hace Jesús de su Madre a San Juan da también a entender que ya San José estaba muerto.
Según San Epifanius, San José murió en sus 90 años y la Venerable Bede dice que fue enterrado en el Valle de Josafat. Pero estas historias son dudosas. 

La devoción a San José se fundamenta en que este hombre "justo" fue escogido por Dios para ser el esposo de María Santísima y hacer las veces de padre de Jesús en la tierra.  Durante los primeros siglos de la Iglesia la veneración se dirigía principalmente a los mártires. Quizás se veneraba poco a San José para enfatizar la paternidad divina de Jesús. Pero, así todo, los Padres (San Agustín, San Jerónimo y San Juan Crisóstomo, entre otros), ya nos hablan de San José.  Según San Callistus, esta devoción comenzó en el Oriente donde existe desde el siglo IV, relata también que la gran basílica construida en Belén por Santa Elena había un hermoso oratorio dedicado a nuestro santo.
San Pedro Crisólogo: "José fue un hombre perfecto, que posee todo género de virtudes" El nombre de José en hebreo significa "el que va en aumento. "Y así se desarrollaba el carácter de José, crecía "de virtud en virtud" hasta llegar a una excelsa santidad.
En el Occidente, referencias a (Nutritor Domini) San José aparecen  en el siglo IX en martirologios locales y en el 1129 aparece en Bologna la primera iglesia a él dedicada.  Algunos santos del siglo XII comenzaron a popularizar la devoción a San José entre ellos se destacaron San Bernardo, Santo Tomás de Aquino, Santa Gertrudiz y Santa Brígida de Suecia. Según Benito XIV (De Serv. Dei beatif., I, iv, n. 11; xx, n. 17), "La opinión general de los conocedores es que los Padres del Carmelo fueron los primeros en importar del Oriente al Occidente la laudable práctica de ofrecerle pleno culto a San José".
En el siglo XV, merecen particular mención como devotos de San José los santos Vicente Ferrer (m. 1419), Pedro d`Ailli (m. 1420), Bernadino de Siena (m. 1444) y Jehan Gerson (m. 1429).  Finalmente, durante el pontificado de Sixto IV (1471 - 84), San José se introdujo en el calendario Romano en el 19 de Marzo. Desde entonces su devoción ha seguido creciendo en popularidad.  En 1621 Gregorio XV la elevó a fiesta de obligación. Benedicto XIII introdujo a San José en la letanía de los santos en 1726.
San Bernardino de Siena  "... siendo María la dispensadora de las gracias que Dios concede a los hombres, ¿con cuánta profusión no es de creer que enriqueciese de ella a su esposo San José, a quién tanto amaba, y del que era respectivamente amada? " Y así, José crecía en virtud y en amor para su esposa y su Hijo, a quién cargaba en brazos en los principios, luego enseñó su oficio y con quién convivió durante treinta años.
Los franciscanos fueron los primeros en tener la fiesta de los desposorios de La Virgen con San José. Santa Teresa tenía una gran devoción a San José y la afianzó en la reforma carmelita poniéndolo en 1621 como patrono, y en 1689 se les permitió celebrar la fiesta de su Patronato en el tercer domingo de Pascua. Esta fiesta eventualmente se extendió por todo el reino español. La devoción a San José se arraigo entre los obreros durante el siglo XIX.  El crecimiento de popularidad movió a Pío IX, el mismo un gran devoto, a extender a la Iglesia universal la fiesta del Patronato (1847) y en diciembre del 1870 lo declaró Santo Patriarca, patrón de la Iglesia Católica. San Leo XIII y Pío X fueron también devotos de San José. Este últimos aprobó en 1909 una letanía en honor a San José.
Santa Teresa de Jesús   "Tomé por abogado y señor al glorioso San José." Isabel de la Cruz, monja carmelita, comenta sobre Santa Teresa: "era particularmente devota de San José y he oído decir se le apareció muchas veces y andaba a su lado."
"No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo...No he conocido persona que de veras le sea devota que no la vea mas aprovechada en virtud, porque aprovecha en gran manera a las almas que a El se encomiendan...Solo pido por amor de Dios que lo pruebe quien no le creyere y vera por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso patriarca y tenerle devocion..." -Sta. Teresa.
San Alfonso María de Ligorio nos hace reflexionar: "¿Cuánto no es también de creer aumentase la santidad de José el trato familiar que tuvo con Jesucristo en el tiempo que vivieron juntos?" José durante esos treinta años fue el mejor amigo, el compañero de trabajo con quién Jesús conversaba y oraba. José escuchaba las palabras de Vida Eterna de Jesús, observaba su ejemplo de perfecta humildad, de paciencia, y de obediencia, aceptaba siempre la ayuda servicial de Jesús en los quehaceres y responsabilidades diarios. Por todo esto, no podemos dudar que mientras José vivió en la compañía de Jesús, creció tanto en méritos y santificación que aventajó a todos los santos.
SAN JOSÉFiestas
Marzo 19 : Esposo de la Virgen María
Mayo 1 : San José obrero 
Oficio de lectura
Domingo después de Navidad : La Sagrada Familia
San José es cabeza de la Sagrada Familia. El hombre en quien Dios confió sus mas valiosos tesoros. Esposo de María Santísima, padre virginal de Jesús. No hay en el cielo santo mas grande después de su esposa, María.
El Papa Pío IX nombró a San José, en 1847, Patrono de la Iglesia universal. Si la fiesta, 19 de marzo, cae en Semana Santa, se anticipa al primer sábado anterior a ella. Esta festividad, que ya existía en numerosos lugares, se fijó en esta fecha durante el siglo XV y luego se extendió a toda la Iglesia como fiesta de precepto en 1621.
La paternidad de San José alcanza no sólo a Jesús sino a la misma Iglesia, que continúa en la tierra la misión salvadora de Cristo. El Papa Juan XXIII incorporó su nombre al Canon Romano, para que todos los cristianos -en el momento en que Cristo se hace presente en el altar- veneremos su memoria.
Meditación: San José y la Sagrada Familia
RedemptorisCustos.org
Libro: San José en la Fe de la Iglesia, de Francisco Canals (Ed.)
BAC


Evangelio: Mt 1, 16.18-21.24a
Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús llamado Cristo.
La generación de Jesucristo fue así: María, su madre, estaba desposada con José, y antes de que conviviesen se encontró con que había concebido en su seno por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, como era justo y no quería exponerla a infamia, pensó repudiarla en secreto. Consideraba él estas cosas, cuando un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo:
—José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que en ella ha sido concebido es obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.
Al despertarse, José hizo lo que el ángel del Señor le había ordenado.


"José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, pues lo que en ella ha sido concebido es obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados."
"Al despertarse José hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su esposa. Y, sin que la hubiera conocido, dio ella a luz un hijo; y le puso por nombre Jesús."

"Un ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y estate allí hasta que yo te diga, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo. El se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y huyó a Egipto. Allí permaneció hasta la muerte de Herodes."
 


 
 

José de Nazaret.   

San José de Nazaret
Chapelle Saint-Joseph Amiens 110608 02.jpg
Estatua de San José por los hermanos Duthoit (siglo XIX). Capilla de San José (1832), Catedral de Notre Dame de Amiens
Patriarca - Padre - Casto - Confesor - Obrero
ApodoEl santo silencioso
NacimientoFecha desconocida
Belén de Judá
FallecimientoAntes del inicio de la vida pública de Jesús
Nazaret de Galilea
Venerado enIglesia católica, Iglesia ortodoxa
Festividad19 de marzo Romano
Domingo siguiente a la Navidad Bizantino
3 de enero Mozárabe
1 de mayo San José Obrero (fiesta del trabajo)
AtributosPor antonomasia, con el niño Jesús en brazos.
Vara florida, con azucena o nardo.
Cayado.
Serrucho de carpintero.
PatronazgoFlag of Belgium.svg Bélgica; Flag of Austria.svg Austria; Flag of Canada.svg Canadá, Bandera de Corea del Sur Corea del Sur; Flag of Mexico.svg México; Flag of Panama.svg Panamá; Flag of Peru.svg Perú; Flag of New Caledonia.svg Nueva Caledonia; Bandera de Vietnam Vietnam; Flag of Italy.svg Italia, Turín, de la Iglesia Universal (declarado por el papa Pío IX en 1870), carpinteros, emigrantes, viajeros, de los niños por nacer. Por antonomasia, es el «patrono de la buena muerte» por atribuírsele haber muerto en brazos de Jesús y María.
José de Nazaret (heb.יוסף הקדוש) fue, en el cristianismo y según diversos textos neotestamentarios, el esposo de María, la madre de Jesús de Nazaret y, por tanto, padre terrenal de Jesús. Según los Evangelios, era de oficio artesano (en el original griego, «τεχτων»; Mateo 13:55a), lo que ya en los primeros siglos del cristianismo se concretó en carpintero, profesión que habría enseñado a su hijo, de quien igualmente se indica que era "artesano" (Marcos 6:3a). De condición humilde, aunque las genealogías de Mateo 1:1-17 y Lucas 3:23-38, lo presentan como perteneciente a la estirpe del rey David. Se ignora la fecha de su muerte, aunque se acepta que José de Nazaret murió cuando Jesucristo tenía ya más de 12 años pero antes del inicio de su predicación. En efecto, el evangelio de Lucas menciona a «los padres» de Jesús cuando éste ya cuenta con 12 años (Lucas 2:41-50), pero no se menciona a José de Nazaret en los Evangelios canónicos durante el ministerio público de Jesús, por lo que se presume que murió antes de que éste tuviera lugar. Las Escrituras señalan a José como «justo» (Mateo 1:18), que implica su fidelidad a la Ley y su santidad.
La figura de José fue contemplada y admirada por diversos Padres y Doctores de la Iglesia y es hoy objeto de estudio de una rama particular de la Teología, la Josefología. La exhortación apostólica Redemptoris custos, escrita por Juan Pablo II y publicada el 15 de agosto de 1989, es considerada la carta magna de la teología de San José.[1]

 José de Nazaret en el Nuevo Testamento

 
Detalle de José de Nazaret en el Descanso en la huida a Egipto (1517), óleo sobre lienzo de Antonio Allegri da Correggio.
El evangelio de Mateo 1:18-24 muestra parte del drama que vivió José de Nazaret al saber que María estaba embarazada. Iba a repudiarla, en secreto porque era justo, porque no quería que fuera apedreada según lo dispuesto en la Ley (Deuteronomio 22:20-21). La Escuela bíblica y arqueológica francesa de Jerusalén interpreta que la justicia de José consistió en no querer encubrir con su nombre a un niño cuyo padre ignoraba, pero también en que, convencido de la virtud de María, se negaba a entregarla al riguroso procedimiento de la Ley.[2] Según el evangelio de Mateo, el ángel del Señor le manifestó en sueños que ella concibió por obra del Espíritu Santo y que su hijo «salvaría a su pueblo de sus pecados», por lo que José aceptó a María (Mateo 1:20-24).
Luego, antes que Herodes el Grande ordenara matar a los niños menores de dos años de Belén y de toda la comarca, José tomó al niño Jesús y a su madre y huyó a Egipto (Mateo 2:13-18). Al morir Herodes, José entró nuevamente con el niño y su madre en tierra de Israel pero, al enterarse de que Arquelao, hijo de Herodes el Grande, reinaba en Judea, tuvo miedo de ir allí y se retiró a la región de Galilea, a Nazaret (Mateo 2:19-23).[Nota 1] Según el evangelio de Lucas, Nazaret había sido el lugar de residencia de María, ya desposada con José, cuando acaeció la Anunciación (Lucas 1:26-38).

 Significado del nombre, y oficio de José

 
San José carpintero, de Georges de La Tour. Óleo sobre lienzo pintado en la década de 1640. Museo del Louvre, París.
José (o Joseph en su transcripción arcaica al español, usada hasta inicios del s. XIX) es un nombre masculino de origen hebreo que deriva de yôsef (יוסף) «añada», del verbo lehosif (להוסיף) «añadir». La explicación del significado de este nombre se encuentra en el libro del Génesis.
Entonces se acordó Dios de Raquel. Dios la oyó y abrió su seno, y ella concibió y dio a luz a un hijo. Y dijo: «Ha quitado Dios mi afrenta.» y le llamó José, como diciendo: «Añádeme YHWH otro hijo.»
Génesis 30,22-24
.
El hecho de que José de Nazaret sea mencionado como padre putativo de Jesús,[Nota 2] habría dado lugar en castellano al acrónimo Pepe, resultante del conjunto de ambas iniciales.[3] [4] Sin embargo otros piensan que se trata de una versión reducida de Jusepe (antigua versión del nombre en español).[5]
El evangelio de Mateo en griego señala que Jesús de Nazaret era «hijo del artesano» (Mateo 13:55a) y el evangelio de Marcos expresa que a Jesús mismo le hacían de ese oficio: «¿No es éste el artesano?» (Marcos 6:3).
El término griego usado en ambos casos, «τεχτων», no corresponde específicamente a «carpintero», sino a «artesano», a «obrero»,[6] aunque más frecuentemente se diga de José que era carpintero. De hecho, así se lo suele traducir en la mayoría de las Biblias, incluyendo la Biblia de Jerusalén: «¿No es éste (Jesús) el hijo del carpintero?» (Mateo 13:55a).[7]

José de Nazaret en la Patrística

Los Padres de la Iglesia fueron los primeros en retomar el tema de José de Nazaret. Ireneo de Lyon señaló que José, al igual que cuidó amorosamente a María y se dedicó con gozoso empeño a la educación de Jesucristo, también custodia y protege su cuerpo místico, la Iglesia, de la que la María es figura y modelo.[8] A Ireneo se sumó Efrén de Siria con un sermón laudatorio,[9] Juan Crisóstomo,[10] Jerónimo de Estridón,[11] y Agustín de Hipona, quien apuntó de forma taxativa refiriéndose a José y a María:
Lo que el Espíritu Santo ha obrado, lo ha obrado para los dos. Justo es el hombre, justa es la mujer. El Espíritu Santo, apoyándose en la justicia de los dos, dio un hijo a ambos.
San Agustín, Serm. 51, c. 20.
Según la tradición apostólica, José nació en Belén. Los padres de José eran Santiago y Santa Juana. Santiago (cuyo nombre original es Jacob) era natural de Belén. Sus padres eran Mathan y Estha. Su genealogía es la del Evangelio de San Mateo. Santa Juana (cuyo nombre original es Abdit), llamada por algunos Abigail, era de Belén. Sus padres eran Eleazar y Abdit.
Además, José podría haber tenido un primo hermano de nombre Cleofás, quizá padre de Santiago el Menor, José Barsabás, Simón El Celote, Judas Tadeo, Lidia y Lisia. Todos ellos fueron conocidos como hermanos de Jesús, aunque la interpretación tradicional católica considera que serían sus primos segundos.

San José en la Iglesia católica

Numerosos autores cristianos, varios de ellos doctores de la Iglesia, se refirieron a lo largo de la historia a José de Nazaret (Beda el Venerable, Bernardo de Claraval, Tomás de Aquino en su Summa Theologiae, 3, q. 29, a. 2 in c.).[12] Sixto IV (1471-1484) introdujo la festividad de San José en el Breviario romano, e Inocencio VIII (1484-1492) la elevó a rito doble.
También desde el comienzo de la Orden de Frailes Menores, los franciscanos se interesaron en José de Nazaret como modelo único de paternidad. Distintos escritores franciscanos desde el siglo XIII al XV (Buenaventura de Fidanza, Juan Duns Scoto, Pedro Juan Olivi, Ubertino da Casale, Bernardino de Siena, y Bernardino de Feltre) fueron sugiriendo progresivamente cómo José de Nazaret podría convertirse en un modelo de fidelidad, de humildad, pobreza y obediencia para los seguidores de Francisco de Asís.[13]
Sin embargo, fue Teresa de Ávila quien dio a la devoción a San José el espaldarazo definitivo en el siglo XVI. Esta mística española relata su experiencia personal referida a José de Nazaret en el Libro de la Vida:
Y tomé por abogado y señor al glorioso san José, y encomendéme mucho a él. [...] No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo, de los peligros que me ha librado, así de cuerpo como de alma; que a otros santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad; a este glorioso santo tengo experiencia que socorre en todas, y que quiere el Señor darnos a entender que así como le fue sujeto en la tierra (que como tenía nombre de padre siendo ayo, le podía mandar), así en el cielo hace cuanto le pide. [...] Paréceme, ha algunos años, que cada año en su día le pido una cosa y siempre la veo cumplida. Si va algo torcida la petición, él la endereza para más bien mío. [...] Sólo pido, por amor de Dios, que lo pruebe quien no me creyere, y verá por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso Patriarca y tenerle devoción. En especial personas de oración siempre le habían de ser aficionadas, que no sé cómo se puede pensar en la Reina de los Ángeles, en el tiempo que tanto pasó con el Niño Jesús, que no den gracias a san José por lo bien que les ayudó en ello. Quien no hallare maestro que le enseñe oración, tome este glorioso santo por maestro, y no errará en el camino.[14]
Teresa de Ávila, Libro de la Vida, cap. 6, nn. 6-8.
 
Lienzo cuzqueño que representa a San José con el Niño Jesús. Perú es uno de los países de los cuales José de Nazaret fue proclamado santo patrón.
Por la fidelidad a su esposa con la que, según la Iglesia católica, consumó el matrimonio manteniéndose casto, debido a que María estaba profundamente entregada al amor de su padre divino, San José recibió el don divino de la paternidad aún siendo verdadero esposo virginal, de ahí su dignidad y santidad. San José fue declarado patrono de la familia y es por antonomasia el patrono de la buena muerte, atribuyéndosele el haber muerto en brazos de Jesús y de María.
El papa Pío IX lo proclamó patrono de la Iglesia universal en 1870. Debido a su trabajo de carpintero es considerado patrono del trabajo, especialmente de los obreros, por dictamen de Pío XII en 1955, que quiso darle connotacion cristiana a la efeméride del Día internacional de los trabajadores.
La Iglesia católica lo ha declarado también protector contra la duda y el papa Benedicto XV lo declaró además patrono contra el comunismo y la relajación moral. El 15 de agosto de 1989, el papa Juan Pablo II le dedicó la exhortación apostólica Redemptoris Custos, en ocasión del centenario de la encíclica Quamquam pluries del papa León XIII.[15] Ha sido proclamado patrono de América, China, Canadá, Corea, México, Austria, Bélgica, Bohemia, Croacia, Perú, Vietnam.

José en la Sagrada Familia

José constituye uno de los tres pilares que componen la familia cristiana modelo, tanto en su aspecto interno (en las relaciones entre los distintos miembros que la integran) como en el externo (la familia en la sociedad).
Se puede afirmar que José no era padre adoptivo en sentido estricto pues no hubo ninguna adopción, ningún negocio jurídico equivalente a ello. José fue la persona que, según la tradición cristiana, Dios eligió para constituir una familia para Jesús. Y tal familia se caracterizó por sólo tres elementos, destacando que de ellos, José asumió el rol paterno.
José, un hombre justo, se caracterizó en sus relaciones familiares, por dar una trato de máximo respeto y apoyo a María y por servir de modelo, por voluntad de Dios, a Jesús. Son estas notas las que constituyen el aspecto fundamental de la familia cristiana vista internamente. Y nos llevan a afirmar que José es una de las figuras centrales del cristianismo, un hombre excepcional.

San José en el inicio del ministerio petrino del papa Francisco

En ocasión del inicio de su ministerio petrino en la solemnidad de san José de 2013, el papa Francisco refirió en su homilía los alcances de la custodia que caracteriza a este santo:
¿Cómo ejerce José esta custodia? Con discreción, con humildad, en silencio, pero con una presencia constante y una fidelidad y total, aun cuando no comprende. Desde su matrimonio con María hasta el episodio de Jesús en el Templo de Jerusalén a los doce años, acompaña en todo momento con esmero y amor. Está junto a María, su esposa, tanto en los momentos serenos de la vida como los difíciles, en el viaje a Belén para el censo y en las horas temblorosas y gozosas del parto; en el momento dramático de la huida a Egipto y en la afanosa búsqueda de su hijo en el Templo; y después en la vida cotidiana en la casa de Nazaret, en el taller donde enseñó el oficio a Jesús.[16]
Papa Francisco
Posteriormente, hizo referencia en la misma homilía a la vocación de custodiar que han de tener los seres humanos.
Pero la vocación de custodiar no sólo nos atañe a nosotros, los cristianos, sino que tiene una dimensión que antecede y que es simplemente humana, corresponde a todos. Es custodiar toda la creación, la belleza de la creación, como se nos dice en el libro del Génesis y como nos muestra san Francisco de Asís: es tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos. Es custodiar a la gente, el preocuparse por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón. Es preocuparse uno del otro en la familia: los cónyuges se guardan recíprocamente y luego, como padres, cuidan de los hijos, y con el tiempo, también los hijos se convertirán en cuidadores de sus padres. Es vivir con sinceridad las amistades, que son un recíproco protegerse en la confianza, en el respeto y en el bien. En el fondo, todo está confiado a la custodia del hombre, y es una responsabilidad que nos afecta a todos. Sed custodios de los dones de Dios. [...] Pero, para «custodiar», también tenemos que cuidar de nosotros mismos. Recordemos que el odio, la envidia, la soberbia ensucian la vida. Custodiar quiere decir entonces vigilar sobre nuestros sentimientos, nuestro corazón, porque ahí es de donde salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen. No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la ternura. Y aquí añado entonces una ulterior anotación: el preocuparse, el custodiar, requiere bondad, pide ser vivido con ternura. En los Evangelios, san José aparece como un hombre fuerte y valiente, trabajador, pero en su alma se percibe una gran ternura, que no es la virtud de los débiles, sino más bien todo lo contrario: denota fortaleza de ánimo y capacidad de atención, de compasión, de verdadera apertura al otro, de amor. No debemos tener miedo de la bondad, de la ternura.[16]
Papa Francisco

Josefología

 
San José de la Hermandad de Desamparados (San Fernando, España). En la imagen se observa la vara florida, uno de los símbolos de José de Nazaret a partir del siglo V.
En el presente, algunos teólogos católicos sostienen que José subió al cielo en cuerpo y alma e inclusive que José fue inmaculado desde su concepción.[17] La «Josefología», como rama de la Teología que estudia a José de Nazaret, está en constante evolución.

 Iconografía

San José se halla representado desde el siglo III en algunos relieves de sarcófagos, siempre junto a la Virgen María, llevando ordinariamente como distintivo un cayado (bastón con el extremo superior curvo) o un instrumento de su oficio.
Hasta el siglo V siempre se le da un aspecto joven y hasta el siglo XIII nunca figura aislado o fuera de escena.

 San José y Las Fallas de Valencia

En Valencia, España, se celebran unas fiestas tradicionales llamadas Fallas de Valencia en las que, entre otros actos, se queman unos monumentos hechos de madera y cartón en diferentes puntos de la ciudad. Éstas se celebran en honor de San José, patrón de los carpinteros (gremio muy extendido en la ciudad cuando empezaron a celebrarse a finales del siglo XIX e incluso en la actualidad dada la importancia de la industria del mueble en la región). Los principales actos de Las Fallas son:
  • La Despertà
  • La Mascletà
  • El Castell de Focs artificials
  • La Cremà

 Véase también

Notas

  1. Según algunas investigaciones arqueológicas, Nazaret puede haber sido una pequeña aldea con casas muy humildes adyacentes a cuevas rocosas; ver: Reed, Jonathan L. (2000). Archaeology and the Galilean Jesus. A Re-examination of the evidence. Harrisburg, PA (EE. UU.): Trinity Press International. ISBN 1-56338-394-2. p. 13.
  2. Algunos piensan que la expresión «padre putativo» (que usualmente se abrevia como «P. P.») de Jesús refiere a José, es decir, aquél que era reputado o tenido por padre de Jesús sin serlo.

 Bibliografía

  • Esquerda Bifet, J. (1989). José de Nazaret. Salamanca: Ed. Sígueme.
  • Llamera, B. (1953). Teología de San José. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos.

Referencias

  1. Stramare, S. (2000). «José, esposo de la Virgen María». En Leonardi, C.; Riccardi, A.; Zarri, G. (en español). Diccionario de los Santos, Volumen II. España: San Pablo. pp. 1213-1219. ISBN 84-285-2259-6. http://books.google.com.ar/books?id=a2WMi-KVQNkC&pg=PA1219&dq=%22Diccionario+de+los+santos%22+%22Jos%C3%A9+de+Nazaret%22&hl=es#v=onepage&q=%22Diccionario%20de%20los%20santos%22%20%22Jos%C3%A9%20de%20Nazaret%22&f=false. 
  2. Escuela Bíblica de Jerusalén, ed (1976). Biblia de Jerusalén (Edición Española). Bilbao (España): Desclée de Brouwer. p. 1387. ISBN 84-330-0022-5. 
  3. Gómez Ortín, Francisco Javier (2007). «Escarceos filológicos - Putativo/a». Tonos (Revista electrónica de estudios filológicos) (13). ISSN 1577-6921. http://www.um.es/tonosdigital/znum13/subs/corpora/indicecorpora.htm. Consultado el 7 de mayo de 2012. «El cultismo hijo putativo se aplicó, desde antiguo, a Jesús de Nazaret, ya que se tenía por hijo de José, no siéndolo, como S. José es el padre putativo de Jesús. Se cree que el familiar Pepe se originó de las siglas P.P., "Pater Putativus". Está claro que hijo putativo no implica deshonra alguna, sino que manifiesta una opinión general aparentemente fundada. Así, los hijos adoptivos, cuya condición se mantenga secreta, se podrán denominar hijos putativos de sus padres adoptivos, en tanto no llegue a ser pública esa situación.». 
  4. Villegas Villegas, Alberto (2002). «Territorios de la palabra». Cifra Nueva (Trujillo) (15):  pp. 5-18. ISSN 0798-1570. http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/18780/1/articulo1.pdf. Consultado el 14 de mayo de 2012. «Recordemos que según la tradición española a los José le suelen llamar Pepe. Esto viene a raíz de que San José fue llamado Padre Putativo de Jesús. Se hizo norma que cada vez que se utilizaba el nombre de José para referirse a San José había que agregar el apósito Padre Putativo, se decidió abreviarlo en P.P.». 
  5. Malkiel, Yakov (1978) "Derivational categories". En: Greenberg, Joseph H. (ed.) Universals of human language. Stanford, CA: Stanford University Press, tomo I, p.131
  6. Zorrell, Francisco. (1931). Lexicon graecum Novi Testamenti. París, col. 1307-1308.
  7. Escuela Bíblica de Jerusalén, ed (1976). Biblia de Jerusalén (Edición Española). Bilbao (España): Desclée de Brouwer. p. 1408. ISBN 84-330-0022-5. 
  8. Ireneo de Lyon. Adversus haereses IV, 23, 1.
  9. San Efrén. Sermón de Navidad, 1.
  10. San Juan Crisóstomo, Hom. 4 in Math., n. 6.
  11. San Jerónimo. De perp. Virg. B. M. V., PL 23, 213.
  12. Martelet, Bernard (1999). José de Nazaret, el hombre de confianza. 321 pp (4a edición). Madrid: Ediciones Palabra. ISBN 84-8239-324-3. http://books.google.com.ar/books?id=hhZrcF08IcsC&printsec=frontcover&dq=Jos%C3%A9+de+Nazaret,+El+hombre+de+confianza+Bernard+Martelet&hl=es&cd=2#v=onepage&q&f=false. Consultado el 20 de marzo de 2012. 
  13. Spirito, Guglielmo; Ceschia, Marzia (2011). «Giuseppe di Nazareth: Una prospettiva francescana tra XIII e XV secolo». Miscellanea francescana (Roma) 111 (1-2):  pp. 163-185. ISSN 0026-587X. http://cat.inist.fr/?aModele=afficheN&cpsidt=24421291. Consultado el 28 de mayo de 2012. 
  14. Santa Teresa de Jesús (2003). Libro de la vida. Volumen 90 de Colección Clásicos universales. 347 pp. Valdeavero, Madrid: Jorge A Mestas Ediciones. ISBN 978-84-9599-418-9. 
  15. Juan Pablo II (15 de agosto de 1989). «Exhortación Apostólica «Redemptoris Custos» sobre la figura y la misión de San José en la vida de Cristo y de la Iglesia». Consultado el 19 de marzo de 2012.
  16. a b Papa Francisco (19 de marzo de 2013). «Homilía del Santo Padre Francisco - Santa Misa, imposición del Palio y entrega del anillo del pescador en el solemne inicio del ministerio petrino del obispo de Roma». Plaza de San Pedro: Libr. Editrice Vaticana. Consultado el 19 de marzo de 2013.
  17. Canals Vidal (1998). «La tarea josefológica del P. Francisco de Paula Sola». Anales de la Fundación Francisco Elías de Tejada (4):  pp. 35-49. ISSN 1137-117X. http://dialnet.unirioja.es/servlet/fichero_articulo?codigo=2864367. Consultado el 20 de marzo de 2012. 

 Enlaces externos


San José Obrero
fecha: 1 de mayo
hagiografía: Abel Della Costa
San José Obrero, el carpintero de Nazaret, que con su laboriosidad proveyó la subsistencia de María y de Jesús e inició al Hijo de Dios en los trabajos de los hombres. Por esta razón, en el día de hoy, en que se celebra la fiesta del trabajo en muchas partes del mundo, todos los obreros cristianos honran a san José como modelo y patrono suyo.
oración:
San José, que por medio de tu trabajo alimentaste a tu sagrada familia, intercede ante Dios, que me dio dones y talentos para que los hiciera fructificar, a fin de que pueda usar toda mi energia, fuerza y habilidad para proveer a las necesidades materiales de los míos, al bienestar de todos y a la gloria de su Nombre. Amén.

El 1º de mayo, todos lo sabemos, es desde los comienzos del siglo XX, una jornada reivindicativa de los derechos de los trabajadores, que llegó a establecerse en casi todos los países del mundo, en recuerdo de la huelga de Chicago de 1886 por la jornada laboral de 8 horas, que costó la vida a muchos trabajadores, de algunos de los cuales se conocen los datos, y de otros cientos no. Es todo un «signo de los tiempos» que esta celebración casi universal, e implantada con fuerza en todo Occidente (¡excepto, paradojicamente, en los EEUU!), no tiene ni origen religioso ni ninguna vinculación con el universo de los símbolos religiosos.

La Iglesia Católica, desde aquella primera «encíclica social» del papa León XIII, la Rerum Novarum, de 1891, trataba de comprender los nuevos tiempos; precisamente la expresión «rerum novarum» significa «de las cosas nuevas», pero no representa en el contexto de la encíclica ninguna calificación neutra, sino todo un juicio de valor, bastante negativo: «Excitado el deseo de novedades que desde hace un tiempo agita a los pueblos...» Le costaba a la Iglesia penetrar el significado de eso que estaba pasando en el mundo, que muchas veces venía de la mano del anarquismo, la violencia, y, cómo no, de fuertes sentimientos antireligiosos.

Aun proponiendo soluciones teóricas también, la acción más fuerte que la Iglesia desplegó en el siglo XX en relación al mundo del trabajo fueron las miríadas de creyentes dedicados a la atención directa de los problemas de la alfabetización, de la inserción laboral, de las viejas y nuevas pobrezas en ciudades cada vez más violentas; nuestra fe logró así salir del círculo de las teorías y abstracciones sobre el trabajo e ir hacia -con- el hombre concreto. Parte de este movimiento de «retorno» hacia el trabajador concreto fue la institución, por parte de Pío XII en un discurso del 1 de mayo de 1955 a los trabajadores, del día de san José Obrero, con el explícito deseo de cristianizar una fecha que había nacido al margen de la religión cristiana, pero que en su aspiración profunda de dignificación del trabajo humano la Iglesia podía sentir como propia:

«Aquí, en este día 1 de mayo, que el mundo del trabajo se ha adjudicado como fiesta propia, Nos, Vicario de Jesucristo, queremos afirmar de nuevo solemnemente este deber y compromiso, con la atención de que todos reconozcan la dignidad del trabajo y que ella inspire la vida social y las leyes fundadas sobre la equitativa repartición de derechos y de deberes.
Tomado en este sentido por los obreros cristianos el 1 de mayo, recibiendo así, en cierto modo, su consagración cristiana, lejos de ser fomento de discordias, de odios y de violencias, es y será una invitación constante a la sociedad moderna a completar lo que aun falta a la paz social. Fiesta cristiana, por tanto, es decir, día de júbilo para el triunfo concreto y progresivo de los ideales cristianos de la gran familia del trabajo.
A fin de que os quede grabado este significado nos place anunciaros nuestra determinación de instituir, como de hecho lo hacemos, la fiesta litúrgica de San José Obrero, señalando para ella precisamente el día uno de mayo ¿Os agrada, amados obreros, este nuestro don? Estamos seguros que sí, porque el humilde obrero de Nazaret no solo encarna, delante de Dios y de la Iglesia, la dignidad del obrero manual, sino que es también el próvido guardián de vosotros y de vuestras familias»
(Pío XII, discurso de institución de la fiesta de San José Obrero, 1955)

Si bien tiene también ese valor añadido, no se trata en esta fecha de recordar los humildes orígenes de Jesús, cuanto de meditar sobre una relación, la del hombre y el trabajo, que no es secundaria ni accesoria, sino esencial al desarrollo de nuestro ser. Frecuentemente cuando se habla del trabajo se evocan las palabras del Génesis 3,19: «Con el sudor de tu rostro comerás el pan», como si la realidad del trabajo fuera enteramente la de una maldición. Sin embargo es necesario recordar que antes de eso, antes de toda caída, ya se dice en el mismo Génesis que Dios «Tomó al hombre y le dejó en el jardín de Edén, para que lo labrase y cuidase» (2,15). La vinculación hombre-trabajo excede a la fatiga, excede a la caída y a la condición de desamparo en al que nos hallamos; es una vinculación de naturaleza: el hombre despliega su ser por el trabajo, y por tanto no hay ser humano si no hay actividad transformadora y creadora.

Muy atinadamente el elogio de san José Obrero del día de hoy dirá que José «inició al Hijo de Dios en los trabajos de los hombres», no sólo en un oficio concreto que presumiblemente fue el medio de subsistencia de Jesús hasta el inicio de su vida pública, sino en la laboriosidad esencial que nos compete como hombres, ya que -lo señala en nobles palabras el Concilio Vaticano II- «las victorias del hombre son signo de la grandeza de Dios y consecuencia de su inefable designio» (Gaudium et Spes, 34).

Bibliografía: lamentablemente no está en línea en el sitio del Vaticano, en la sección de documentos de SS Pío XII, la proclamación del 1 de mayo como día de san José Obrero, el fragmento citado lo extraje de Año Cristiano, pero seguramente todo el discurso del Papa debe ser de esa misma gran sensibilidad. Sí, en cambio, puede leerse el elogio de san José (donde se menciona el discurso de Pío XII) por parte de Juan XXIII en la Carta Apostólica «Le voci». Un hermoso texto para meditar sobre el trabajo humano y su valorización cristiana es la segunda lectura del Oficio de Lecturas del día, que cita dos parágrafos de la Gaudium et Spes, de donde proviene la cita que hice en el presente artículo.
El cuadro es «José con el niño Jesús en el trabajo», de Georges de la Tour, 1645, en el Museo del Louvre.



A San José obrero

 
Nos dirigimos a ti, Oh bendito San José,
nuestro protector en la tierra,
como quien conoce el valor del trabajo
y la respuesta a nuestro llamado.
A través de tu Santa Esposa,
la Inmaculada Virgen Madre de Dios,
y sabiendo el amor paternal
que tuviste a nuestro Señor Jesús,
te pedimos nos asistas en nuestras necesidades
y fortalezcas en nuestros trabajos.
Por la promesa de realizar
dignamente nuestras tareas diarias,
líbranos de caer en el pecado,
de la avaricia, de un corazón corrupto.
Se tú el solícito guardián de nuestro trabajo,
nuestro defensor y fortaleza
contra la injusticia y el error.
Seguimos tu ejemplo y buscamos tu auxilio.
Socórrenos en todos nuestros esfuerzos,
para así poder obtener contigo
el descanso eterno en el Cielo,
Amén.
 
San José, Obrero
Hoy la Iglesia recuerda, en el día de los trabajadores, a san José, obrero.
Pablo VI se ha expresado al respecto: "Vosotros, los hijos del trabajo, que durante siglos habéis sido los esclavos de la labor, buscad a aquel que declara que la vida es sagrada, que el obrero es libre de las cadenas que la primacía del materialismo y del egoísmo económico ha soldado no sólo en torno de los puños de los trabajadores, sino en torno de su corazón y de su espíritu... Buscad un principio, una razón que haga a los hombres iguales, solidarios entre sí, y que les devuelva la fraternidad. Y ello no en el odio contra otros hombres... Ya que todos viven en una comunidad natural, que traten de formar una sociedad humana y que sientan la grandeza de ser un pueblo". 
El mundo humano es el mundo del trabajo, hecho por la inteligencia, a través de las manos que en medio de la naturaleza señalaron el camino del progreso y la cultura. Dios concedió manos a otras especies, pero sólo a la mano del hombre le dio el carácter de herramienta. Toda la técnica sobre la cual se asienta la civilización es prolongación de esa mano que Dios otorgó al hombre.
Hoy celebramos al padre nutricio de Jesús, justo y humilde carpintero de Nazaret, que pasa la vida no sólo en la meditación y la oración, sino también en las fatigas de su artesanía. José es el símbolo de la prudencia, del silencio, de la generosidad, de la dignidad y de la aplicación en el trabajo; también lo es de los derechos y de los deberes respecto del trabajo.
San José fue un auténtico obrero en el pleno sentido de la palabra, y el único hombre que compartió con el Hijo de Dios la tarea de todos los días.
Recordamos hoy a todos los trabajadores de nuestra patria y del mundo, pidiendo al cielo para que sean instrumento de paz, de evangelización, de serena inteligencia, de valor y de confianza en sí mismos, de esperanzas de bien y de fervientes voluntad, dignos y sin retaceos en la hermandad de los hombres. Hoy la Iglesia recuerda, en el día de los trabajadores, a san José, obrero.

Juan Pablo II enseña que los hombres descubren pronto la cruz en su trabajo; precisamente por ello el esfuerzo humano es redentor, pues Cristo lo ha unido a su pasión: también él fue obrero y predicó su evangelio del trabajo conociendo íntimamente esta realidad que tiene por protagonistas a todos los hombres y mujeres del mundo.
Otros Santos cuya fiesta se celebra hoy: Nuestra Señora de Estíbaliz. Santos: Jeremías, profeta; Amador, Asaf, obispos; Orencio, Paciencia, Columba, Anonimata, Andéolo, Segismundo, rey, mártires; Peregrino, Isidora, Arnulfo, Cariulfo, Domardo, Ricardo Pampuri, confesores; Grata, viuda. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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