martes, 7 de mayo de 2013

Martes de la sexta semana de Pascua (Evangelio)

martes 07 Mayo 2013
Martes de la sexta semana de Pascua

Santa Flavia Domitila,  San Agostino Rocelli



Leer el comentario del Evangelio por
Santa Teresa Benedicta de la Cruz : “...os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito.”

Lecturas

Hechos 16,22-34.

La gente se les echó encima. Los oficiales mandaron arrancarles las ropas y los hicieron apalear.
Después de haberles dado muchos golpes, los echaron a la cárcel, dando orden al carcelero de vigilarlos con todo cuidado.
Este, al recibir dicha orden, los metió en el calabozo interior y les sujetó los pies con cadenas al piso del calabozo.
Hacia media noche Pablo y Silas estaban cantando himnos a Dios, y los demás presos los escuchaban.
De repente se produjo un temblor tan fuerte que se conmovieron los cimientos de la cárcel; todas las puertas se abrieron de golpe y a todos los presos se les soltaron las cadenas.
Se despertó el carcelero y vio todas las puertas de la cárcel abiertas. Creyendo que los presos se habían escapado, sacó la espada para matarse,
pero Pablo le gritó: «No te hagas daño, que estamos todos aquí.»
El hombre pidió una luz, entró de un salto y, después de encerrar bien a los demás presos, se arrojó temblando a los pies de Pablo y Silas.
Después los sacó fuera y les preguntó: «Señores, ¿qué debo hacer para salvarme?»
Le respondieron: «Ten fe en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia.»
Le anunciaron la Palabra del Señor a él y a todos los de su casa.
El carcelero, sin más demora, les lavó las heridas y se bautizó con toda su familia a aquella hora de la noche.
Los había llevado a su casa; allí preparó la mesa e hicieron fiesta con todos los suyos por haber creído en Dios.


Salmo 138(137),1-2.3.7-8.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
pues oíste las palabras de mi boca.
Canto para ti en presencia de los ángeles,
y me postro ante tu Templo santo. Doy gracias a tu nombre por tu amor y tu verdad, pues tu palabra ha superado tu renombre.

El día en que clamé, me respondiste
y aumentaste la fuerza en mi alma.
Si en medio de angustias caminare, tú me harías vivir; con tu mano paras al enemigo y tu diestra me salva.
El Señor lo hará todo por mí,
Señor, tu amor perdura para siempre,
no abandones la obra de tus manos.



Juan 16,5-11.

Pero ahora me voy donde Aquel que me envió, y ninguno de ustedes me pregunta adónde voy.
Se han llenado de tristeza al oír lo que les dije,
pero es verdad lo que les digo: les conviene que yo me vaya, porque mientras yo no me vaya el Protector no vendrá a ustedes. Yo me voy, y es para enviárselo.
Cuando venga él, rebatirá al mundo en lo que toca al pecado, al camino de justicia y al juicio.
¿Qué pecado? Que no creyeron en mí.
¿Qué camino de justicia? Mi partida hacia el Padre, ustedes ya no me verán.
¿Qué juicio? El del príncipe de este mundo: ya ha sido condenado.


Extraído de la Biblia Latinoamericana.



Leer el comentario del Evangelio por

Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein, (1891-1942), carmelita descalza, mártir, copatrona de Europa
Poesía, Pentecostés 1937

“...os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito.”

¿Quién eres, dulce luz que me inundas
alumbrando las tinieblas de mi corazón?...
¿Eres Tú el Arquitecto que construye la catedral eterna,
que se levanta de la tierra hasta el cielo?
Animadas por Ti, se yerguen las columnas a las alturas
cimentadas, firmes, inamovibles (Ap 3,12).
Marcadas con el nombre del Dios eterno
buscan la luz, sostienen la cúpula
que corona y perfecciona el edificio,
tu obra que abarca al mundo entero:
¡Espíritu Santo – mano creadora de Dios!...

¿Eres Tú el dulce cántico de amor,
del temor santo
que resuena en el trono de la Trinidad (Ap 4,8),
en unión esponsal con todo lo que es?
la melodía jubilosa, al unísono
que conduce cada miembro hacia la Cabeza (Ef. 4,15),
donde cada ser recobra el sentido misterioso de si mismo
y jubiloso se derrama
en corriente libre, desligada:
¡Espíritu Santo – júbilo eterno!

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