lunes, 27 de mayo de 2013

Meditación - Santísima Trinidad

     
"Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado" (Rm 5, 1-5). "En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Él me glorificará, porque recibirá de mi lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío" (Jn 16, 12-15).
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Contemplación

Los textos elegidos para la Liturgia de la Palabra de este domingo se refieren al misterio de Dios Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Acabamos de celebrar Pentecostés, de reavivar los dones recibidos del Espíritu. Es Él quien nos posibilita creer en el misterio trinitario y descubrir en la revelación cristiana no solo la identidad divina, sino nuestra semejanza con Dios.
Dios es Amor, es comunidad, es relación permanente entrañable, filial, esponsal. Dios engendra, crea, salva, santifica, y nos invita a ser fecundos, cooperadores con su creación. Estamos llamados a la santidad, gracias a haber sido redimidos.
El conocimiento que el Espíritu Santo nos permite tener de Dios, gracias al don que nos otorgó Jesucristo, nos introduce en la experiencia de sabernos amados, introducidos en el seno del Padre, en la naturaleza humana del Verbo hecho carne y ascendido a los cielos.
Gracias a la revelación cristiana, nuestra necesidad de sabernos engendrados por amor tiene respuesta. El Padre Dios ha querido nuestra existencia, y la mantiene por amor entrañable.
Gracias a Jesucristo, manifestación plena del Padre, y a su opción amistosa de ser nuestro compañero y nuestra referencia última, se nos colma la necesidad de un acompañamiento fraterno en el camino de la vida.
Gracias al Espíritu, que Jesucristo nos envió desde el seno del Padre, nos reconocemos habitados por dentro, y capaces de sentir el gozo, la paz, el consuelo, la fuerza, la valentía, que nos dan los dones derramados en nuestro corazón, al participar de los sacramentos.
Es día de alabanza, de dar gloria a Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, día de adorar.
 
La Santísima Trinidad
 
Solemnidad
Domingo después de Pentecostés

"Un  sólo Dios, un solo Señor"

 
El dogma fundamental, del que todo fluye y al que todo en el cristianismo viene a parar es el de la Santísima Trinidad. De ahí que, después de haber recordado uno tras otro en el curso del Cielo a Dios Padre, Hijo, autor de la Redención, y a Dios Espíritu Santo, autor de nuestra santificación, la Iglesia nos incita hoy a la consideración y rendida adoración del gran misterio que nos hace reconocer y adorar en Dios la unidad de naturaleza en la trinidad de personas.

"Apenas hemos celebrado la venida del Espíritu Santo, cantamos la fiesta de la Santísima Trinidad en el Oficio del Domingo que sigue, escribía San Ruperto en el siglo XII, y este lugar está muy bien escogido, porque tan pronto como hubo bajado el Espíritu Santo, comenzó la predicación y la creencia; y, en el bautismo, la fe y confesión en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo."
Afirmaciones del dogma de la Trinidad, se ven continuamente en la Liturgia. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, así empieza y termina la Santa Misa y el Oficio divino, y se confieren los Sacramentos. Igualmente A los salmos sigue el Gloria Patri ...; los himnos tradicionales acaban con la doxología y las oraciones con una conclusión en honor a las Tres Divinas Personas.   
La devoción a la Santísima Trinidad se inició en el siglo X, y a partir de esta época se fue también difundiendo su fiesta litúrgica, entrando en el calendario romano en 1331. Si bien desde el comienzo del cristianismo la oración litúrgica se ha dirigido al Padre, por mediación del Hijo y en el Espíritu Santo, y el mismo Jesús habló de Dios como una comunión de amor y manifestó el misterio de las tres divinas personas, lo original de esta fiesta es el honrar específicamente a Dios sin tener como motivo un acontecimiento salvífico, ni la memoria de un santo. Se trata de "profesar la fe verdadera, conocer la gloria de la eterna Trinidad y adorar su unidad todopoderosa".
La antigua iglesia hispánica, en los siglos V al VII, enseñó magníficamente la fe trinitaria, sobre todo en los concilios de Toledo, y de su liturgia procede el prefacio propio de esta solemnidad. Es consolador saber que nuestro Dios es "uno sólo, pero no solitario" (Concilio VI de Toledo, año 638), amor puro que sólo busca darse de forma creadora y llevarnos a participar en su unidad vital eterna.
Notas Adicionales /  Expresión artística y arquitectónica
El dogma de la Trinidad resplandeció también en nuestras iglesias. Nuestros padres gozaban viendo en la altura, anchura y largura admirablemente proporcionadas de esos edificios un símbolo de la Trinidad; lo mismo que en sus divisiones principales y en las secundarias: las tres entradas, las tres puertas, los tres ventanales y a menudo también las tres torres. Por doquier, hasta en los detalles ornamentales, el número tres repetido sin cesar obedece a una idea, a la fe en la Trinidad.
También la iconografía cristiana tradujo de mil maneras este mismo pensamiento. Hasta el siglo XII a Dios Padre se le representó por una mano, que sale de las nubes y bendice. En esa mano se significa la divina omnipotencia. En los siglos XIII y XIV se ve ya la cara y luego el busto del Padre, en el cual desde el siglo XV es representado como un venerable anciano vestido con ornamentos papales.
Hasta el siglo XII Dios Hijo fue primero representado por una cruz, por un cordero o bien por un gallardo joven semejante al Apolo de los gentiles. Desde el siglo XII al XVI vemos ya representado a Cristo en la plenitud de la edad y con barba. A partir del siglo XIII lleva la cruz y también aparece en figura de cordero.
Al Espíritu Santo se le representó a lo primero por una paloma, cuyas alas extendidas tocaban a veces la boca del Padre y del Hijo, para demostrar cómo procede de entrambos. Ya desde el siglo XI aparece con la figura de un niñito, por idéntico motivo. En el siglo XIII es un adolescente y en el siglo XV un hombre hecho y semejante al Padre y al Hijo, pero con una paloma sobre sí o en la mano, para distinguirle así de las otras dos divinas personas. Mas desde el siglo XVI la paloma torna a asumir el derecho exclusivo de representar al Espíritu Santo.
Para representar a la Trinidad se adoptó la figura del triángulo. También el trébol sirvió para figurar el misterio de la Trinidad y lo mismo tres círculos enlazados con la palabra Unidad en el espacio central que queda libre por la intersección de los círculos.
Solemnidad de la Santísima Trinidad
Primera: Ex 34,3b-6.8-9; Salmo: Dn 3,52-56 Segunda: 2Co13,11-13; Evangelio: Jn 3,16-18
 
A - Solemnidad de la Santísima Trinidad
A - Solemnidad de la Santísima Trinidad
Sagrada Escritura

Primera: Ex 34,3b-6.8-9
Salmo: Dn 3,52-56
Segunda: 2Co13,11-13
Evangelio: Jn 3,16-18





Nexo entre las lecturas

La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén siempre con ustedes (2L). Con este saludo trinitario se nos manifiesta el sentido de esta solemnidad litúrgica. La iglesia en este día quiere adentrarse en el misterio uno y trino de Dios y de su incomparable amor por el género humano. La lectura del libro del Éxodo nos narra el momento misterioso en el que, en el Sinaí y en forma de nube, Dios se revela a Moisés como el Señor compasivo y misericordioso (1L).

La petición que hace Moisés a continuación conmueve el corazón: Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros... perdona nuestros pecados y tómanos como heredad tuya. En La segunda lectura (2L) Pablo habla del Dios del amor que ofrece la paz a los corazones. En este día, por tanto, nos introducimos de algún modo en la intimidad de Dios. Lo contemplamos como Dios trino y uno. Dios paciente y misericordioso. Nos revela su vida íntima y nos invita a compartir de un modo inefable esta vida por la adopción como Hijos suyos. En efecto Dios ha amado tanto al mundo que entregó a su Hijo unigénito para que todo el que crea tenga la vida eterna. (EV) Dios quiere que el hombre tenga vida y la tenga en abundancia.


Mensaje doctrinal

1. Un misterio. El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. En esta fiesta se acoge el misterio de la revelación de Dios: tanto ha amado al mundo que llegó a la donación hecha redención en su Hijo Unigénito. Esto es posible acogerlo gracias a la nueva condición del bautizado abierto, por las virtudes teologales, a la intimidad divina. El cristiano bautizado es testigo, confidente del misterio trinitario. La Iglesia conserva este dogma como el misterio más profundo que le confió el Señor y lo mantiene, en la oración, como herencia viva y preciosa a través de los siglos. La exhortación de Gregorio Nacianceno revela muy bien el pensamiento de la Iglesia desde los primeros siglos:

“Ante todo, guardadme este buen depósito, por el cual vivo y combato, con el cual quiero morir, que me hace soportar todos los males y despreciar todos los placeres: quiero decir la profesión de fe en el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo. Os la confío hoy. Por ella os introduciré dentro de poco en el agua y os sacaré de ella. Os la doy como compañera y patrona de toda vuestra vida. Os doy una sola Divinidad y Poder, que existe Una en los Tres, y contiene los Tres de una manera distinta. Divinidad sin distinción de substancia o de naturaleza, sin grado superior que eleve o grado inferior que abaje... Es la infinita connaturalidad de tres infinitos. Cada uno, considerado en sí mismo, es Dios todo entero... Dios los Tres considerados en conjunto... No he comenzado a pensar en la Unidad cuando ya la Trinidad me baña con su esplendor. No he comenzado a pensar en la Trinidad cuando ya la unidad me posee de nuevo...(0r. 40,41: PG 36,417).

Dios se ha dado a conocer como comunión de vida y de amor: un Dios que en sí mismo no está aislado es Padre, Hijo y Espíritu Santo. La comunión trinitaria en Dios es la realidad más profunda y más perfecta. No es posible comprenderla con la inteligencia humana porque es un misterio. El nuevo catecismo nos dice en el número 258: "Toda la economía divina es la obra común de las tres personas divinas. Porque la Trinidad, del mismo modo que tiene una sola y misma naturaleza, así también tiene una sola y misma operación (cf. Cc. de Constantinopla, año 553: DS 421). "El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no son tres principios de las criaturas, sino un solo principio" (Cc. de Florencia, año 1442: DS 1331). Sin embargo, cada persona divina realiza la obra común según su propiedad personal. Así la Iglesia confiesa, siguiendo al Nuevo Testamento (cf. 1 Co 8,6): "uno es Dios y Padre de quien proceden todas las cosas, un solo el Señor Jesucristo por el cual son todas las cosas, y uno el Espíritu Santo en quien son todas las cosas (Cc. de Constantinopla II: DS 421)".

2. La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén siempre con ustedes. Con estas palabras comienza el saludo trinitario paulino. En efecto, es la experiencia de fe y de vida cristiana la que llevo a Paulo a formular esta bella bendición usada ahora en cada Celebración Eucarística.

El cristiano experimenta a lo largo de su vida la gracia de Cristo que es el don de la redención. Con la recepción de los sacramentos actualiza y hace propios los dones que le deja Cristo. Él nos introduce en calidad de Hijos adoptivos en el misterio trinitario. "Por medio de Cristo tenemos acceso, en un solo Espíritu, al Padre". (Ef 2,18). A lo largo de su vida, el cristiano ha de buscar imitar a Cristo en sus virtudes aplicando las enseñanzas del Evangelio a todas sus acciones y relaciones humanas.

Experimentar el amor del Padre es experimentar la realidad de su Providencia divina. Al Padre se le atribuye la creación de cuanto existe. Y su conservación. Dios Padre es rico en misericordia y bondad, tardo a la ira y clemente; lo experimentamos al ver la pequeñez y debilidad de nuestro ser. Dios Padre ha querido introducirnos en su misma intimidad al enviarnos a Jesucristo, camino que nos lleva a Él.

El Espíritu Santo mora en nosotros, actúa en nuestra oración. Cuanto hacemos en la vida sobrenatural es bajo su influencia. Inspira a la mente, mueve la voluntad, alienta las virtudes etc. para que en Él glorifiquemos con Cristo a Dios Padre.

3. La Trinidad y la vida cristiana. Por medio de las virtudes teologales, que nos elevan al nivel sobrenatural, podemos experimentar una amistad creciente con cada una de estas Personas divinas. Esto es lo que pretende la Liturgia de hoy. En esta experiencia misteriosa se fundan la alegría, la paz operante, el ideal de santidad y de perfección personal y comunitaria, la concordia fraterna y el fervor entusiasta que deben caracterizar toda la comunidad eclesial. La fe nos permite aceptar el misterio sin cuestionarlo. La fe nos ayuda a ver que Dios es la verdad misma y no puede engañarse ni engañarnos. La esperanza nos infunde confianza y firme seguridad de que llegaremos a gozar de la eternidad gozosa a pesar de las dificultades de esta vida. El amor, finalmente, nos hace donarnos sin límites para reflejar la gloria y la bondad de Dios en nuestros hermanos los hombres.

Ya desde ahora somos llamados a ser habitados por la Santísima Trinidad: "Si alguno me ama -dice el Señor- guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él" (Jn 14,23). No podemos desperdiciar el tiempo en disquisiciones mentales y no disfrutar de la presencia de tan ilustres huéspedes en nuestras almas.

Hagamos nuestra esta oración:

"Dios mío, Trinidad que adoro, ayúdame a olvidarme enteramente de mí mismo para establecerme en ti, inmóvil y apacible como si mi alma estuviera ya en la eternidad; que nada pueda turbar mi paz, ni hacerme salir de ti, mi inmutable, sino que cada minuto me lleve más lejos en la profundidad de tu Misterio. Pacifica mi alma. Haz de ella tu cielo, tu morada amada y el lugar de tu reposo. Que yo no te deje jamás solo en ella, sino que yo esté allí enteramente, totalmente despierta en mi fe, en adoración, entregada sin reservas a tu acción creadora". (Oración de la Beata Isabel de la Trinidad).


Sugerencias pastorales

En una sociedad como la nuestra, que por una parte tiene sed del misterio de Dios, pero por otra, se aleja de la práctica litúrgica y sacramental de la Iglesia, nos conviene ayudar a nuestros fieles a descubrir por experiencia las maravillas y tesoros de nuestra fe en la Trinidad. No basta una formulación teórica -que también es importante-. No basta saber que Dios es uno en tres personas, es necesario que este misterio se viva de modo experiencial.

Debemos promover todo aquello que ayude para que nuestros fieles sientan y experimenten el amor de Dios Padre, la amistad profunda y generosa con Cristo Señor, la presencia amorosa del “dulce huésped de sus almas”. Ciertamente ayudará mucho la predicación, pero no cabe duda que el mejor modo de transmitir a Dios es haciendo uno mismo la experiencia de Dios. Conocemos muchas personas ignorantes en cuanto a ciencia, pero sabias en cuanto a experiencia de Dios. Carecen de la instrucción más básica y, sin embargo, han hecho una profunda experiencia de Dios que pueden transmitir a los demás con profundidad.

En este sentido qué importantes se revelan las primeras oraciones que aprenden los niños de labios de sus madres, o de sus educadoras en la catequesis. Esas oraciones aprendidas bajo el calor del hogar acompañan al hombre en las más variadas vicisitudes de la vida. El misterio trinitario se hace así, el misterio del amor, el misterio que se adentra en el corazón del hombre, el misterio por el que el hombre aprende a relacionarse con Dios. Con un Dios trascendente y a la vez un Dios íntimo que inhabita en el alma.

En la catequesis podemos hacer hincapié en aquellos signos trinitarios que practicamos diariamente como son: el acto de signarse, el rezo del Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo, la bendición de la mesa o de otros momentos del día. Romano Guardini tiene explicaciones excelentes sobre algunos de estos signos.
 

Santísima Trinidad

 
La Trinidad es el dogma central sobre la naturaleza de Dios de la mayoría de las iglesias cristianas. Esta creencia afirma que Dios es un ser único que existe simultáneamente como tres personas distintas o hipóstasis:
Algunas confesiones minoritarias, como las iglesias unitarias, los testigos de Jehová y los pentecostales unicitarios, entre otros, rechazan esta creencia. Los mormones afirman creer en la Trinidad pero tienen una interpretación específica y radicalmente diferente del dogma mayoritariamente aceptado.

 

Origen

Antecedentes

Existen tríadas de dioses desde la antigüedad histórica, tal vez por el carácter místico que algunas culturas tienen del número tres.[1]
Las tríadas presentes en religiones o visiones filosóficas corresponden a fuerzas primordiales hipostasiadas o a aspectos del Dios supremo. Aunque las relaciones entre los diferentes términos de estas tríadas no sean siempre fáciles de discernir, parece claro que no han sido concebidas en ningún caso partiendo de un modelo como el de la Trinidad cristiana.[2]
En algunas corrientes platónicas, se distinguen varios niveles de realidad, entre las que encontramos tres de gran importancia:
  • Dios, ser absoluto y causa primera.
  • Logos, o razón universal.
  • Anima Mundi, alma universal emanada de Dios que anima y gobierna el mundo visible.
En otras ocasiones, la trinidad platónica es descrita como las ideas de Bien, el resto de ideas inteligibles que proceden del Bien, y las ideas materializadas o mundo visible.[3]

Terminología

En el año 215 d. C., Tertuliano fue el primero en usar el término Trinidad (trinitas). Anteriormente, Teófilo de Antioquía ya había usado la palabra griega τριάς trias (tríada) en su obra A Autólico (c. 180) para referirse a Dios, su Verbo (Logos) y su Sabiduría (Sophia).[4] Tertuliano diría en Adversus Praxeam II que «los tres son uno, por el hecho de que los tres proceden de uno, por unidad de substancia».[5]

Perspectivas históricas

La fórmula fue adquiriendo forma con el paso de los años y no fue establecida definitivamente hasta el siglo IV:
La definición del Concilio de Nicea, sostenida desde entonces con mínimos cambios por las principales denominaciones cristianas, fue la de afirmar que el Hijo era consustancial (ὁμοούσιον, homousion, literalmente ‘de la misma sustancia que) el Padre. Esta fórmula fue cuestionada y la Iglesia pasó por una generación de debates y conflictos hasta que la «fe de Nicea» fue reafirmada en Constantinopla en 381.[6]

Concilios

En Nicea toda la atención se concentró en la relación entre el Padre y el Hijo, inclusive mediante el rechazo de algunas frases típicas arrianas mediante algunos anatemas anexados al credo; y no se hizo ninguna afirmación similar acerca del Espíritu Santo. Pero, en Constantinopla (381) se indicó que éste es adorado y glorificado junto con Padre e Hijo (συμπροσκυνούμενον καὶ συνδοξαζόμενον), sugiriendo que era también consustancial a ellos. Esta doctrina fue posteriormente ratificada por el Concilio de Calcedonia (451), sin alterar la sustancia de la doctrina aprobada en Nicea.[7]
 
Representación de la Trinidad.

Exposición

Análisis general

La escritura y doctrina cristiana descansa en el monoteísmo (un solo Dios), por lo tanto había que ajustarla a lo que decía la Escritura con respecto al Padre, al Hijo y el Espíritu, sin caer en el politeísmo, ni tampoco modificando la Escritura por conveniencia (Eisegesis). Los teólogos de los primeros siglos del Cristianismo elaboraron explicaciones que generaron varias corrientes de pensamiento y una intensa polémica. Esta polémica se acentuó durante el reinado del emperador Constantino I, cuando los dirigentes de la Iglesia comenzaron a contar con el apoyo imperial y tuvieron que precisar cuál debía ser la doctrina compartida por las diversas comunidades cristianas. En contraposición tanto frente a las posiciones subordinacionistas (principalmente los partidarios de Arrio) como a las modalistas, algunos teólogos llegaron a la conclusión de que, si estas tres personas compartían diferentes cualidades y características divinas exclusivas de Dios (señorío, eternidad, omnisciencia, omnipresencia, santidad, etc.), se tendría que utilizar la fórmula matemática 1x1x1=1 en vez de 1+1+1=3, ya que ésta rompe el monoteísmo de Dios y se convierte en politeísmo o henoteísmo.

Citas bíblicas

En la Biblia se encuentran alusiones tanto al Padre como al Hijo y al Espíritu Santo que se han presentado como menciones implícitas de la naturaleza trinitaria de Dios.
  • Citas del Tanaj (Antiguo Testamento) en las que aparecen referencias a Dios en plural:
    • «Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza...”» (Gn 1,26)
    • «El hombre ha llegado a ser como uno de nosotros en el conocimiento del bien y del mal.» (Gn 3,22).
    • «Y dijo Yahvé: “Veo que todos forman un solo pueblo y tienen una misma lengua. Si esto va adelante, nada les impedirá desde ahora que consigan todo lo que se propongan. Pues bien, bajemos y confundamos ahí mismo su lengua, de modo que no se entiendan los unos a los otros”» (Gn 11,6-7)
    • «Yo oí la voz del Señor que decía: “¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?”. Yo respondí: “¡Aquí estoy: envíame!”» (Is 6,8).
    • También se presenta como argumento la utilización de la palabra Elohim, que es plural, para referirse a Dios (por ejemplo, en Gn 20,13 o 2 Sam 7,23).
  • Citas del Nuevo Testamento en las que se identifica a Jesús con Dios:
    • El inicio del Evangelio de Juan: «En el principio existía el Verbo y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios» (Jn 1,1);
    • El reconocimiento de Tomás hacia Jesús con la expresión: «Señor mío y Dios mío» (Jn 20,28);
    • El reconocimiento de la omnisciencia de Jesús, atributo de Dios (Jn 21,17; Jn 16,30);
    • «El que me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Jn 14,9);
    • «Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí» (Jn 14,11);
    • «Todo lo que tiene el Padre es mío» (Jn 16,15);
    • La acusación de los judíos de hacerse Jesús igual a Dios (Jn 5,18);
    • La capacidad de Jesús de perdonar los pecados (Mc 2,5-10).
  • Citas del Nuevo Testamento en las que se menciona a las tres entidades:
    • El bautismo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28,19);
    • El saludo paulino: «La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros» (2 Co 13,13).[8]
Fuera de los libros considerados canónicos, la fórmula trinitaria está presente en la Didaché, documento cristiano datado del siglo I por la mayoría de los estudiosos contemporáneos: «Os bautizaréis en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo en agua viva (corriente). Pero si no tienes agua corriente, entonces bautízate en otra agua [...]. Pero si no tienes ni una ni otra, entonces derrama agua sobre la cabeza tres veces en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Did 7,1-3).[9]
Además de la polémica sobre la naturaleza de Jesús —si era humana, divina, o ambas a la vez—, de su origen —si eterno o temporal— y de cuestiones similares relativas al Espíritu Santo, el problema central del dogma trinitario es justificar la división entre "sustancia" única y triple "personalidad". La mayoría de las iglesias protestantes, así como las ortodoxas y la Iglesia Católica, sostienen que se trata de un misterio inaccesible para la inteligencia humana.

La Iglesia católica

La Iglesia católica dice: “La Trinidad es el término con que se designa la doctrina central de la religión cristiana [...] Así, en las palabras del Símbolo Quicumque: ‘el Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios, y sin embargo no hay tres Dioses, sino un solo Dios’. En esta Trinidad [...] las Personas son co-eternas y co-iguales: todas, igualmente, son increadas y omnipotentes. [...]".[10]

La Iglesia ortodoxa griega

La Iglesia ortodoxa griega dice de la Trinidad lo siguiente: «Dios es trino y uno. [...] El Padre es totalmente Dios. El Hijo es totalmente Dios. El Espíritu Santo es totalmente Dios».[11]
The Catholic Encyclopedia[12] afirma que es un dogma y a la vez un misterio como sigue: «Un dogma tan misterioso presupone una revelación divina».

Las iglesias evangélicas

Las Iglesias Cristianas Evangélicas definen que dentro de la unidad de Dios existen tres distintas personas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Los tres comparten los mismos atributos y la misma naturaleza, por lo tanto estos tres constituyen el único Dios.

Personas de la Trinidad

Según esta doctrina:
  • El Padre. Es increado e inengendrado.
  • El Hijo. No es creado sino engendrado eternamente por el Padre.
  • El Espíritu Santo. No es creado, ni engendrado, sino que procede eternamente del Padre y del Hijo (según las iglesias evangélicas y la iglesia católico-romana) o sólo del Padre (según la Iglesia católica-ortodoxa).
Según el Dogma católico definido en el Primer Concilio de Constantinopla (381), las tres personas de la Trinidad son realmente distintas pero son un solo Dios verdadero. Esto es algo posible de formular pero inaccesible a la razón humana, por lo que se le considera un misterio de fe. Para explicar este misterio, en ocasiones los teólogos cristianos han recurrido a símiles. Así, Agustín de Hipona comparó la Trinidad con la mente, el pensamiento que surge de ella y el amor que las une.[13] Por otro lado, otros teólogos clásicos, como Guillermo de Occam, afirman la imposibilidad de la comprensión intelectual de la naturaleza divina y postulan su simple aceptación a través de la fe.[14]

Perspectiva de Tomás de Aquino

Tomás de Aquino usaba una imagen para ilustrar el misterio de la Trinidad:[cita requerida]
  • Todo ungido presupone por lo menos tres elementos: El que unge, el ungido y la unción.
  • Siendo Jesús el Cristo (es decir, el ungido de Dios), se puede hacer referencia a tres personas:
  1. El que unge: sería Dios Padre.
  2. El ungido: sería Dios Hijo.
  3. La unción: sería Dios Espíritu Santo.

Referencias

  1. Joseph Campbell The Mythic Dimension
  2. Chevalier, Jean; Gheerbrant, Alain (1999). «Trinidad» (en español). Diccionario de los Símbolos (6ª edición). Barcelona: Herder. pp. 1025-1026. ISBN 978-84-254-2642-1.  Con las apreciaciones anteriores, Chevalier y Gheerbrant apuntan varios ejemplos, entre ellos uno poco conocido: según Guamán Poma de Ayala en su Nueva Crónica y buen gobierno, los antiguos peruanos reconocían la existencia de un dios supremo (Illapa = Rayo) en tres personas: el padre (justiciero), el primogénito y el benjamín, señor este último de las lluvias fecundantes y, por tanto, creador de la humanidad.
  3. Zeferino González, Historia de la Filosofía, Vol. I, RED Ediciones, Barcelona, 2012, págs. 199-201.
  4. Gabino Uríbarri Bilbao, Monarquía y Trinidad, Univ. Pontificia de Comillas, 1996, págs. 127-28.
  5. La palabra τριάς (de la cual el latín trinitas es una traducción) se encuentra primero en Teófilo de Antioquía para 180 A.C. Él habla de «la Trinidad de Dios, Su Palabra y Su Sabiduría» (Ad Autolycum, II, 15, P.G., VI, 1078). Por supuesto, el término puede haberse estado usando antes de su tiempo. Poco tiempo después aparece en su forma latina trinitas en Tertuliano (De pudicitia, c. xxi, P.G., II, 1026). En el siglo siguiente la palabra tiene uso general.— The Catholic Encyclopedia, tomo 15: Trinidad, LA BENDITA, I. EL DOGMA DE LA TRINIDAD, Pág.: 47.
  6. Cfr Boff (1986), La Trinidad, la sociedad y la liberación, p. 88
  7. Textos originales en The oecumenical documents of the faith, T. Erbert Bindley, 4.ª ed. rev. F. W. Green, Londres.
  8. Escuela Bíblica de Jerusalén, ed (1975). Biblia de Jerusalén (Edición Española). Bilbao (España): Desclée de Brouwer. p. 1664. ISBN 84-330-0022-5. «Esta fórmula trinitaria, probablemente de origen litúrgico, cf. también Mateo 28,19, tiene eco en diversos pasajes de las epístolas, donde las funciones respectivas de las Tres Personas se presentan según las variaciones de los diversos contextos. [...] Obsérvese en I Co 6,11; Ef 4,4-6 las fórmulas ternarias que refuerzan el pensamiento trinitario.» 
  9. Draper, Jonathan (2006). «The apostolics fathers: the Didache». The Expository Times 117 (5):  pp. 177-181. ISSN 0014-5246. 
  10. The Catholic Encyclopedia
  11. Our Orthodox Christian Faith
  12. The Catholic Encyclopedia
  13. Agustín de Hipona, Sobre la Trinidad
  14. [1]

Bibliografía

Véase también

Enlaces externos


Homilía en la Fiesta de la Santísima Trinidad

 


Volvemos a publicar en nuestro Blog esta sustanciosa homilía que el querido padre Castellani pronunció en la Iglesia de la Visitación. Para oírla, despliegue esta entrada.

La Santísima Trinidad es un misterio tan insondable, que podría incluso dudarse de la utilidad de tal revelación incomprensible. Pero su fin puede aclararse con tres verbos: Saber, Humillar y Conocer.

Dios quiere que sepamos como Él es para que podamos amarlo mejor. Al mismo tiempo, siendo el intelecto la cosa más excelsa que existe en la creación y más allá de ella, el enfrentarse con este misterio le sirve de freno a la locura de una razón ensoberbecida.
Y, finalmente, en el mayor y más perfecto conocimiento de Dios, podremos conocer mejor al hombre y a las cosas creadas.

Para echar luz sobre el misterio insondable de la Santísima Trinidad y combatir a los herejes que se le oponían, los Santos Padres echaron mano de la filosofía griega, la única que había entonces, la cual, desarmada, limpiada, pulida, transfigurada y completada con los conceptos de persona, naturaleza, procedencia, relación, etc. se ha convertido en el monumento filosófico teológico de la Doctrina Católica que es imperecedero e insuperable.

Por ella sabemos que la Paternidad constituye la persona del Padre que es creador y no engendrado; la Filiación constituye la persona del Hijo que es engendrado y no creado y la Procedencia constituye la persona del Espíritu Santo que es ni creado ni engendrado.

Dios ha tenido la misericordia de revelarnos cosas arcanas de su vida íntima, cuyo reflejo es nuestra vida afectiva. Pidámosle que nos conserve la cordura de la razón, mediante la virtud de la humildad y la fe en la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
 
 
La doctrina de la Santísima Trinidad

La Trinidad
Para finalizar de momento con esta serie de reflexiones sobre la Trinidad (y así comenzar a tocar otros temas), nada mejor que un resumen y recopilación de los argumentos bíblicos de la misma.
Como entender la Trinidad

¿Cómo entender este misterio de que hay una sola naturaleza Divina en tres personas diferentes?. Resumo las explicaciones que los teólogos han dado para facilitarnos la comprensión de este dogma de fe.

La doctrina de la Trinidad enseña que existe un solo Dios, pero en Tres Personas divinas que tienen una misma naturaleza.

Las palabras "naturaleza" y "persona", no se toman aquí en el sentido corriente de los términos, sino de acuerdo con el lenguaje filosófico, que es más preciso.


La naturaleza o esencia de los seres es aquello que hace que las cosas sean lo que son; el principio que las capacita para actuar como tal (por ejemplo, la naturaleza del hombre es ser animal racional compuesto de alma y cuerpo), La persona, en cambio, es el sujeto que actúa (por ejemplo un hombre concreto con un nombre: Pedro Pérez, que actúa de acuerdo a su naturaleza: piensa, quiere, trabaja, etc.). Así es claro que en cada hombre hay una sola naturaleza y una sola persona. En Dios, en cambio, no ocurre así: una sola Naturaleza sustenta a una Trinidad de Personas.

Por esto, a la inteligencia humana le es imposible comprender el misterio de la Santísima Trinidad. El esfuerzo racional de los teólogos (entre los que tenemos a Santo Tomás de Aquino) ha tratado de ilustrarlo de la manera siguiente:

Como las tres divinas personas no se distinguen ni por su Naturaleza, ni por sus perfecciones, ni por sus obras exteriores, se distinguen únicamente por su origen.

No se distinguen por su naturaleza porque tienen una naturaleza en común, la Naturaleza divina. Así no son tres dioses, sino un solo Dios.

No se distinguen por sus perfecciones, porque éstas se identifican con la Naturaleza divina. Así ninguna de las tres Personas es más sabia o poderosa, sino que todas tienen infinita sabiduría y poder; ni la una es anterior a las otras, sino que todas son igualmente eternas.

No se distinguen por sus obras exteriores, ya que teniendo las tres la misma Omnipotencia, lo que obre una respecto a la criatura, lo obran las otras dos.

Se distinguen únicamente por su origen, porque el Padre no proviene de ninguna persona; el Hijo es engendrado por el Padre; y el Espíritu Santo procede a la vez del Padre y del Hijo. Esto es lo que impide que una Persona se confunda con las otras.

Ricardo Sada Fernández en tu estudio de la Trinidad nos explica esto de una forma muy didáctica:

En primer lugar, consideremos a Dios Padre. Éste, con su infinita sabiduría, al conocerse a Sí mismo, formula un pensamiento de Sí mismo. Nosotros muchas veces, hacemos una cosa parecida cuando pensamos en nosotros mismos, y nos formamos un concepto sobre el propio yo, es decir, "aquello que somos para nosotros mismos". Sin embargo, hay una diferencia muy grande entre nuestro propio conocimiento y el de Dios sobre Sí mismo. Nuestro conocimiento propio es imperfecto, incompleto ("nadie es buen juez en causa propia"). E incluso, si nos conociéramos perfectamente, -es decir, si nuestro concepto sobre el propio yo fuera una clarísima reproducción de nosotros mismos-, tan sólo sería un pensamiento que no saldría de nuestro interior, sin existencia independiente, sin vida propia. El pensamiento cesaría de existir, aun en mi mente, tan pronto como volviera mi atención a otro asunto.

Tratándose de Dios, las cosas son muy distintas. Su pensamiento sobre Sí mismo es perfectísimo: abarca completamente todos y cada uno de los aspectos de su infinitud. Pero un pensamiento perfectísimo, para que de verdad lo sea, ha de tener existencia propia (si puede desaparecer, le faltaría esa perfección). Su pensamiento, es tan infinitamente completo y perfecto, que lo ha re-producido con existencia propia. La imagen que Dios ve de Sí mismo, la Palabra silenciosa con que eternamente se expresa a Sí mismo, debe tener una existencia propia, distinta. A este Pensamiento vivo en que Dios se expresa a Sí mismo perfectamente lo llamamos Dios Hijo. Dios Padre es Dios conociéndose a Sí mismo; Dios Hijo es la expresión del conocimiento que Dios tiene de Sí. Por ello, la segunda Persona de la Santísima Trinidad es llamada Hijo, precisamente porque es generado por toda la eternidad, engendrado en la mente divina del Padre.

Además, como esa generación es intelectual, se le llama "Verbo" es decir, "Palabra". Dios Hijo es la "Palabra interior" que Dios Padre pronuncia cuando su infinita sabiduría conoce su esencia infinita.

Ahora, Dios Padre (Dios conociéndose a Sí mismo) y Dios Hijo (el conocimiento de Dios sobre Sí mismo) contemplan la naturaleza que ambos poseen en común. Al verse (estamos hablando, claro está, de modo humano), contemplan en esa naturaleza lo bello y lo bueno en grado infinito. Y como lo bello y lo bueno producen amor, la Voluntad divina mueve a ambas Personas a un acto de amor infinito, de la Una hacia la Otra. Ya que el amor de Dios a Sí mismo, como el conocimiento de Dios de Sí mismo, son de la misma naturaleza divina, tiene que ser un amor vivo. Este amor infinitamente perfecto, infinitamente intenso, que dimana eternamente del Padre y del Hijo es el que llamamos Espíritu Santo "que procede del Padre y del Hijo". Es la tercera persona de la Santísima Trinidad. El Espíritu Santo es el "Amor Subsistente", el "Amor hecho Persona".

Cristo es Dios.

La Trinidad

Es muy importante profundizar en este punto ya que una de las bases de la fe cristiana y de la Doctrina Trinitaria: Cristo, segunda Persona de la Trinidad es también Dios y consubstancial con Dios Padre.

Algunos textos bíblicos:
“En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe.” Juan 1,1-2

“Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: «Dios con nosotros.»” Mateo 1,22-23

“Porque una criatura nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Estará el señorío sobre su hombro, y se llamará su nombre «Maravilla de Consejero», «Dios Fuerte», «Siempre Padre», «Príncipe de Paz»” Isaías 9,5

“Luego dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente.» Tomás le contestó: «Señor mío y Dios mío.»” Juan 20,27-28

Pero del Hijo: Tu trono, ¡Oh Dios!, por los siglos de los siglos; y: El cetro de tu realeza, cetro de equidad. =” Hebreos 1,8

“Y nuevamente al introducir a su Primogénito en el mundo dice: = Y adórenle todos los ángeles de Dios. =” Hebreos 1,6

Verdadero. Nosotros estamos en el Verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el Dios verdadero y la Vida eterna.” 1 Juan 5,20

“Porque en él reside toda la Plenitud de la Divinidad corporalmente, y vosotros alcanzáis la plenitud en él, que es la Cabeza de todo Principado y de toda Potestad;” Colosenses 2,9
Cristo comparte la gloria del Padre:

Pero Jesús nos enseña que compartía la gloria con el Padre antes de la fundación del mundo
“Ahora, Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese.” Juan 17,5
Cristo utiliza títulos que solo Dios posee:
“Así dice Yahveh el rey de Israel, y su redentor, Yahveh Sebaot: «Yo soy el primero y el último, fuera de mí, no hay ningún dios.” Isaías 44,6

Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, «Aquel que es, que era y que va a venir», el Todopoderoso.” Apocalipsis 1,8

“Cuando lo vi, caí a sus pies como muerto. El puso su mano derecha sobre mí diciendo: «No temas, soy yo, = el Primero y el Ultimo, = el que vive; estuve muerto, pero ahora estoy vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la Muerte y del Hades.” Apocalipsis 1,17-18

“Al Angel de la Iglesia de Esmirna escribe: Esto dice = el Primero y el Ultimo, = el que estuvo muerto y revivió.” Apocalipsis 1,8

Yo soy el Alfa y la Omega, = el Primero y el Ultimo, = el Principio y el Fin. Dichosos los que laven sus vestiduras, así podrán disponer del árbol de la Vida y entrarán por las puertas en la Ciudad. ¡Fuera los perros, los hechiceros, los impuros, los asesinos, los idólatras, y todo el que ame y practique la mentira!» Yo, Jesús, he enviado a mi Angel para daros testimonio de lo referente a las Iglesias. Yo soy el Retoño y el descendiente de David, el Lucero radiante del alba.»” Apocalipsis 22,13-16
Dios se Señor de Señores, Cristo es Señor de Señores
“porque Yahveh vuestro Dios es el Dios de los dioses y el Señor de los señores, el Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas ni admite soborno” Deuteronomio 10,17

“Dad gracias al Dios de los dioses, porque es eterno su amor; dad gracias al Señor de los señores, porque es eterno su amor.” Salmo 136,2-3

“Estos harán la guerra al Cordero, pero el Cordero, como es = Señor de Señores y Rey de Reyes, = los vencerá en unión con los suyos, los llamados y elegidos y fieles.»” Apocalipsis 17,14

Lleva escrito un nombre en su manto y en su muslo: = Rey de Reyes y Señor de Señores. = Apocalipsis 19,16
Cristo es Todopoderoso
“18 Por eso los judíos trataban con mayor empeño de matarle, porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose a sí mismo igual a Dios. 19 Jesús, pues, tomando la palabra, les decía: «En verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre: lo que hace él, eso también lo hace igualmente el Hijo. 20 Porque el Padre quiere al Hijo y le muestra todo lo que él hace. Y le mostrará obras aún mayores que estas, para que os asombréis. 21 Porque, como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere. 22 Porque el Padre no juzga a nadie; sino que todo juicio lo ha entregado al Hijo, 23 para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo ha enviado” Juan 5,18-23
Cristo, en cuanto a Dios lo sabe todo:
“para que sean consolados sus corazones, unidos en la caridad, y alcancen en toda su riqueza la perfecta inteligencia y conocimiento del misterio de Dios, de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia.” Colosenses 2,2-3

Sabemos ahora que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por esto creemos que has salido de Dios.»” Juan 16,30

“Le dice por tercera vez: «Simón de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: «¿Me quieres?» y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas” Juan 21,17
Dios es el único verdadero salvador
“Yo, yo soy Yahveh, y fuera de mí no hay salvador.” Isaías 43,11

“Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.»” Mateo 1,21

os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor;” Lucas 2,11

“Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.” Juan 3,17

“y que se ha manifestado ahora con la Manifestación de nuestro Salvador Cristo Jesús, quien ha destruido la muerte y ha hecho irradiar vida e inmortalidad por medio del Evangelio” I Timoteo 1,10

“Dijo él: «De cierto que ellos son mi pueblo, hijos que no engañarán.» Y fue él su Salvador en todas sus angustias. No fue un mensajero ni un ángel: él mismo en persona los liberó. Por su amor y su compasión él los rescató: los levantó y los llevó todos los días desde siempre.” Isaías 63,8-9
Solo Dios es creador.
“Así dice Yahveh, tu redentor, el que te formó desde el seno. Yo, Yahveh, lo he hecho todo, yo, solo, extendí los cielos, yo asenté la tierra, sin ayuda alguna.” Isaías 44,24

“En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe.” Juan 1,1-2

porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades: todo fue creado por él y para él,” Colosenses 1,16
Cristo es también Yahveh.
“Contestó Moisés a Dios: «Si voy a los israelitas y les digo: "El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros"; cuando me pregunten: "¿Cuál es su nombre?", ¿qué les responderé?» Dijo Dios a Moisés: «Yo soy el que soy.» Y añadió: «Así dirás a los israelitas: "Yo soy" me ha enviado a vosotros.»” Éxodo 3,13-14

“Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: antes de que Abraham existiera, Yo Soy.» Entonces tomaron piedras para tirárselas; pero Jesús se ocultó y salió del Templo.” Juan 8,52-59
Cristo es de la misma naturaleza (sustancia) del Padre.
el cual, siendo resplandor de su gloria e impronta de su sustancia, y el que sostiene todo con su palabra poderosa, después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,” Hebreos 1,3
Cristo es UNO con el Padre.
“Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto.» Le dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta.» Le dice Jesús: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, creedlo por las obras.” Juan 14,7-11

Yo y el Padre somos uno” Juan 10,30
Cristo siendo Dios se hizo hombre para salvarnos:
“Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo: El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús = toda rodilla se doble = en los cielos, en la tierra y en los abismos, = y toda lengua confiese = que Cristo Jesús es SEÑOR para gloria de Dios Padre.” Filipenses 2,5-11
Es el Espíritu Santo verdadero Dios

La Trinidad
La Biblia identifica al Espíritu Santo con Yahveh
“Y percibí la voz del Señor que decía: «¿A quién enviaré? ¿y quién irá de parte nuestra»? Dije: «Heme aquí: envíame.» Dijo: «Ve y di a ese pueblo: "Escuchad bien, pero no entendáis, ved bien, pero no comprendáis." Engorda el corazón de ese pueblo hazle duro de oídos, y pégale los ojos, no sea que vea con sus ojos. y oiga con sus oídos, y entienda con su corazón, y se convierta y se le cure.»” Isaías 6,8-10

“Cuando, en desacuerdo entre sí mismos, ya se marchaban, Pablo dijo esta sola cosa: «Con razón habló el Espíritu Santo a vuestros padres por medio del profeta Isaías: = Ve a encontrar a este pueblo y dile: Escucharéis bien, pero no entenderéis, miraréis bien, pero no veréis. = = Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y sus ojos han cerrado; no sea que vean con sus ojos, y con sus oídos oigan, y con su corazón entiendan y se conviertan, y yo los cure. =” Hechos 28,25-27

“Porque él es nuestro Dios, y nosotros el pueblo de su pasto, el rebaño de su mano.¡Oh, si escucharais hoy su voz!: «No endurezcáis vuestro corazón como en Meribá, como el día de Massá en el desierto, donde me pusieron a prueba vuestros padres, me tentaron aunque habían visto mi obra. «Cuarenta años me asqueó aquella generación, y dije: Pueblo son de corazón torcido, que mis caminos no conocen. Y por eso en mi cólera juré:¡No han de entrar en mi reposo!»” Salmo 95,7-11

“Por eso, como dice el Espíritu Santo: = Si oís hoy su voz, = = no endurezcáis vuestros corazones como en la Querella, el día de la provocación en el desierto, = = donde me provocaron vuestros padres y me pusieron a prueba, aun después de haber visto mis obras = durante cuarenta años. = Por eso = me irrité contra esa generación y dije: Andan siempre errados en su corazón; no conocieron mis caminos. = = Por eso juré en mi cólera: ¡No entrarán en mi descanso! =” Hebreos 3,7-11
La Escritura identifica al Espíritu Santo como un ser personal

Puede ser entristecido
No entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, con el que fuisteis sellados para el día de la redención.” Efesios 4,30
Se puede pecar contra el Espíritu Santo:
“Por eso os digo: Todo pecado y blasfemia se perdonará a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada. Y al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que la diga contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro.” Mateo 12,31-32
(Bastante curioso la doctrina de los testigos de Jehová que creen que el Espíritu Santo es “la fuerza activa de Dios sobre la tierra”, interpretación que aparte de absurda crea bastante inconsistencias como por ejemplo, cuando la intentamos aplicar al texto anterior: Se perdonará cualquier pecado contra el Padre y el Hijo, pero no contra la fuerza activa de Dios!!!).

El Espíritu Santo puede ser resistido:
“«¡Duros de cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos! ¡Vosotros siempre resistís al Espíritu Santo! ¡Como vuestros padres, así vosotros!” Hechos 7,51
El Espíritu Santo consuela:
“Las Iglesias por entonces gozaban de paz en toda Judea, Galilea y Samaria; se edificaban y progresaban en el temor del Señor y estaban llenas de la consolación del Espíritu Santo.” Hebreos 9,31
El Espíritu Santo es enviado por el Padre y enseña:
Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho.” Juan 14,26

“Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré: y cuando él venga, convencerá al mundo en lo referente al pecado, en lo referente a la justicia y en lo referente al juicio; en lo referente al pecado, porque no creen en mí; en lo referente a la justicia porque me voy al Padre, y ya no me veréis; en lo referente al juicio, porque el Príncipe de este mundo está juzgado. Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir.” Juan 16,7-13
 
 

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