lunes, 13 de mayo de 2013

Yo he vencido al mundo

Juan 16, 29-33. Pascua. Si tenemos a Cristo en nuestro corazón, adiós tristezas, adiós angustias, adiós soledad.
 
Yo he vencido al mundo
Del santo Evangelio según san Juan 16, 29-33

En aquel tiempo dijeron los discípulos a Jesús: Ahora sí que hablas claro, y no dices ninguna parábola. Sabemos ahora que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por esto creemos que has salido de Dios. Jesús les respondió: ¿Ahora creéis? Mirad que llega la hora (y ha llegado ya) en que os dispersaréis cada uno por vuestro lado y me dejaréis solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo! yo he vencido al mundo.

Oración introductoria

Señor, celebrando a tu Madre santísima de Fátima, inicio esta oración diciéndote que creo en Ti y en todo lo que has revelado para nuestra salvación. Espero en Ti porque confío en tu misericordia. Cada acto tuyo en la tierra demuestra tu amor por nosotros. Te amo y te reitero mi deseo de que seas el centro de mi vida.

Petición

Jesús, dame la docilidad para no buscar la paz en mis fuerzas o habilidades, sino en tu poder divino.

Meditación del Papa

En los últimos dos, tres siglos, muchos han preguntado: "¿Pero eres realmente tu? ¿O el mundo debe ser cambiado de forma más radical? ¿Tu no lo haces?". Y han venido muchos profetas, ideólogos y dictadores, que han dicho: "¡No es él! ¡No ha cambiado el mundo! ¡Somos nosotros!". Y han creado sus imperios, sus dictaduras, su totalitarismo que habría cambiado el mundo. Y lo ha cambiado, pero de forma destructiva. Hoy sabemos que de estas grandes promesas no ha quedado sino un gran vacío y una gran destrucción. No eran ellos.
Y así debemos creer de nuevo a Cristo y preguntarle: "¿Eres tu?". El Señor, de la forma silenciosa que le es propia, responde: "Mirad lo que yo he hecho. No he hecho una revolución cruenta, no he cambiado el mundo con la fuerza, sino que he encendido muchas luces que forman, mientras tanto, un gran camino de luz a través de los milenios". (Benedicto XVI, 13 de diciembre de 2010).

Reflexión

Unos versículos antes de este evangelio Jesús habla clara y abiertamente a los apóstoles sobre su Padre. Por ese exclamarían “ahora sí no hablas con parábolas” Y versículos después Jesús se encuentra en oración antes de padecer los sufrimientos en la cruz. En medio de ambos versículos nos encontramos rejuvenecidos por su palabra. Es Jesús quien nos anima a ser fuertes, es Él quien nos dice que no estaremos exentos de tribulación pero tampoco de su gracia.

Por ello, ¿por qué nos extrañamos si en nuestra vida como cristianos atravesamos por dificultades, problemas o desilusiones que jamás hubiésemos pensado que nos sucederían a nosotros? Ya oímos decir a Jesús estas palabras dirigidas a Pedro "mira que Satanás ha pedido permiso de cribaros como trigo". Y en el libro de Job, Satán pide permiso a Dios para tentar a su siervo.

Es una constante en la vida de todo hombre: la tribulación, la aflicción. Y efectivamente, tanto Pedro como Job fueron probados duramente. Tanto así que el primero negó a su maestro y el segundo maldijo el día de su nacimiento. Sin embargo, ambos encontraron la paz de Cristo después de la lucha. Ambos confiaron en el Señor y en el momento oportuno les llegó su recompensa. La paz de Cristo a sus almas. Por ello, si tenemos a Cristo en nuestro corazón, adiós tristezas, adiós angustias, adiós soledad. Nada hay que temer porque Jesús está con nosotros.

Propósito

Revisar mis actitudes y comportamientos para cambiar lo que me aleje de la luz de la verdad.

Diálogo con Cristo

Señor, gracias por darme fe, esperanza y caridad, el día de mi bautismo, para hacerme capaz de obrar el bien, por amor a Ti y a los demás. Qué serenidad y confianza me da saber que Tú has vencido al mundo y estás conmigo, dándome esa paz, que con tu gracia, podré irradiar a los demás, especialmente a mi familia.
 
lunes 13 Mayo 2013
Lunes de la séptima semana de Pascua

Santa Gemma Sulmona



Leer el comentario del Evangelio por
Beato Juan Pablo II : “En el mundo tendréis luchas; pero tened valor, yo he vencido al mundo.”

Lecturas

Hechos 19,1-8.

Mientras Apolo estaba en Corinto, Pablo llegó a Efeso atravesando las regiones altas; encontró allí a algunos discípulos
y les preguntó: «¿Recibieron el Espíritu Santo cuando abrazaron la fe?» Le contestaron: «Ni siquiera hemos oído decir que se reciba el Espíritu Santo.»
Pablo les replicó: «Entonces, ¿qué bautismo han recibido?» Respondieron: «El bautismo de Juan.»
Entonces Pablo les explicó: «Si bien Juan bautizaba con miras a un cambio de vida, pedía al pueblo que creyeran en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús.»
Al oír esto se hicieron bautizar en el nombre del Señor Jesús,
y al imponerles Pablo las manos, el Espíritu Santo bajó sobre ellos y empezaron a hablar lenguas y a profetizar.
Eran unos doce hombres.
Pablo entró en la sinagoga y durante tres meses les habló sobre el Reino de Dios, tratando de persuadirles.


Salmo 68(67),2-3.4-5ac.6-7ab.

Que Dios se pare y sus enemigos se dispersen, que huyan ante él los que lo odian.
Como humo al viento, así tú los disipas, como cera en el fuego se deshacen.
En presencia de Dios los malos perecen, mientras que los justos se regocijan, y ante Dios saltan y gritan de alegría.

Canten a Dios y toquen a su Nombre, abran camino al que cabalga en las nubes, alégrense en Dios y bailen ante él.

Padre del huérfano, defensor de las viudas, ese es Dios en su santa morada.
Al solitario le da el calor de hogar, deja libre al preso encadenado, a los rebeldes los deja en calabozos.



Juan 16,29-33.

Los discípulos le dijeron: «Aho ra sí que hablas con claridad, sin usar parábolas.
Ahora vemos que lo sabes todo y no hay por qué hacerte preguntas. Ahora creemos que saliste de Dios.»
Jesús les res pondió: «¿Ustedes dicen que creen?
Está llegando la hora, y ya ha llegado, en que se dispersarán cada uno por su lado y me dejarán solo. Aunque no estoy solo, pues el Padre está conmigo.
Les he hablado de estas cosas para que tengan paz en mí. Ustedes encontrarán la persecución en el mundo. Pero, ánimo, yo he vencido al mundo.»


Extraído de la Biblia Latinoamericana.



Leer el comentario del Evangelio por

Beato Juan Pablo II (1920-2005), papa
Mensaje para la jornada mundial de la paz, 2002, §9-10 (trad. © Librería Editrice Vaticana)

“En el mundo tendréis luchas; pero tened valor, yo he vencido al mundo.”

“En el mundo tendréis luchas; pero tened valor, yo he vencido al
mundo.” (Jn 16,33)
Las familias, los grupos, los estados, la comunidad internacional misma
tienen que abrirse al perdón para reanudar los lazos rotos, para ir más
allá de las situaciones de condena recíproca, para vencer la tentación de
excluir a los demás negándoles toda posibilidad de apelación o recurso. La
capacidad de perdón está en la base de todo proyecto de una sociedad futura
más justa y más solidaria.

Negar el perdón, al contrario, sobre todo si es para mantener los
conflictos, tiene repercusiones incalculables para el desarrollo de los
pueblos. Los recursos se consagran a la carrera de armamentos, a los gastos
de guerra o para enfrentarse a las represalias económicas. Así faltan los
medios económicos necesarios para el desarrollo, la paz y la justicia.
¡Cuánto sufrimiento hay en la humanidad porque no sabe reconciliarse, qué
atrasos porque no se sabe perdonar! La paz es la condición del desarrollo,
pero una paz verdadera no es posible sin el perdón.

La propuesta del perdón no es algo que se admite por su evidencia o que
se acepte fácilmente. En ciertos aspectos, es un mensaje paradójico. En
efecto, el perdón comporta siempre, a corto plazo, una pérdida aparente,
mientras que, a largo plazo, propicia un beneficio real. Con la violencia
pasa exactamente lo contrario. La violencia opta por un beneficio a corto
plazo, pero prepara para un futuro lejano una pérdida real y permanente. El
perdón podría parecer una debilidad. En realidad, tanto para el que lo pide
como el que lo concede, hace falta una fuerza espiritual grande y un coraje
moral a toda prueba. Lejos de disminuir a la persona, el perdón la conduce
a un humanismo más profundo y más rico, la capacita para reflejar en ella
un rayo del esplendor del Creador.    

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


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No dejes de rezar la Novena al Espíritu Santo. El domingo celebraremos la venida del Espíritu Santo que le llamamos Pentecostés. Pidámosle al Espíritu Santo que nos renueve los frutos y dones que nos concede.




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Treinta días de oración a la Reina del Cielo. A lo largo del mes de mayo, tengamos a María presente en nuestro corazón y en nuestros hogares, entregándole un ramo de Rosas de oración.



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